XII

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Habían pasado un par de días después de encontrarme con aquel joven, y para mi buena suerte, no lo había vuelto a ver. Pues decidí dedicar todo mi tiempo a mis pinturas. Aunque, lamentablemente, perdí inspiración gracias a que no he dejado de discutir con Brad. Pareciera que siempre encontramos algo nuevo para pelear, y no estaba haciendo mi estadía más llevadera.

Por la mañana, habíamos discutido de nuevo, y él había salido apenas terminó su desayuno. Así que decidí seguir su ejemplo e ir de nuevo al árbol a leer un poco.

Eso me ayudó, pues por la vista que tenía y la paz que me producía solo escuchar los pocos sonidos del exterior, me estaban devolviendo la inspiración.
Pero esa paz solo duró alrededor de media hora, pues después de ese tiempo, escuché los pasos de una persona, y luego una voz que ya había escuchado antes.

X: Hola de nuevo... Decidió volver a visitar su mitad del árbol?
Natali: De nuevo usted aquí. -Lo miré-
X: Le molesta mi presencia?
Natali: Absolutamente.
X: Bien... Entonces la dejaré en paz?
Natali: Gracias. -Él joven comenzó a subir al árbol- Qué está haciendo? No iba a irse?
X: Dije que la dejaría en paz... pero me quedaré en mi lado del árbol.
Natali: Esto es absurdo.
X: Permítame presentarme... Soy Gilbert Blythe.
Natali: Enserio? -Le sonreí- No me interesa. -Dije borrando mi sonrisa sarcástica-
Gilbert: Puedo escuchar su nombre?
Natali: No.
Gilbert: Pero yo ya le dije...
Natali: Puede guardar silencio? Quiero terminar este libro.
Gilbert: Qué lee?
Natali: No es de su incumbencia.
Gilbert: Sabe? Deberíamos ser amigos... Considerando que somos vecinos...
Natali: No tenemos la obligación de ser amigos solo porque colindan nuestras propiedades.
Gilbert: Es cierto, pero a mí me gustaría ser su amigo.
Natali: No estoy interesada. Y por favor guarde silencio.

Para mi sorpresa, el joven, que ahora sabía se llamaba Gilbert, se quedó en silencio sin protestar.
Sonreí ante lo que creí mi triunfo y continué con mi lectura, al menos hasta que después de unos minutos, la voz de Gilbert volvió a sonar.

Gilbert: Frankenstein? Suena interesante... No he leído el libro.
Natali: Y si sigue hablando yo nunca terminaré de leerlo. -Dije cerrando el libro-
Gilbert: No la había visto antes en el pueblo... De verdad es sobrina de Brad?
Natali: Ya le dije que no le incumbe.
Gilbert: Es muy diferente a él para ser su familiar.
Natali: Y por qué asegura que soy su familiar?
Gilbert: Porque tiene algunos rasgos de él... Claro que no su actitud.
Natali: Y si tanto le molesta, por qué no se va?
Gilbert: Tal vez porque me causa intriga.
Natali: Y de nuevo tendré que irme yo. -Me levanté- Es un placer, Gilbert... Y aunque usted quiera molestarme o intimidarme, quiero decirle que no dejaré de venir a este árbol.
Gilbert: Lo mismo para usted. -Sonrió- No tiene porqué irse. Le prometo quedarme en silencio.
Natali: Gracias, pero no.

Caminé hasta la casa y una vez adentro, fui a la cocina a buscar un vaso de agua.

Cuando salí, iba a subir directo a mi habitación, pero las voces en la estancia y escuchar a Brad llamarme me hicieron detenerme.

Brad: Natali, ven aquí, quiero presentarte a un amigo. -Caminé hasta él- Natali, él es Phillips, mi amigo y compañero en la universidad.
Natali: Es un placer, señor Phillips? -Asintió- Disculpe si lo ofendo, pero es su nombre o...
Phillips: Ah no, es mi apellido. Tu padre y yo tenemos esa "costumbre" de llamarnos así. No es así, Harper?
Brad: Así es... Phillips, ella es mi hija, Natali Harper. -Me miró- Phillips, es el profesor en la escuela de Avonlea.
Phillips: Así es. Y espero verte ahí, Natali...
Brad: No irá a la escuela. -Él hombre miró a Brad- Tomé la decisión de educarla en casa.
Phillips: Pues es una buena decisión. -Me miró- Tu padre ha presumido mucho de tu inteligencia, y aunque me gustaría comprobarlo teniéndote como mi alumna, tal vez lo mejor será que te mantengas alejada de algunas compañías. -Sonreí-
Brad: Si, claro... Te quedas a comer?
Phillips: Claro.

Los tres caminamos hacia el comedor, en donde ya se encontraba servida la comida, así que tomamos asiento y comenzamos a comer.

Phillips: Extrañas mucho tu ciudad, Natali?
Natali: Si... mucho.
Phillips: Te ha de ser difícil acostumbrarte a una vida campesina... viniendo de la gran ciudad.
Natali: Pues algo... es muy diferente todo.
Brad: Pero lo está llevando demasiado bien.
Phillips: Me lo imagino.
Brad: Hemos hablado mucho de mi vida y nada de la tuya... Escuche que estás cortejando a la hija de los Andrews, es verdad?
Phillips: Si, bueno... Algo así.
Brad: Algo así?
Phillips: Pues si, estoy cortejandola.
Brad: Y planeas casarte?
Phillips: Lo estoy pensando muy seriamente... Es una decisión difícil.
Brad: Lo es.

La comida continuó mientras escuchaba las platicas de los dos hombres, en las cuales no opiné demasiado, pues no sabía de lo que hablaban y además seguía molesta con Brad.

Al terminar la comida, el señor Phillips se despidió de nosotros y se retiró, dejándonos solos en la casa.

Brad: Seguirás molesta todo el día?
Natali: No quiero hablar.
Brad: Y qué haremos mientras estés aquí? Ignorarnos? Somos padre e hija y tenemos que convivir.
Natali: Si, lo sé, se supone que para eso vine.
Brad: Pues no estás ayudando mucho a mejorar nuestra relación.
Natali: Tú tampoco.
Brad: Y qué quieres? Qué te ofrezca una disculpa por una discusión que yo no inicié?
Natali: No servirá de nada... Mañana volveremos a pelear por cualquier otra cosa.

Me levanté de la silla y salí del comedor escuchando como Brad me llamaba un par de veces, pero lo ignoré y subí hasta mi habitación.

Una vez ahí, cerré la puerta y me tiré en la cama dejando que las lágrimas bajaran por mis mejillas como últimamente lo había estado haciendo. Y es que no podía evitar llorar cuando extrañaba tanto mi antigua vida, y él sentimiento de tristeza me invadía aún más cuando pensaba en el tiempo que me faltaba para regresar a esa vida.

H E A V E N [Gilbert Blythe]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora