XXIX

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Robert

—¡Dónde está mi esposa? — suspiro encogiendome de hombros, la repuesta solo la tiene Arthur, yo creía que Alaia seguía con el en su perfecto reino, pero debí sospecharlo cuando recibí la respuesta a su carta

—No lo sé — me sincero, la detonación se escucha más cerca de lo que estamos, Aarón llora y tengo que acunarlo para que siga durmiendo — creía que estaba contigo...

—Si estuviese conmigo, mi pueblo no estaría en llamas — gruñe, estamos en un punto muerto entre el antiguo Navarre y Salisbury, fue la única forma de poder vernos, el estresado, las ojeras debajo de sus ojos me dan un indicio que no ha dormido nada, yo traje a Aarón, ya que Cinnia debía descansar

—Estamos en un punto de la guerra que requiere la reunión entre todos los miembros del consejo, para lograr que papá reciba la corona sacaré el tema de Alaia — Joseph gruñe de nuevo, me pasa un pequeño frasco

—Solo unas gotas — expresa — y cuando tengas el lugar donde está mi esposa, quiero la puta ubicación en seguida

—Lo tendrás — Aarón vuelve a llorar cuando una nueva detonación se oye

—Ese maldito sabe que estoy en Salisbury... — susurra Joseph antes de subir a su auto y largarse sin despedirse, guardo el frasco dentro del borde de mi manga y tomo a Aarón para cubrirlo bien para subir al auto que me regresa al castillo de Salisbury

Aarón despierta cuando bajamos del auto, acaricio su cabello para que se calme su respiración y luego sale corriendo, la doncella de mi esposa lo sigue, y suspiro

—Señor Marconi, la reunión esta a punto de empezar — me anuncia un guardia, me quito la bufanda y avanzó al salón del trono donde están los altos cargos de Salisbury, mi padre a la derecha del Rey y todos observan a Arthur mirar planos y sonreír

—Creía que hoy teníamos el gusto de por fin ver a la princesa — murmuró sentandome al lado de mi padre, Arthur se tensa, hasta el último vello de su piel se eriza, me mira y sonrió

Ve en mi sonrisa que sabe, que Alaia no está en este país desde hace dos años, pide un vaso de agua sin dejar de mirarme y ambos escuchamos los murmullos de la gente a nuestro alrededor

Es cierto

Tenemos 2 años sin ver a la princesa

Arthur me mira y se aclara la garganta

—Mi hija sigue en su internado fuera — responde sin dejarme de ver — ya está por terminarlo, y pronto la tendremos de vuelta... Más pronto de lo que imaginan

Sigue con la reunión como si no pasará nada, su mirada no me abandona, ni un solo segundo, da las estrategias de guerra y termina la reunión, me levanto acomodando mi saco y me despido de papá, quien me asegura que irá a ver a Aarón después

Camino a paso lento hacia mi habitación, una voz me detiene y sonrió dando media vuelta

—Robert, acompáñame a mi despacho, por favor — pide Arthur con amabilidad, aún cuando su voz suena tensa, me giro y abro mi boca con sorpresa, fingida sorpresa

—Claro majestad — contesto, avanzando hacia el lugar, camino relajado hasta cuento los pasos que dan hasta el amplio despacio, acaricio la perilla y la deslizó hacia abajo para abrirla, Arthur avanza también despacio y se sienta sobre su silla

Estira la mano, indicándome que tome asiento y lo hago, veo como se acomoda mejor en su lugar y me observa, tamborileo los dedos sobre el escritorio esperando que hable, carraspea, baja la mirada unos minutos antes de volver a verme

—Robert Eduar Aarón Marconi — susurra mi nombre

—Arthur Rinaldi — respondo — ¿Que pasa?

—Sabes algo, eso lo se y antes de que te envié a prisión por traición a la patria, me vas a decir todo lo que sabes — sonrió sin poder evitarlo

—Se que no terminaré en prisión — respondo, lamiendo mis labios sin quitar la sonrisa que amenaza con quebrarle la paciencia — Arthur, de ser el caso, tu no solo estarías en prisión, si no directo a la horca...

Arthur me ve con irá, aprieta los puños y me da una mirada significativa que no evita que el que salga ganando de esta reunión sea yo y el se quede, sin reino

Una lastima

Suelto un suspiro, vuelvo a mover los dedos sobre la mesa, y el me insta a hablar

—¿Desde cuándo lo sabes?— pregunta tenso, y triplica el odio en su mirada

—¿Que Alaia huyó de Salisbury para casarse en secreto de ti con el rey de Olive, el reino enwmigo? — aclaro mi garganta antes de continuar — ¿Que tuvo una hija, que legalmente es la heredera al trono de Salisbury y por la cuál debería haber un papel firmado declarando la unión de ambos pueblos?

Arthur me ve con odio y yo suelta una risa ligera erizando los vellos de su piel

»—Tengo las pruebas en mi poder — murmuró — y si me envías a matar, o a prisión, saldrán a la luz y quién estará tras las rejas serás tú

—¡Qué mierda quieres?— grita quitando el sudor de su rostro, y entonces me acomodo, mirándolo

—Algo muy sencillo, en realidad — expreso, miro la ventana y aprecio el lugar que pronto voy a reinar — renuncia a la corona, cede tu poder para que yo pueda subir al trono y seré muy indulgente contigo y Alaia

Su Majestad [Tronos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora