Si caes una vez, no es mi culpa. Si caes dos veces... Tal vez SÍ es tu culpa.

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Volver de la cafetería tomó más tiempo del usual. Cuando normalmente suponía media hora de descanso, lo extendiste a una hora, meramente por haber estado pensativa durante todo ese rato, sopesando la conversación con Moon. Pedir perdón era fácil, y Sun se merecía una buena disculpa. El regalo era un asunto bastante difícil, ¿qué le podías dar a un ser acuático en su situación...? No era como regalarle a cualquier otro amigo, a quienes podrías darles ropa u objetos decorativos. No, a Sun era importante darle algo que necesitara, que le hiciera sentirse mejor en el tanque... Y Moon no había dado siquiera una pista, algo por dónde empezar. ¿Tal vez alguna actividad que le gustase? ¿Un día especial?

Sinceramente no habías tenido las horas de sueño necesarias como para agregar un nuevo enigma a tu larga lista de problemas por resolver. Pero allí estabas, y ya era tiempo de volver a trabajar.

Con pasos amplios, sintiendo el corazón palpitar, el camino recorrido desde la cafetería hasta el pabellón fue tedioso, y algo temido. No te habías levantado esa mañana pensando que ibas a disculparte con Sun, pensar un regalo, y demás. Honestamente, enfrentarlo te daba miedo, mucho miedo. Sin embargo, Moon había abierto una puerta para ayudarlos a ambos, aún si solo lo hacía pensando en el bienestar de su hermano. Lógicamente sabías que no volvería a ser como antes... Pero al menos podía ser mejor de lo que era ahora.

Al llegar al pabellón aún algo oscuro, notaste que había varias cajas colocadas frente al tanque. Un enorme motor de casi dos metros esperaba a ser utilizado, y las hélices, de gran tamaño también, estaban completamente nuevas. El experimento iba a ser un total éxito. Aun así, querías revisar el envío, por si acaso, antes de empezar. Para ello se necesitaba la ayuda del guardia, además de encender las luces. Subiste las escaleras para llegar a la estación de vigilancia... Donde no había absolutamente nadie. Frunciste el ceño, buscando en las cámaras del ordenador. Nadie había en el laboratorio, ni en las pasarelas. ¿Dónde estaba el guarda?

Fue entonces cuando la puerta de un armario se abrió de repente, una sombra salió de él y parecía estar susurrando consigo mismo. Al instante gritaste del susto, y el susodicho también, quedando los dos de piedra, mirándose fijamente. Segundos tuvieron que pasar hasta que ambos os disteis cuenta de quién era el otro.

"¡¿MIKE?!"

"¡Doc!", dijo Mike, saliendo del armario y cerrando la puerta detrás de él, con una naturalidad sublime. "Al fin llegas. ¿Qué tal? ¿Me has echado de menos?"

Parpadeaste varias veces con los ojos muy abiertos, mirando confundida por encima del hombro del guardia.

"Uh, tú, has salido de... ¿Un armario?"

Mike se encogió de hombros sin verse extrañado.

"Revisaba que todo estuviera limpio y esas cosas. Perdón por el susto, creo que olvidé encender las luces, iré a hacerlo ahora."

"¿Vale...?" Mike de por sí era un hombre bastante reservado, así que era mejor dejarlo pasar. "Sí, me alegra verte por aquí. ¿Has sido tú quien ha recogido el paquete?" Mike asintió.

"Sí, aquí tienes el albarán, sabía que querrías revisarlo." Su media sonrisa era estática mientras tomaba el documento de su escritorio y te lo entregaba, no pudiste evitar verlo algo dudosa.

"Claro, gracias. Voy a bajar y... Hacer mis cosas, entonces. Ahora nos vemos con los demás." Él se despidió con un gesto vago en la mano, y tú te marchaste. Sentiste su pesada mirada en tu espalda durante serios segundos, pero desapareció una vez bajaste varios escalones.

Realmente querías revisar el paquete enviado, pero el equipo estaba a punto de llegar para realizar un nuevo experimento, y habías ido pronto al pabellón con otra intención, la cual casi se te olvidaba tras el pequeño susto. Había demasiadas cosas a las que prestar atención a lo largo del día... Trabajar era agotador.

The Sea Jesters Are Real Science! [SPANISH] [Sundrop x Lectora x Moondrop]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora