Frenesí alimenticio

199 29 30
                                    


Rápido. Todo sucedió demasiado rápido.

Al principio solo sentías un dolor fuerte y punzante en la espalda, luego un horrendo frío recorriéndote todo el cuerpo, helando hasta tu sangre, unido a una angustiosa imposibilidad de hablar o siquiera respirar, atribuido al hecho de que sentías todo tu cuerpo siendo hundido hasta lo más profundo del agua...

Los primeros movimientos que fuiste capaz de hacer fueron reflejos de simple aturdimiento, incapaz de reaccionar antes, debido al shock de la pelea y el haber recibido un doloroso impacto en la espalda, apenas soportable con la adrenalina recorriendo tus venas. Solo conseguiste reaccionar cuando una mano agarró tu cuello, apretándolo sin piedad ninguna, casi al mismo tiempo que tu muñeca, alzándola con tal fuerza como si quisiera arrancarla del hombro. Sentías cómo filosas garras se clavaban en la piel de ambas zonas, perforando con demasiada facilidad. Aquello te obligó abrir los ojos, encontrándote cara a cara con Moon, quien te miraba con sus zócalos completamente abiertos, rojos como la misma sangre que seguramente se escurría de tus heridas, emitiendo una sonrisa tan amplia que permitía ver cada uno de sus afilados y grandes dientes.

Nunca te habías dado cuenta de cuán grande, imponente y aterrador era Moon hasta ahora...

El miedo provocó parálisis durante unos breves instantes, solo siendo ignorado cuando tu cuerpo pedía, obviamente, aire. Intentaste en vano alcanzar la garra que te sujetaba el cuello, con tu única mano libre, en un desesperado intento de ser liberada. Pero él no hacía caso, de hecho, su agarre era más fuerte. Podría haberte roto el cuello si quería, pero no lo hizo. Él te quería hundir, quería ahogarte, hacerte desmallar antes de que murieras. Tu instinto de supervivencia decía que debías salir de allí en seguida, buscar aire y seguridad, sin embargo, esa racionalidad característica de todo científico afirmaba que eso iba a ser imposible. Sun y Moon eran criaturas salvajes, encarceladas contra su voluntad.

Por tanto, si tenían una presa fácil delante, como lo eras en ese momento, no iban a desaprovechar la oportunidad, por mucho que tú hubieras intentado ayudarlos a sobrevivir.

Pensar así era de hipócritas. No dejaba de ser doloroso.

Pero, aun así, no querías morir, así que intentaste luchar, apretar su mano, golpear su cara, pronunciar su nombre, pedir ser liberada. Tus piernas también intentaban empujarlo, por puro instinto.

Todo fue inútil.

Los angustiosos segundos mientras estabas atrapada se volvieron eternos. De tu boca escaparon varias burbujas de aire, el poco aliento que quedaba se escapa sin permiso de tus pulmones, arrastrándote en una muerte lenta y segura... Y Moon lo sabía. Su sonrisa incrementaba, la lengua se escurrió de su boca cual serpiente para lamer sus dientes, sin dejar de mirarte ni un momento. Su aleta superior se movió hasta quedar a escasos centímetros de tu rostro, emitiendo, entonces, una tenue luz, cálida y suave, la cual inevitablemente llamaba tu atención, como una polilla a la llama. Cuanto más la veías, más recorría por tu cuerpo una sensación agradable, invitándote a cerrar los ojos y descansar, sintiendo cada parte de tu ser terriblemente pesado... Tal vez aquello era un pequeño acto de piedad, una forma de calmarte antes de ahogarte, para así otorgar una muerte tranquila, sin más agobios ni miedo... Pura tranquilidad, la cual fue gratamente bienvenida...

Unos fuertes golpes retumbaron en el tanque. Al girar ambos el rostro, pudisteis ver al otro lado a Sun, quien mantenía a Dave atrapado casi de la misma forma que hacía Moon contigo. El sireno estaba golpeando el cristal con la mano que no se aferraba al cuello del otro humano, con el fin de llamar la atención de Moon. No pudiste seguir viendo más de lo que ocurría al otro lado del vidrio porque el agarre del sireno azul se movió, provocando que no pudieras volver a mover la cabeza. Solo pudiste sentir y escuchar una vibración inusual que surgió en el agua, aguda y fuerte. La mano de Moon se agarró con mayor fuerza a tu cuello. Fue entonces cuando un gran gruñido furioso surgió de las fauces de Moon, uno el cual recorrió tu cuerpo, desde la cabeza hasta los pies, grave e intenso, amenazador. Parecía Sun responder aquello con su propio gruñido, provocando una vibración más intensa y larga que la de su hermano, rápida y eficaz.

The Sea Jesters Are Real Science! [SPANISH] [Sundrop x Lectora x Moondrop]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora