6. La primera fiesta

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Kerani, Marina y Van resultaron ser muy agradables, apenas llevaba dos días juntándome con ellos pero ya los sentía mis amigos. Sé que en el pasado tuve problemas con acercarme muy rápido a la gente aquí, pero no podía evitarlo.

Kerani, era India, la hija del presidente para ser más específicos. Marina era Argentina, por lo cual en algunos momentos nos comunicamos en español entre nosotras, y Van, él era local, era de Copenhague, de hecho, creo que era el primer alumno que conocía que fuera danés. Él y Marina llevaban saliendo dos años.

—Entonces... —Marina entró a la habitación que ahora compartía con Kerani—. Hoy día hay una fiesta en la cabaña, y sé Dorian que probablemente no quieras ir, pero no quería dejarte de lado.

Me encontraba sentada en mi cama leyendo un libro, Kerani por su parte estaba en lo mismo en su cama, Marina se sentó junto a ella, mientras esta le prestaba atención a lo que decía.

—¿Y por qué es esta fiesta? —le pregunté, no estaba interesada en ir, pero no podía evitar ser curiosa.

—La verdad es que no hay una razón en sí, solo que es sábado —me explicó—. ¿Estás segura de que no quieres ir? De seguro ni te encuentras con tu ex compañera de habitación.

—Sí, vamos, deberías ir con nosotras, así te despejas un poco —me alentó Kerani—. Además si te topas con alguno de La Realeza le pedimos a Van que te rescate, a él no le agrada mucho ese grupo.

—Exacto, Van te salvaría de ellos, además, no puedes permitir que un par de chicos arruinen tu último año de internado —agregó Marina

Lo pensé un momento, tenían razón, no podía encerrarme en la habitación sintiéndome mal por mi misma y permitirles que me arruinen mi último año de no tener responsabilidades. No, ellos no tenían derecho a arruinarme más de lo que ya lo había hecho.

—Está bien, voy a ir con ustedes —dejé mi libro en la mesita de noche y me levanté de la cama.

—¡Genial! —Marina se levantó de un brinco y se dirigió a nuestro armario—. Tenemos que ver que nos vamos a poner ya que no podemos ir así.

Le di un vistazo rápido a lo que llevaba y tenía razón, iba con una polera holgada y unos pantalones de buzo, cómodo para estar adentro, no apto para salir de fiesta.

Cuando llegamos a la cabaña de la fiesta, la música ya estaba sonando fuertemente y todos ya estaban bailando y bebiendo.

Cuando vi la elevación donde se encontraban los tronos casi me dieron ganas de vomitar, a mi cabeza se vinieron los recuerdos del último día, cuando La Realeza me reveló la verdad.

Quería moverme, entrar a la cabaña y buscar algo para beber, pero no podía, en cambio me empecé a hiperventilar, sentía como el corazón se me aceleraba, como me tiritaban las manos, sentía sudor corriendo por mi espalda, me costaba respirar.

Tenía miedo, jamás me había pasado esto, y cada vez se me estaba dificultando más respirar. Agarre el brazo que tenía más cerca que resultó ser el de Marina.

—Dorian, ¿qué sucede?

—Yo... —traté de decir algo, pero se me hizo muy difícil.

El sudor frío que me estaba recorriendo la espalda me provocaba escalofríos, y apenas era capaz de decir una palabra.

Gracias a dios Marina fue capaz de darse cuenta de lo que estaba pasando y le dijo a los chicos para que nos alejaramos un poco de donde estaban todos.

—Dorian, estás teniendo un ataque de pánico. Mírame —Marina se soltó de mi agarre pero en ningún momento me dejó sola—. Vamos a respirar juntas, ¿ok?

Besos de una TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora