10. Viaje en solitario

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Era jueves, por lo cual mi alarma estaba programada para las nueve y no a las siete como los otros días.

Hoy entraba a clases más tarde, así que no tenía la necesidad de levantarme temprano, a menos de que quisiera ser una overachiver y hacer tareas o estudiar temprano, pero esa no era yo.

Cuando me desperté me fijé en Kerani y vi que ya no estaba en la habitación, por lo cual podía hacer mis cosas sin preocuparme de molestarla. 

Fui a mis clases y por suerte hoy no tuve ningún inconveniente, es decir, no me encontré con ningún miembro de La Realeza, de hecho, me divertí mucho en clase de protocolo con Van, no sabía que habíamos compartido esta clase el semestre pasado, de haberlo sabido esta clase hubiese sido mucho más divertida. Van era de esas personas que se burlaban de los profesores mientras ellos no veían y la profesora Gague, era alguien de quien era muy fácil burlarse.

Cuando terminé con mis clases me fui a mi habitación donde esta vez sí me encontré con Kerani, quien estaba haciendo tarea.

—¿Cómo ha ido tu día? —le pregunté mientras entraba.

—Agotador, no entiendo por qué los profesores insisten en mandarnos tanta tarea. ¿Tú?

—Pues la verdad mi día ha sido genial, no he tenido encuentros desagradables y los profesores han sido bastante simpáticos hoy.

—Qué suerte la tuya —me dijo con falso resentimiento.

—Te dejo, vine a dejar mis cosas mis cosas y ahora me voy a hablar con mis tíos.

—Ok, más tarde va a venir Marina a estudiar por si quieres unirte.

—Claro que sí, a ver si así logro terminar de estudiar lo que me queda para la prueba del lunes —dejé mis cosas de forma despreocupada en mi cama y luego con mi celular me dirigí al patio para llamar a mis tíos.

—Dorian, cariño, que gusto que nos llamaras —me respondió del otro lado mi tío.

—Hola tío, ¿cómo van las cosas por Madrid?

—Todo un caos, Marcela se va de viaje a Londres mañana y tiene la casa hecha un caos porque no encuentra unos zapatos.

—Son unos zapatos Karl Langerfeld, y es importante que los lleve —dijo mi tía a lo lejos, supongo que mientras buscaba sus zapatos.

—Dile que están en mi pieza, de cuando me probé algunos de sus zapatos antes de irme.

—Marce, Dorian dice que están en su pieza.

—¡Claro! Gracias, cariño.

—¿A qué debemos tu llamada entonces?

—Cierto. Ayer fui a hablar con la coordinadora de los de último año, y le comenté que ya había decidió por una carrera, ella me dijo que le parecía bien y que me podía dar información de distintas universidades y que intentara tomar una decisión lo antes posible, para que no se me pasara el tiempo de postulación.

—Me parece bien, igual podrías hablar con la hermana de tu conocido, para ver sobre la universidad en la que ella está.

—¡Oscar! —lo reté, esos meses que viví con ellos en Madrid siempre que me enojaba con él lo llamaba por su nombre—. Te dije que no volvieras a decir esa palabra, no me gusta cómo la usas.

—Lo siento, igual, no dudes en llamar, te dio su número por algo.

Eso es verdad, pero tampoco es que me resultase muy fácil llamar a la princesa de Grecia para pedirle recomendaciones de universidades, mucho menos cuando ni siquiera estoy hablando con su hermano.

Besos de una TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora