14. Corazones rotos pt.2

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Me paré en la alfombra roja y me di unos segundos para respirar y tranquilizarme un poco, la conversación con Mattia me había dejado un poco afectada.

Para mi buena suerte, antes de que empezara a caminar hacia el interior del recinto apareció Ramón, por lo cual si me acercaba y entraba con él, la mentira que les había dicho a las chicas no habría sido completamente una mentira.

—Ramón, que bueno que llegas.

El susodicho me miró con sorpresa y luego me ofreció su brazo para que me agarrara de él, no lo pensé dos veces y lo hice, no sin antes fijarme en cómo iba vestido. Llevaba unos pantalones blancos con una polera de malla que dejaba a la vista todo su trabajado torso y encima una chaqueta blanca decorada con dorado. Se veía increíble.

—¿Ya me hablas Dorian?

—No precisamente, necesito de tu ayuda para que las chicas me crean.

—Ya veo. Me estás usando. Pues por mí no hay problema, eso significa que cada vez estoy más cerca de que me perdones.

Le dediqué una mirada triste, no podía creer que me dejase usarlo para así poderse ganar mi perdón, casi me hacía querer perdonarlo enseguida, pero no, tenía que ser firme con mi decisión y hasta que no me dijese sus motivos para merecer mi perdón, pues no lo perdonaría.

—Por cierto, te ves guapísima.

Luego de ese último comentario seguimos caminando hasta que entramos al local. Quedé maravillada con el interior, estaba decorado con los colores establecidos, habían pedazos de tela colgando entremedio, muchas mesas para la cena alrededor de lo que supuse era la pista de baile, y lo que más llamo mi atención fue que vi a dos acróbatas haciendo de las suyas en el centro de la pista de baile, ellos al igual que nosotros también iban de dorado, con negro.

—Son acróbatas del cirque du Solei —me dijo Ramón como leyendo mis pensamientos—. Es increíble lo que el dinero puede hacer.

Wow, simplemente, wow.

Estaba tan concentrada en ver como los acróbatas se me movían con tanta gracia y como si fuese realmente fácil sostener a una persona mientras esta hace distintas contorciones, que no noté que los chicos se habían acercado a nosotros.

—Dorian, Ramón que bueno que llegan, ya me estaba empezando a asustar —se dirigió a nosotros Marina en español.

—Marina —Ramón me soltó el brazo y le dio un abrazo de saludo a Marina—. Te ves increíble.

—Muchas gracias, Ramón, tú también te ves genial.

—Kerani, Van, ustedes tampoco se quedan atrás —le dijo Ramón ahora en inglés.

—Hace tiempo que no te veía. ¿Cómo has estado? —Van y Ramón se alejaron un poco de nosotras para seguir con su conversación.

Nosotras también nos hicimos a un lado para no quedar directamente en la entrada, pero me fijé en Marina que estaba muy enfocada en la puerta, como esperando a que llegara alguien.

—¿A quién esperas? —no pude evitar preguntarle.

—A mi hermano —despegó su vista unos segundos de la puerta para ver su celular, pero enseguida la volvió a la puerta—. Se supone que llegaría hace unos minutos, pero aún no lo hace.

—¿Tienes un hermano? —conocía un poco de la vida de las chicas, pero claramente aún me falta más por conocer.

—Sí, somos mellizos, él también asistía a Ritmasen, pero se aburrió y decidió dedicarse a viajar.

—Sí, son mellizos pero la verdad es que mucho no se parece —dijo Kerani con una pequeña risa.

Antes de que pudiera decir cualquier cosa, Marina salió corriendo a la puerta de entrada y se lanzó a los brazos de un chico que supuse era su hermano, al principio no era capaz de verle la cara donde Marina lo tapaba, pero una vez que se separaron lo reconocí inmediatamente.

Besos de una TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora