La llegada al palacio demoníaco

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—¿Vives aquí? —preguntó el alma. Su expresión era hosca, tan fruncida como quien come un limón. Obviamente al ser un alma, su visión estaba borrosa.

Luo BingHe se puso de cuclillas para poder llegar a su altura. Ladeó su rostro con una extraña expresión de curiosidad.

—¿Te gusta? —sonrió con cinismo el rey demonio.

De todas las cosas que podrían pasar, Luo BingHe nunca había esperado el encontrarse con la versión infantil del hombre que odió por años.

Le resultaba divertido, y encantador.

—Tu casa es una porquería

Muy bien... lo encantador quedaba descartado.

Estaba acostumbrado a las palizas que ese rostro le había dado, a su lengua filosa que lo había herido. Pero simplemente no estaba acostumbrado a esa pequeña persona mirándolo con extrañeza y, claramente, con miedo.

—Estoy buscando a Qi Ge. Estaba conmigo hace un momento, ese miserable me dijo que lo esperara y me dejó aquí.

—¿Qi Ge? ¿Es tu hermano?

—¿Qué te importa? ¿sabes dónde está o no?

Claro, ¿Cómo habría una respuesta amable de Shen Jiu?

Tenía sólo un poco de tiempo antes de que esa alma incompleta se disipara. Sabía que Shen QingQiu era arisco. Sin palabras, lo encerró en una bolsa espaciadora.

Sus pestañas se levantaron, observando el cuerpo magullado, carente de vida de su maestro.

Repentinamente, una idea brilló en su mente

Sólo estaba un pedazo de su alma aquí, uno que tenía la apariencia de ser un niño. Luo Binghe no necesitó más observaciones para concluir que sus otras almas estaban en algún lugar.

Y, obviamente, él iría a buscarlo.

—No creas que por tener tu alma fragmentada podrás librarte de mí, Shen QingQiu.

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Era la primera vez desde que tenía conciencia de Shen Jiu sentía una sensación tan profundamente suave, del tipo de suavidad con la que solo podías soñar al ser un esclavo.

Al abrir los ojos se encontró con el gran marco de una cama lujosa. Las bolsitas aromáticas colgando delicadamente.

El estruendo de una silla de madera cayendo trajo de vuelta su semiconsciente alma.

—¡El niño se ha despertado..! ¡Avísenle a JunShan!

Shen Jiu intentó levantarse, pero su cuerpo pesaba y su mente estaba confusa. Tan mareado como si estuviera saliendo de un viaje en barco.

Su cuerpo se sentía diferente a como recordaba.

Un sonido de la sangre explotando en una pared lo distrajo, tal vez era su impresión o tal vez no, botas de cuero caminando a través del agua...

—¿Despierto? —preguntó Luo BingHe mientras atravesaba el marco de la puerta.

Shen Jiu no se distrajo más con la suave colcha y le lanzó una mirada agria.

La marca demoníaca brillaba con esplendor, solo entonces Shen Jiu comprendió que el hombre frente a él no era alguien común.

—¡Demonio mentiroso ¡¿Qué estás planeando?! ¿Vas a comerme?

Luo BingHe ladeó su rostro con una magnificencia que hizo dudar al joven Shen Jiu.

Pero ese era el asunto, Shen Jiu no era del tipo de persona que se dejaría satisfacer fácilmente, ni siquiera aún cuando era un pequeño.

Era solo que, había algo. Y era específicamente eso; Shen Jiu era un niño.

Frente a él, una larga mesa llena de todo el tipo de comida que jamás había visto antes, ni siquiera en manos de los Jóvenes Maestros más adinerados de su zona.

Luo BingHe vio cómo el niño observaba profundamente atonito los platos, hasta que finalmente condimentó una sopa ligera de congee, pero para su sorpresa no la tomó

—¿Por qué no comes? —preguntó el rey demonio, analizando con fascinación la expresión nerviosa del chico.

"¿Este bastardo planea engordarme?"

Pero esa tierna cara no duró por mucho tiempo.

Una sonrisa sin gracia apareció en ese rostro joven. Con sus delgadas manos, tomó ese tazón de sopa. Sus grandes ojos de fénix sonriendo con desdén

...Y la sopa fue derramada a los pies del rey demonio, burbujeando.

El estado anímico de Luo BingHe se consumió por sí mismo.

—¡Tú...!

—¿Cómo se supone que coma si está envenenada?

La sopa continuaba burbujeante, corroyendo la alfombra roja.

La mirada oscura de Luo BingHe recorrió entre los platos hasta desviarse a las caras de la servidumbre.

No era necesario pensar demasiado.

—No comas nada de aquí.

—No soy estupido. En cambio tú  ¿no se supone que eres un poderoso señor rico? ¿Cómo puedes permitir que traten así a tus invitados?—escupió.

Cuando Luo BingHe desapareció de la mesa, Shen Jiu contó el sonido de sus pasos antes de estar seguro de que había abandonado la sala.

Saltó de la silla con furia, pero completamente satisfecho. Sin palabras movió su vista a la comida.

No esperaba que de verdad estuviera envenenada, había usado su pequeña habilidad de inmortal para confundirlo, pero realmente no creía que de verdad tuviera enemigos.

—Ese lunático ¿Cree que soy un perro?

Justo cuando estaba por tomar el pomo de la puerta, una figura se interpuso, impidiéndole escapar.

—Quítate. —bufó. Pero el niño mantenía su seño frío y su cuerpo recto, su cara redonda pero suave confundió momentáneamente a Shen Jiu, ya que, por lo contrario a sus ropas masculinas, su cara era fina, casi como un monumento hermoso y delicado tallado en jade.

Una brillante, pero débil, marca demoníaca brillando en su frente fue lo que hizo reaccionar a Shen Jiu.

Solo que fue un poco tarde.

De un empujón en su espalda, el chico cayó con su rostro raspándose con la larga alfombra roja.

—Bastardo ¿Cómo te atreves a ser tan altanero con los próximos señores de este castillo?

Desde el rabillo del ojo, Shen Jiu pudo vislumbrar los ojos rojos y expresiones afiladas de un niño mucho más fuerte que el anterior.

"Claro" pensó "Al tener tantas concubinas, es natural que tenga hijos tan arrogantes"

En esta ocasión, se trataba del cachorro de un demonio, pero algo diferente había en la frente del niño que lo había empujado. Su marca demoníaca estaba intensamente pintada con cinabrio rojo, como si alguien lo hubiera dibujado esa mañana, totalmente diferente al del otro, que brillaba con intensidad

—No heredaste la marca demoníaca —concluyó Shen Jiu con diversión. —¿Por qué debería dar respetos a los cachorros de una bestia Lunática?

—¡Tú! —el pequeño joven maestro jaló de su cabello. —Solo porque te haya recogido y mimado, no quiere decir que eres diferente a esos bastardos ordinarios!

El niño jaló el cabello de Shen Jiu para mirar su rostro. Su expresión quedó en blanco.

—Tú... no tienes la marca de mi padre, ni siquiera te pareces a él.

Shen Jiu rodó sus ojos.
—Sería una vergüenza ser hijo de semejante imbécil. Ese miserable al que tanto admiras me secuestró.

—¿Por qué te trajo aquí? Ya tiene muchos hijos, mucho más divertidos que tú, ¿por qué te mima tanto?

¿Quién eres?

El pequeño villano escoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora