Capitulo 1

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Lo interesante de la vida es lo imprevisible que es; un día estás tomando el desayuno de manera apresurada porque se te hace tarde para el trabajo y tu prometido se burla de ti por traer el vestido al revés por las prisas, te despides rápidamente y coges una tostada mientras las cosas se van queriendo caer por todos lados sin saber que ese sería el último beso que compartirían, la última mirada y la última carcajada, y al siguiente día estás sentada en el funeral de tu prometido evaluando las grietas de su sala preguntándote cómo no las notaste todas esas veces que estuviste ahí, tampoco como había un poco de verde en el azul de sus ojos de una manera sofocante y como su padre era tan parecido a él. 

En realidad era una versión más acabada y opaca, no tenía sus estridentes carcajadas, pero sí su mentón afilado y su cabello miel con varias rebeldes canas.

Anne no logró asimilar del todo la situación, es como si estuviera en un estado de shock desde la tarde anterior donde la había llamado la que sería su futura suegra avisándole que su prometido  había sufrido un paro cardíaco esa mañana poco después de que se hubiesen despedido esa misma mañana entre risas y burlas. Las causas no eran muy claras, lo único que era claro era que no volvería a escuchar sus risas y bromas sobre lo despistada que era. 

George era el hombre más alegre y bromista que había conocido jamás, indudablemente él era el alma de la fiesta y no había quién no lo adorara, era muy feliz trabajando en una extraña tienda de antigüedades que su familia tenía, adoraba la historia y conocía millas de datos inútiles que ella ya no podría escuchar más. 

Se conocieron formalmente dos años atrás en una fiesta donde su mejor amiga Cara los presentó aunque siempre se habían visto no había pasado a más de un lejano saludo de cortesía con la mano, pero a partir de esa fiesta  se volvieron inseparables. Él la ayudó con varios de sus problemas de confianza y con lo relajado que era, volviéndola de cierta manera en una versión bastante parecida de él, ahora ambos eran el alma de la fiesta y se la vivían haciendo bromas. Se acaban de comprometer hace solo dos meses pero todos ya los imaginaban en el altar.

—Anne, debes comer algo.- su madre la vio con tristeza y preocupación. Era una señora bastante linda pero algo dura pues después de todo solo eran ellas dos. Era un poco más bajita que Anne y tenía el mismo tono de cabello miel que su hija. — No te puedes pasar mal ahora. Debes mantenerte fuerte.

Vio cómo se acercaba a paso incómodo a la señora Russel, la madre de George, su prometido y sentía ganas de salir corriendo a llorar pero sabía que si para ella era difícil para su madre debía ser doscientas veces peor.

—Anne, hija, ya es hora. — dijo con la voz bastante ronca viendo como Anne movía su anillo de manera impaciente, con un gesto de cabeza le afirmó que ella estaba lista también porque sabía que si hablaba rompería a llorar.

El funeral fue bastante lindo, todos hablaron cosas maravillosas de George y ella solo sonreía y lloraba por lo bajo bien agarrada a su madre. Siempre habían sido solo ellas dos, su padre las había abandonado cuando ella tenía 2 años por razones que nunca entendió pero prefería no molestar a su madre. A su otro lado estaba Cara, su mejor amiga. Ella tenía su cabeza en su hombro y algunas lágrimas corrieron por su cara pero usaron de esconderlas, ella era dura y reacia pero ahora que veía a su hermano y mejor amigo a punto de ser enterrado no pudo seguir fingiéndolo más. 

Cara le recordaba mucho a George. Ambos tenían el cabezo miel rebelde y eran altos. Cara solía llevar el cabello medianamente corto, solo un poco más abajo de los hombros y con unos rizos de envidia, evidente herencia de su padre. Compartían ojos azules profundos pero en el caso de Cara inspiraban algo de miedo algunas veces y en el de George tranquilidad. Eran británicos con un acento muy marcado que generaba en Anne molestarlos siempre aunque secretamente la volvía loca. 

...

Los días posteriores se sintieron como en cámara lenta, o eso creyó Anne. No fue a la escuela durante la primera semana y solo recibió los apuntes y tareas de Lando, su mejor amigo y compañero de universidad, ambos estudiaban literatura y se conocían de varios años, así que él la conocía y evitaba hacerle preguntas innecesarias, solo la apoyaba. Lando era un chico de complexión delgado cabello muy enmarañado y que solía pintar de tonos diferentes según su ánimo. Cuando Alice no pudo seguir faltando a clases volvió pero sin mucho ánimo.

Segunda oportunidad | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora