Querido George

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Han pasado ciento treinta y siete días desde tu partida y ni un segundo de los 493,200 en que no piense cómo sería la vida si estuvieras aquí conmigo; qué dato curioso dirías, qué canción me obligarías a bailar enfrente de todos, qué sabor de helado preferirías.

Cada día, desde tu partida, he deseado verte de nuevo. Escuchar tu voz, ver tus ojos.

Algunas veces al caminar por las calles creo verte del otro lado de la acera; a veces creo estarás en casa esperando con alguna nueva sopa instantánea de la tienda asiática que tanto te gustaba visitar, para probar mientras vemos películas en la sala. 

A veces creo que estás simplemente en otro lado. A veces, creo que nunca te fuiste.

Me gusta imaginarte vivo, aunque  eso significara que no estuvieras conmigo. Que haces cosas simples como lavar platos y enseñar a un pequeño grupo de niños sobre la historia de las antigüedades que hay en la tienda. Pero también te imagino haciendo cosas diferentes, quizá  saltaste del puente con arnés como siempre quisiste o que te volviste fotógrafo profesional de mascotas. 

Te imagino haciendo una nueva y muy diferente vida: Que te casaste con una mujer que conociste en un viaje por España, que vives en Oxford o que crías delfines en Australia.

Te imagino haciendo cosas  porque el simple hecho de pensar que el mundo perdió un ser tan maravilloso como tú me hace sentir que la vida simplemente no tiene sentido alguno.


El día que recibí la llamada de tu partida sentí que me moría y si te soy sincera casi lo deseaba. Después perdí un poco de percepción de las cosas. Estaba sumamente molesta con el mundo o con la vida. Y estoy bastante segura que también perdí un poco la cabeza. Debo decir que fue tu familia la que me trajo a la realidad, Cara y Lando nunca me dejaron sola aunque también ellos te hayan perdido, y por supuesto mi mamá. Supongo que ella fue la que evitó me aventara del segundo piso de la biblioteca. No podía dejarla sola.

Ellos están bien, por cierto, aún no están juntos juntos, (ya sabes que son unos tercos) pero creo muy pronto lo estarán. Verlos es mi único recuerdo que el amor existe. Solía solo verte para saber que existía el amor, pero ahora debo voltear a ellos. Y no me malentiendas, me hace feliz saber lo que tienen.

Fuiste mi primer amor. Jamás creí amar a alguien de la forma que lo hice contigo. El día que llegaste a mi vida cambié por completo, y por alguna razón, cuando te fuiste volví a hacerlo. 

Siento que nunca te dije lo suficiente cuánto de amaba, siempre creí habría tiempo. Que tendríamos más tiempo, que sabrías lo que significabas para mí. Pero ahora me doy cuenta que no podemos esperar siempre al mañana o que la otra persona lo sepa sin que se lo digas. Pero supongo que uno nunca sabe, nunca puedes estar seguro. Y ese es un efecto del amor, crees que todo está por sentado; El amor te da una estabilidad que te hace creer la vida siempre será así, que no habrá dolor o pérdida. Pero cuando llega, cuando todo se desmorona y pierdes esa estabilidad te das cuenta que solo vivías en la delgada línea, al igual que todos, una llena de inseguridad y de posibilidades.

Nadie dijo que lo nuestro duraría por siempre pero cariño,  lo intentamos. Éramos algo, ¿no lo crees? 

eso es algo por lo que siempre estaré agradecida, que no te hayas rendido después de que Lando te haya lanzado ese vaso de pepsi.


George, te amo y te amaré por siempre. Te llevaré contigo en cada paso porque estás tatuado en mi corazón. 

Y si mis deseos se hubiesen cumplido, hubieses sido tú

El único, el indicado, el para siempre. 

Siempre creí pasaría contigo el resto de mi vida. Que tú eras el indicado. Pero supongo la vida no tenía los mismos planes y ya no puedo seguir esperando por ti.

Nunca te olvidaré. Fuiste la pérdida de mi vida. 

Siempre te recordaré como el gran amor que fuimos pero ahora, ahora es momento de avanzar.

Conocí a alguien, ¿sabes? Es un buen chico, y aunque creo lo he asustado quiero dejar el  pasado y todo el dolor que hay en él atrás para tener otra oportunidad de vivir. Tener mi segunda oportunidad.

No sé si será Charles u otra persona, no sé siquiera si la consiga. Pero lo que sí sé es que ya no puedo seguirte llorando como lo he hecho hasta hoy. 

Aquí me despido como tu prometida, pero te mantendré en mi recuerdo como una amiga


Con amor eterno, Anne.

Segunda oportunidad | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora