Querida Anne

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Mi dulce, dulce Anne

He estado pensando por varios minutos en como iniciar esta carta, sin embargo, sin importar qué tanto lo intente no dejo de tachar cosas y arrojarlas a la basura. Todo se siente irreal e insuficiente para explicarte.

He pensado inclusive que quizá debería decirte la verdad de frente pero si escribirlo me ha resultado complicado el decirlo en voz alto sería inasequible.

He aprovechado que te has ido con tus compañeros a esa excursión que por alguna razón les entusiasmaba tanto sobre escritores que han muerto hace décadas en Nueva York.

Aunque si dejamos de lado la cuestión de los escritores sigue siendo Nueva York ¡la gran manzana! 

De hecho, sabías que el apodo inició en los 20's haciendo referencia a las carreras de caballos en Nueva York pero fue hasta los 30's que los músicos lo ocuparon para hacer referencia al tamaño y la importancia de las ciudades en las que tocarían y como Nueva York tenía el mayor número de clubs importantes y por ende mayor exposición se le atribuyó ser la gran manzana.

Aunque supongo se popularizó por puro turismo años después.

En fin. Sé que oficialmente no nos hablamos por la tontería de los fideos que peleamos hace dos noches y es que ahora que se mi futuro ese tipo de cosas me parecen tan ilógicas. ¿Por qué desperdiciar valioso tiempo en tonterías así?

No dejo de pensar en ti y en lo nuestro. Cuando te pedí que te casaras conmigo no sabía nada de esto, todos me decían que éramos muy jóvenes, que aún no terminabas ni la carrera y yo apenas tenía dos años fuera de la misma pero a mí solo me parecía lo más natural.

Y es que si amas a alguien ¿para qué esperar?  Ahora debo de decir que no me arrepiento y que tú nunca lo debes hacer Anne, nunca esperes, nunca dejes de demostrar cuánto amas a tus seres querido y disfrútalos cada día.

...

Sé que quizá todo esto debió haber sido un completo shock para ti pero prefería que fuera así a qué supieras esto pasaría con tanto tiempo de anticipación como yo.

Y quizá me odies por tomar esta decisión sin preguntarte pero debes perdonar a esta alma en pena que no quería afrontar algo así, quizá solo pensaba en mí y en pasar días normales junto a ti.

Verás, hoy fui por los últimos estudios que confirman mi situación de salud.

Resulta que los dolores en el pecho eran consecuencia de una afección cardiaca silenciosa. No te preocupes mis padres ya están enterados desde los primeros resultados pero Cara y tú no y me gustaría mantenerlo así. Sería más fácil, más orgánico.

Aunque para el momento que leas esta carta ya ambas lo sabrán.

La situación es, querida Anne, que quiero evitar que mis últimos días en este plano sean depresivos y dramáticos. Quiero vivirlos como lo he hecho por los últimos años: a tu lado, feliz y tranquilo.


Cuando te conocí supe que quería pasar el resto de mis días contigo, y ahora sé que así lo haré. 

Es una lástima que no haya durado más pero quiero que sepas que cada día junto a ti ha valido por diez años.

Me cambiaste la perspectiva, me colocaste en mi camino. 

Solía ver la vida como un conjunto de momentos sin mayor importancia, sin grandes recuerdos o propósitos pero ahora que veo atrás solo recuerdo los momentos junto a ti, una vida feliz he de decir. Quizá no larga pero puedo asegurarte que sí una muy feliz.

Quizá siempre tuvo sentido que me fuera joven, siempre viví mi vida tan apresuradamente, siempre quise ser el primero en muchas cosas y ahora seré ciertamente el primero de todos ustedes en irme.

Quiero pensar que mi paso por este mundo tuvo un propósito y por las últimas semanas he tratado de buscarlo con desespero, necesitaba una respuesta a por qué me debía ir tan rápido del mundo sin haber hecho mucho, sin haber logrado nada.

No parecía justo que ahora que era genuinamente feliz con mi vida y sentía comenzaba a tener sentido se me fuera a quitar.

Pero luego te escuché llegar emocionada un día. 

Había logrado derribar tus miedos y atrevido a mostrar uno de tus escritos al comité de aprobación para una de las pasantías más prestigiosas de Nueva York. Un sueño que durante años anhelaste pero que no creías hacerlo por miedo a ser rechazada. No te creías capaz, ¡qué error tan grande no creer en ti!

Ese día entendí que mi paso por la tierra no había sido en vano, y no es que me quiera dar todo el crédito por tu hazaña pero si no mal recuerdo cuando te conocí eras la persona más introvertida del planeta. Pero unos meses conmigo te bastaron para seguirme la corriente en mis tonterías comenzaste a perder el miedo y la pena. 

Ahora bailas conmigo en las fiestas, ahora cantas en los karaokes y no tienes miedo a dar tu opinión o alzar la voz porque si algo estoy seguro es que tu voz debe ser escuchada. 

Oh, Anne tienes tanto que decir, tanto que demostrar y siempre ha sido así pero antes preferías esconderte. Y ahora el mundo podrá ver lo increíble que eres.

Quizá mi paso por este mundo no fue para hacer cosas grandes pero sí para ayudar a que los de mi alrededor desarrollaran su máximo potencial.

Quiero creer que ayudé a Cara con sus habilidades sociales antes nulas, a mis padres a cumplir su sueño de viajar por el mundo pero que no podían hacer por la tienda de antigüedades que debo decir ha sido un éxito desde que está a mi mando.

Mi punto es que quizá no todos estamos hechos para vivir vidas largas, aventureras y explosivas. Quizá algunos tenemos propósitos más sencillos y no por ello signifique que no disfrutemos la vida porque créeme que lo hice.

Viví, reí, comí, bailé, viajé, conocí, disfruté y aproveché cada segundo de mi existencia.

 Eso es todo lo que quiero para ti, que sea lo que hagas lo disfrutes.


Solo quiero decirte que no guardaría ni guardaré ninguna clase de rencor cuando decidas seguir adelante, enamorarte e inclusive un día casarte.

En realidad espero que lo hagas. No me gustaría pensar que fui la razón por la que nunca pudiste encontrar felicidad.

Eres maravillosa, graciosa, detallista y entregada. Nunca dejes que nada ni nadie te cambie. Ni siquiera yo.

Si estás leyendo esto es porque te atreviste y superaste todo. Porque ¡te vas a casar! y debo decir que nada me hace más feliz de imaginar, porque te amo tanto que la idea de que encontraste la felicidad después de mi partida me da paz.

Es por eso que pedí a mis padres te entregaran esto cuando estuvieras lista. Cuando me hayas dejado atrás. 

No quería que lo hicieras por mí, sino por ti. A tu momento y tiempo.


Mi camino termina aquí pero el tuyo a penas inicia y nada me haría irme en paz más que saber que estarás bien, que encontraste el amor y la libertad en otro lado.

Te amé con anhelo, te amo con desespero y te amaré por siempre. 

Hasta siempre, mi dulce, dulce Anne.

Con amor, George

Segunda oportunidad | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora