4. Tú sabias

377 25 1
                                    

—Veo que no te afectó tanto después de todo —se acercó a mí de forma dominante, pero no dejé que me afectara, en cambio arreglé mi postura y levanté mi mirada para mirarlo con cara seria.

—Philippe, te lo voy a decir una vez, si te acercas un solo paso más a mí, juro, por lo que más quieras, que te voy a volver infértil.

—Joder, pero que agresiva que te has puesto Dorian, yo solo venía a saludarte —retrocedió un paso con las manos en alto, como si se rindiese.

—Pues métete tu saludo por donde te entre, que yo no lo quiero —tomé rápidamente mis maletas y entré al edificio, sin preocuparme si Philippe me decía algo más.

Si bien pude sacar mi lado rudo hace unos segundos, jamás me había sentido tan pequeña en toda mi vida. No sé por qué pensé que estaba preparada para poder volver a los chicos.

Me quedé varios minutos en la entrada del edificio sin moverme ni un poco, todavía estaba procesando el haber visto a Philippe de nuevo. Supongo que me dolía un poco más, después de haber pensado que él era quien se había enamorado de mí. 

Tomé mis maletas y me fui a mi pieza, quería dejar todo ordenado antes de partir con las clases mañana. 

Cuando entré a la habitación vi que Elisa ya había llegado, estaba en su cama viendo algo en su celular cuando levantó  la vista hacia mí.

—Dorian, has vuelto —sonaba sorprendida, casi como si esperase a que no regresara a Ritmasen.

—He vuelto —le dije un poco apagada, mientras dejaba mis maletas sobre mi cama.

—Debo admitir que me sorprende, la mayoría de las chicas que han estado en tu situación no vuelven, y eso que con ellas solo juegan con su virginidad.

—¿Disculpa? —me giré  indignada, ella también sabía.

—Lo siento, pero es verdad, eres oficialmente la segunda chica en tener un sex tape con los chicos.

—Tú sabías —no pude evitar que se me quebrara la voz—. Tú sabías que los chicos iban a hacer eso conmigo, ¿y no me dijiste? 

—Te advertí que esos chicos solo traían problemas, pero tú te dejaste llevar.

¡Oh! Entonces es mi culpa, es mi culpa no haber sabido que esos chicos me iban a grabar en un momento tan íntimo como ese. Es mi culpa haber decidido por primera vez divertirme, sin pensarlo mucho y que eso resultaría una mierda.

Claro, pero ella no pudo decirme que esos chicos resultan ser unos imbéciles y que solo querían utilizarme, no, ella simplemente no pudo.

No fui capaz de decirle nada, y yo que pensaba que eran los hombres la basura, al parecer nosotras no resultamos ser mucho mejores.

La miré una última vez, aun sin creerme lo mala persona que era y luego salí rápidamente de la habitación, no podía estar cerca de ella, y definitivamente tenía que ver como cambiar de habitación, no podía compartir todo el semestre con alguien que me había traicionado de tal manera.

No sabía qué hacer, mi plan original era ordenar mis cosas, pero ahora que no podía estar ahí no tenía nada que hacer, así tal como hacía el semestre pasado, fui a mi lugar seguro. La banca en los jardines.

Ya era tarde, por lo que el sol se estaba empezando a esconder y no llegaba casi nada a mi banca, pero eso no me detuvo, estaba bastante abrigada para no pasar frío.

Apenas me senté me llevé las rodillas al pecho y apoyé mi cabeza en ellas mientras dejaba que las lágrimas cayeran.

Me sentía insignificante, vulnerable, sola. Pasé un semestre entero compartiendo con ella, con ellos, con todo el puto internado, y por lo visto todos sabían que es lo que estaba sucediendo, y nadie tuvo la decencia de decirme, o advertirme, que La Realeza pretendía hacer lo que hizo.

Besos de una TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora