XXXIII

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Robert

—Majestad — hago una mueca y recibo el papel que cosquillea en mis manos, no es de quién esperaba, es otra letra fina que anuncia lo que se había aplazado tanto tiempo

Aprieto los labios y suspiro

—Vayan por el cuerpo — ordeno, saliendo del castillo, antes de subir al auto dos doncellas de Cinnia me detienen

—Que pena incomodarlo majestad — murmuró, suelto un suspiro hastiado escapa de mi boca, instandola a hablar — no encontramos a la reina, la buscamos en su habitación, en la de su hijo, pero no aparece

—¿Se les perdió una mujer embarazada? — murmuró tenso, tengo una idea de dónde está, cierro los ojos y vuelvo a abrirlos para verla encogerse en su lugar — más les vale que este para cuando regrese

Ellas, tragan en seco y subo al auto, cierro los ojos y el hombre toma el camino rápido lo que nos deja en unas dos horas frente a la casa de Alaia, bajo cerrando el botón de mi saco, y avanzó, abro la puerta sin necesidad de esfuerzo

Y miro a mi alrededor buscando un indicio que mi esposa está en el lugar, arrugó el ceño a no encontrar nada, solo a una Alaia que me cruza los brazos y rueda los ojos hastiada

Pero yo lo estoy más

—¿Dónde está mi esposa? — pregunto yendo directo al punto

—También estoy bien, gracias por su preocupación, majestad — murmura con sarcasmo — y referente a su pregunta, ¿No es su esposa? ¿Cómo sabría yo dónde está?

Empujo la mejilla con mi lengua, observandola, se ve como siempre, incluso se ve que está soltando más veneno que de costumbre

—Se que está aquí, pero la buscaré cuando me vaya para que pueda descansar, cosa que debería estar haciendo — gruño

—No creo que la encuentres aquí, ya que vivo sola con el hombre que dice, me dió la vida — expresa algo burlona

Hago una mueca al ver que menciona al antiguo rey y saco el papel que le extiendo, ella enarca una ceja pero lo toma, ya tendré tiempo de buscar a Cinnia

Ella lo Lee y hace una mueca, pero se mantiene impasible, la veo y ella vuelve a verme a mi

—¿No dirás nada? — se encoge de hombros, otro de los guardias llega y me entrega un estilo de fotografía que le extiendo a ella enseguida

—No entiendo que quieras que diga — muerde una de sus mejillas y sigue viéndome impasible, aún cuando confirma lo que dice la nota con la imagen del cadáver

—Es tu padre — ella se encoge de hombros — y está muerto

—Lo asesinaron, si, ¿Que quieres que te diga? — expresa harta, — Arthur dejo de ser mi padre hace mucho

Me quedo pensando y me incluso sutilmente para rozar mi frente con la suya, una idea cruza por mi mente viendo la fotografía, Arthur tiene una herida abierta en el cuello, se ve que fue con un objeto pequeño, pero tendría que verlo para saberlo

Tamborileo los dedos sobre mi pierna, bajo la mirada un momento tomamdo el impulso necesario para soltar la pregunta que ha estado vacilando en mi mente con su actitud, el odio que le tiene a Arthur y todo se forma un hilo para que pueda formular la pregunta que bulle por salir de mi boca

—¿Asesinaste a tu padre, Alaia? —  susurro escapa de mis labios, antes que pueda procesarlo

Ella se inclina más, sus labios rozan los míos, me congelo en mi posición queriendo que apartarme pero ella no me deja una sonrisa cruel se desliza por su comisura, antes de repasar mi rostro con sus manos

—Siempre me han llamado la atención tus ojos, ¿Por qué son verdes? O ¿Por qué ese verde en particular?—  expresa y trato de contener el impulso de querer cubrirlos, de cerrar los ojos para que no los vea — me da risa tu obsesión conmigo, y ni siquiera puedes estar frente a mi, tan cerca y dejar  de temblar, ¿Te doy miedo?

Trago en seco sintiendo como una gota de sudor resbala por mi frente, tan fría como estoy

—Te hice una pregunta... ¿Asesinaste a tu padre?

—No, lo hiciste tu, al igual que asesinaste el tuyo — murmura volviendo a su lugar, sin apartar la mirada de desdén, juega con uno de mis cigarros y lo enciende

Sus palabras me dejan igual de helado que sentir su cercanía, llevándome la mente a recuerdos que quiero evitar

«—Promete que será rápido y sin dolor — murmura, sus ojos verdes tristes mientras observa el límite del pueblo todo lo que está sobre sus hombros, lo que adquirió gracias a mi y que ahora va a rechazar — te ayude, pero no puedo vivir con el peso de la traición

—¿Cuál traición, padre? — gruño sin entenderlo

—La que he cometido para con Joseph, tendrás lo que quieras — susurra — espero que lo cuides tanto como el lo cuido

Gruño de nuevo, y le pasó la papeleta que antes me había pedido, no tiene sello o algo que indique de trata, solo la vierte sobre su café, y le da un sorbo, lo miro mientras lo termina, dando un vistazo más al gran muro que nos separa de Olive

Y suspira, diciendo algunas frases que no lo entiendo, lo sostengo antes de que caiga el piso y rodeo su cuerpo y me siento con el, acunandolo cómo tantas veces lo hizo conmigo, se queda así, con una sonrisa que me indica que está en paz, mientras se marcha, y está vez para siempre»

Parpadeo, sintiendo el peso de la culpa que rápidamente cede a uno de enojo por lo que quiere indicar, vuelve a sonríe y camina hacia algún punto dentro de la casa, pero no le prestó atención pues mi cabeza sigue dando vueltas

El antiguo Rey fue asesinado a manos de su hija y ahora también tendré que lidiar con ese secreto, que pesa más que la muerte de mi padre

Su Majestad [Tronos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora