Bruma

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- Entra tú primero. Le dijo Juliana a Valentina al llegar al estacionamiento del trabajo, sin querer bajar de la camioneta.

- ¿Por qué? Todos saben que estamos comprometidas ¿Qué más da si entramos juntas?

- Es que, Val. Este trabajo es importante para mi, me he esforzado mucho y lo necesito, no quiero que me traten diferente por estar a tu lado.

¡Ouch! Valentina lo sintió de momento como una pinchada al corazón. Pero al ver el rostro apenado de Juliana lo dejó de lado al instante.

- Ok, lo entiendo Juls, entraré antes pero en algún momento la boda llegará y serás la esposa de la Presidente, quiero que te acostumbres a esto pero lo haremos a tu tiempo.

Juliana se sonrojó y sus ojos se abrieron. Valentina besó su mano y el chofer le dio su bolso para dar paso hacia la entrada del edifico. Los pulsos de la morena se pausaron ¡la boda! Valentina tenía razón en algún momento seria la esposa legal de Valentina, por el trato o por lo que fuera así sería. Llegar en esa gran camioneta conducida por un chofer, entrar a lado de Valentina y que todos salgan del elevador solo para dejarles libre al acceso le parecía absurdo, Juliana no era así.

- Señorita Valdés. ¿Está bien? Le preguntó preocupado Alirio.

- Si, si. Respondió Juliana saliendo de la camioneta.

- Permítame ayudarle. El chofer le dio la mano y le colocó el bolso en su hombro.

- Yo puedo Alirio, muchas gracias. Respondió amable pero aturdida por el trato.

Ten un lindo día ❤️. ¿Te parece si cenamos ramen?

Leyó el mensaje Juliana desde su pequeña oficina. No podía concentrarse en nada que no fuera en lo abrumador que estaba resultando este día.

Gracias Val. Ten un lindo día también. ¿Podríamos dejarlo para mañana? Me gustaría caminar un poco y estar más tiempo con mi mamá el día de hoy.

- Ahora creerá que como es novia de la directora ya no tiene porque entregarnos su parte del proyecto. Juliana escuchó murmuros afuera de su oficina.

- Bueno, bueno serían más productivas si no se metieran en la vida de los demás. Respondió Mayela a sus compañeras de cubículo quienes lanzaban sus venenosas indirectas.

Juliana río al ver responder tan molesta a su amiga aunque su semblante cambió nuevamente al recordar la situación en la que estaba.

- Gracias. Le dijo con voz muy baja a su amiga quien estaba entrando a su oficina.

- ¿Cómo estás? Te ves preocupada. ¿Tu mamá está bien?

- Si, está mejor.

- ¿Entonces? ¿Es por esas chismosas? Ya se aburrirán de esos comentarios. Todo tú romancé secreto dejará de ser una novedad, aunque a mi me debes toda la historia. Agregó con gracia su amiga.

Tal vez tenia razón, se sentía abrumada por lo repentino y abrupto que había sido todo, pero eventualmente todos se acostumbrarían incluso ella.

- Disculpa, me podrías dejar a solas con Juliana. Lucia su jefa, acababa de entrar en la oficina.

- Con permiso. Se retiró.

- Juliana, buenos días. El Presidente me pidió personalmente notificarte que quiera verte en su oficina ahora, al parecer quiere discreción.

Apenas estaba comenzando a ver de manera positiva todo este asunto cuando de nuevo un balde agua fría caía sobre ella ¿Qué más necesita decirle el Señor Carbajal y por qué tanto misterio?

- ¿Sonaba molesto a algo así? Le preguntó preocupada a la rubia.

Lucia solo movió sus hombros indicando que no tenía idea.

- Anda, no lo hagas esperar. Ven a mi oficina cuando salgas de ahí.

Juliana subió ese elevador con mucho nerviosismo. Pensó de momento parar en el piso de la oficina de Valentina y contarle lo que estaba por pasar. Pero no quería causar un problema entre ambos.

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