24. Vete a la mi*rda

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—¿Por qué no lo haría?

—Esa es una muy buena pregunta, después de todo aquí hay de todo lo que un adolescente podría querer para pasar un buen rato.

—Nikolai, no es por ser descortés, pero ¿Qué quieres? Rara vez te acercas a mi sin querer algo.

—Aprendes rápido pequeña liebre. Sí, quiero algo de ti, la verdad es que quiero muchas cosas de ti, pero de momento solo estoy aquí para llevarte con alguien.

—No me interesa ir con ese alguien, me quiero quedar aquí, bailando y disfrutando de la fiesta.

Nikolai sonríe burlonamente y luego me agarra del brazo, lo suficientemente fuerte para poder moverme con él, pero no lo suficiente para que sea doloroso.

—Parece que no me escuchaste con la música, pero te dije que no quiero ir contigo.

—Aprendes rápido, Dorian, pero aun te queda bastante por aprender, lo que Beau quiere, se hace.

Genial, estaba siendo llevada contra mi voluntad, de nuevo.

Nos dirigimos hacia la cabaña a una de las habitaciones que esta tenía y para mi sorpresa nadie pareció percatarse de que estaba siendo obligada a ir hacia allá, eso o realmente a nadie le importaba lo cual honestamente era mucho peor.

—Al menos me podrías decir para que me quieren.

—¿Quieren? Dorian, no generalices, yo no te quiero, Beau te quiere, eres su nueva obsesión, su nuevo vicio. ¿Qué quiere de ti? Pff, muchas cosas, pero quién soy yo para spoilear sus planes.

Estúpida Realeza.

Nikolai golpea en la puerta y enseguida alguien la abre dejándonos ver la escena que se estaba llevando a cabo adentro.

En la cama había tres personas, dos inhalando un polvo del estómago de la tercera, en una esquina estaba un chico bebiendo directo de la botella algo que nos sabría identificar y en el baño, del cual se alcanzaba a ver algo, estaba Beau inyectándose algo en el brazo con la ayuda de alguien más.

—Disfruta tu noche —me susurró Nikolai antes de empujarme hacia adentro y cerrar la puerta detrás mío.

MIERDA.

—Y la invitada de honor llega —Beau deja la jeringa en el lavabo y sale del baño para acercarse a mí— ¿Cómo la estás pasando?

—Todo iba bien hasta que mencionaron tu nombre.

—Tan insolente como siempre. Algún día vas a aprender a respetarme.

—Antes se va a congelar el infierno.

—Muy bien, no voy a entrar a discutir contigo, por una noche te voy a dejar hablarme como quieras, pero no creas que no vas a sufrir las consecuencias. Ahora, ¿por qué no te unes a nosotros?

—Beau, creo que no te ha quedado claro antes, pero a mí no me interesa drogarme, que a ti no te haya servido la rehabilitación, pero la idea era que dejaras este mundo.

—Rehabilitación mi pene. Lo único que querían era volverme un aburrido como mi padre, pues adivina que, no me importa lo que ellos quieran, ahora, toma asiento y déjanos mostrarte lo que te pierdes.

Hice como me dijo, y me senté en la silla que había cerca de la cama, pero rechacé cualquier cosa que me pasara, yo no me drogaba, gracias, pero no gracias.

Beau volvió al baño y los otros siguieron en lo suyo, yo me quedé ahí mirando lo que hacían incapaz de comprender qué era lo que los hacía querer drogarse de aquella manera. Quiero decir ¿era su vida tan mala?

Besos de una TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora