Capítulo XXIV

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꧁Distracción (Parte 2) ꧂

Washington D.C.
12 de marzo de 2022
12:36 P.M.

Marco

En cuanto salgo del edificio abordo una de las camionetas, ni bien termina de subir Mike en el asiento del copiloto arranco y salgo conduciendo como un demente ya que los mercenarios nos están pisando los talones, tomo calles en sentido contrario intentando dificultarles el alcanzarnos, pero su chofer parece un jodido veterano de la fórmula uno. Mis oídos se inundan con el sonido del claxon de los otros autos y las maldiciones de sus conductores.
En un retorno hago un giro en U y me adentro a la autopista, necesitando alejar lo más posible a estos tipos de Melissa.

Cuando llevo más de media hora conduciendo y después de casi chocar cuatro veces Mike por fin me informa que Morózov logro sacar a Melissa y ya está segura en mi habitación.

—Trate de no matarnos, señor. No es necesario que se lleve todos los botes de basura que se le atraviesen.

—Aún nos persiguen, no me puedo dar el gusto de ponerme a pensar en los putos botes de basura, ya quiero llegar con Melissa.

Giro y tomo una calle alterna, una vez dentro del mi edificio será prácticamente imposible que nos atrapen. Hoy fue un mal día para no haber tomado mi Koenigsegg Agera RS, es habitual que yo utilicé ese tipo de autos por si se presentan imprevistos como este, en la persecución anterior salí bien librado porque Mike manejaba un auto deportivo.

Sigo alternando entre calles, evitando el tráfico, las ventajas de que te persigan en tu ciudad es que sabes que calles tomar y tus perseguidores todo lo basan en un mapa, no hay nada como el haber recorrido estas calles cientos de veces.

Estoy a cinco cuadras de mi destino y ya me siento con un pie dentro, estoy a nada de llegar y comprobar por mí mismo si Melissa está intacta, porque más le vale a Morózov que lo este o soy capaz de despellejarlo vivo con tan solo unas tijeras para manicura. Me pierdo ideando diferentes maneras de hacer sufrir a Vasilios que no me percato de la camioneta aparcada que nos cierra el paso hasta que Mike grita:

—¡Marco, cuidado!

Freno en seco y quedo a menos de dos metros de distancia, casi en seguida reacciono y comienzo a conducir de reversa, pero una camioneta sale de no sé dónde impidiéndonos huir. Los imbéciles que se supone me están cuidando quine sabe en donde demonios quedaron.

—Quédese aquí, tratare de despejarle el camino de enfrente para que pueda correr y se pierda entre los callejones —pide Mike preparando su arma.

—No digas estupideces, hay mínimo cuatro hombres armados hasta los dientes en cada camioneta, en cuanto salgas te dejaran como un trozo de queso suizo —abro la guantera y tomo la Ruger 57 que siempre traigo conmigo, verifico que este cargada y desbloqueo las puertas de la camioneta. —Primero abriremos las puertas traseras ya que corremos el riesgo de que nos disparen a la espalda.

Meto la mano entre medio del asiento y la puerta trasera hasta encontrar la manija y empujar la puerta antes de que Mike pueda detenerme ya estoy abajo y no le queda más opción que imitar mis movimientos.

—¡Tenemos ventaja, somos más, bajen las armas y suban a la camioneta por las buenas, eviten llevarse algún disparo! —grita uno de los tipos desde dentro del vehículo.

La Excepción A Mis ReglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora