Los jovenes maestros de la mansión demoníaca.

2K 365 55
                                    

Luo BingHe estaba saliendo del territorio en el que Sha Hualing gobernaba. Después de una discusión que era equivalente a discutir con una pared, Sha Hualing volvió a usar su método sumiso para convencerlo de que nunca más intentaría algo contra este invitado no deseado, justificando que pensaba que se trataba de Shen QingQiu tratando de atacar por la espalda.

Había sido muy complicado crear un cuerpo usando la semilla de carne. El alma de Shen Jiu estaba dañada y temía que si se demoraba más, esta pequeña luz de luna se disiparía en un instante.

Por esa razón, no podía esperar más.

Caminó a paso firme hasta llegar al comedor, sin embargo, de todos los escenarios que pudieron pasar, jamás se había imaginado encontrarse con tal espectáculo.

Toda la comida estaba esparcida por la lujosa alfombra roja, tres niños con quemaduras en sus pequeños rostros chillaban y luchaban entre ellos.

El comedor... era un desastre.

Incluso uno de los niños habían rasgado las cortinas de seda con las que adornaban los grandes ventanales.

Pero Luo BingHe no sabía que sonaba más problemático ; lo absurdo que sonaba que tres niños estuvieran sin supervisión o que su Shizun estuviera peleando contra niños mestizos por su vida.

Estos jóvenes maestros habían nacido en cuna de oro, sin conocer nada sobre estar sol a sol en las polvorientas calles.

No sabrían nada sobre valerse por sí mismos, ni lo que era añorar un pedazo de la comida que se les daba a los perros de las casas adineradas y mucho menos sabrían lo que era la verdadera desesperación de que tu vida podría ser tomada sin ningún titubeo.

Aún si eran dos, solo eran pequeños jóvenes maestros de un noble linaje que pensaron ilusamente que podrían acorralar a uno de los esclavos más salvajes de su ciudad.

Por supuesto, Shen Jiu no se dejaría ganar. Desde lanzarle la comida envenenada hasta enrollarlos en cortinas y prenderles fuego. No iba a dejar de luchar.

Era solo que... eran dos, y ambos hijos de un medio demonio.

Sus mejillas magulladas por la paliza se estrellaron en la ahora quemada alfombra roja.

El niño de túnicas negras sostuvo una sopa de mijo envenenada sobre el rostro magullado de Shen Jiu, amenazando con volcarlo sin piedad.

—¡Dìdì, detente!

El otro pequeño lo detuvo por la espalda.

—¿Qué estás haciendo? ¡Él es el enemigo!
¡Quítate!

El niño se aferró a sus espalda, negándose a permitir que su hermano menor derramara ni una gota de ese veneno mortal.

—¡Pero eso lo matará! ¡Dìdì no es un asesino!

—¿Qué sabes tú de lo que yo soy capaz? —de un codazo, golpeó la parte blanda del estómago de su hermano mayor. —¡Solo te permití ayudarme porque ambos queríamos deshacernos de este bastardo! ¡No arruines la consideración que te tengo!

El niño cerró su boca, pero no aflojó su agarre.

El hermano menor rodó los ojos con desgano
—Los hijos de cultivadores son tan aburridos ¡Soy un demonio! ¡¿Si no soy capaz de acabar con la vida de mis enemigos, cómo podré mirar a mi padre?!

—No necesitas hacer eso para que te quiera...

—¡¿Qué sabes tú?! —gritó, sus ojos afilados coloreados de rojo —Naciste con la marca demoníaca aún siendo hijo de una mujer humana. Eres menos de ¼ de demonio. Yo soy hijo de una princesa demoníaca, mi linaje es famoso en los libros de historia.... Pero...
¡Ni siquiera es capaz de mirarme!

El pequeño villano escoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora