Clases con el pequeño JunShang

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—¿Ese manual te funcionó bien?

En el apartado donde las concubinas se reunian, Ning Ying Ying había tomado la iniciativa que invitar a Shen Jiu para hablar.

Con un sonido evasivo, el joven volvió a meter toda su concentración en la sopa hecha por los criados de ella.

Pero no importaba cuánto miraba ese desolado y largo fideo que navegaba en su sopa, nada quitaba la desagradable sensación de su presencia.

Usualmente salía acompañado por Ning Ying Ying a la ciudad que estaba cerca del palacio Huan Hua. Pero al estar rodeado de vigilantes, se sentía como si fuera un perro que llevaban de paseo.

Ning Ying Ying suspiró aliviada. Posó sus delgados dedos en ese manual para finalmente confirmar que era uno común y corriente.

Shen Jiu era consciente de su futuro inhóspito. Por lo que antes de que otras personas se fijaran en él, estudió sobre las matrices de transportación, las pocas hojas de pergamino que existían en la biblioteca, claro está.

No había obtenido buenos resultados. Desesperado por avanzar, buscó otros medios para no quedar totalmente desprotegido contra los matones de QingGe o, por supuesto, las dificultades que conyevaria planear un ataque al palacio Huan Hua.

Caminaba en dirección al pasadizo cercano al horrible lugar donde declinaban unas escaleras de madera firme. A pesar de analizar minuciosamente su situación, no podía salir victorioso en sus salidas ilegales.

Guardó su nueva adquisición entre los pliegues de su túnica y se giró para enfrentarse a esa cara tallada en jade. Tres guardaespaldas como gigantes gorilas lo acompañaban como de costumbre.

No estaba seguro desde cuando lo había estado siguiendo.

—Joven maestro QingGe —saludó sin ninguna reverencia. —¿También necesitas que te lleve personalmente al campo de entrenamiento del palacio HuanHua?

Pero el chico caminó con su arrogante mentón levantado, a paso firme ignoró la ñrimera biblioteca para dirigirse a una habitación al fondo del pasillo y cerró la puerta de un portazo.

Ambos se repelían mutuamente.

Una vez que estuvo seguro de que no saldría por un buen tiempo, Shen Jiu se desvió a los pasadizos para acceder a la segunda biblioteca.

Entre sus dedos, acarició sutilmente los talismanes que había intercambiado a uno de los tantos bastardos hijos de Luo BingHe. Según había escuchado, eran artefactos muy peligrosos, útiles para desequilibrar el Qi del practicantes y ganar tiempo en las peleas mensuales.

Había intentado leer en la biblioteca escondida sobre ellos, pero aún necesitaba aprender más caracteres, por no mencionar que solo había encontrado información sobre instrumentos capaces de generar una desviación de Qi, pero nada sobre talismanes.

Si tuviera la oportunidad, ir a l ruinoso An Ding en busca de información, si es que quedaba algo que rescatar que ya no estuviera quemado en posesión del palacio HuanHua, sería su opción más útil.

Ahí, sentado en un banco improvisado, estaba Shen Jiu con su pincel bañado en tinta negra, preparándose para escribir los caracteres que descansaban plácidamente en su manual de cultivo.

—¿Qué se supone que es eso? —preguntó el único hijo de Sha Hualing, asomándose por el hombro de Shen Jiu. —¿No se supone que vienes a cultivar?

—Practico caligrafía. —respondió el chico sin despegar su vista del pergamino.

—Oh. —inquirió el joven maestro con aires infantiles. —¿Eso quiere decir que el preferido de mi padre, quien es venerado por su elegancia, no sabe ni siquiera los caracteres básicos?

El pequeño villano escoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora