siono

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Ahí estaba en rucio, con una rosa en la mano y por alguna extraña razón con care susto.

— Chanchito —me dijo y yo sentí que me temblaba hasta el poto—, déjame pasar porfa, es que casi me cogotean de camino para acá.

Ahora el sorprendido era yo, ¿cómo que en mi barrio lleno de viejitos había delincuencia? Me imaginé a una señora de edad en moto robando celulares y me reí un poco, pero el Chenle seguía afuera mirando pa todas partes cagao del susto.

— Pasa nomás —me hice a un lado y entró hecho un peo.

— Quería darte una sorpresa bonita, pero me salió mal, discúlpame amorcito.

De nuevo sentía cómo se me subía la presión, este cabro de miercale nunca iba a aprender que si me decía cosas bonitas, no me sonrojaba, se me ponían rojas hasta las orejas y tenían que llamar a los de help para que me chequearan. Lo digo porque ya me pasó una vez.

— Da lo mismo, Lele —le dije tranqui y fijé mi mirada en la rosa que tenía en la mano, lo miré de vuelta e intenté levantar una ceja.

Datazo, no sé levantar una pura ceja.

El rucio se rió y se acercó a mi, yo sentía que tenia hasta los dedos de los pies rojos y el corazón me latía a mil.

— Es pa ti po, tontito —me la pasó y me dio un besito en la mejilla, puta que era lindo—. Oye, tenemos que hablar.

Yo me asusté porque le cambió el todo de voz así brígido, en dos segundos me pasé mil rollos. A lo mejor la rosa era para despedirse de mi porque ya encontró a alguien mejor. O a lo mejor se iba de Chile. O quizá se aburrió de mi.

— Jisung, te estoy hablando —escuché que me decía, lo miré cagao del susto, pero él estaba sonriendo—. Te decía que hace un tiempo que estamos en esta situación y yo ya me aburrí la verdad —ay no, tatita Dios por favor que no sea lo que estoy pensando—, no quiero seguir estancado en esto, quiero dar otro paso —conchetu- esperen, ¿qué?—. Quiero que todos en ese liceo culiao sepan que eres mío, porque quiero estar contigo hasta que nos hagamos viejitos, y ojalá morirme yo primero porque no soportaría estar sin ti. Jisung, ¿queri pololear conmigo si o no?

Tenía la boca abierta de la impresión, en cualquier segundo me entraba una mosca. El rucio me miraba esperando que le dijera algo, y yo estaba que me daba un patatús.

— Obvio que si, tonto weon —le dije, no sabía expresar cariño—, hace tiempo quería decirte lo mismo, pero me daba vergüenza. Soy tímido, nya.

El Chenle se largó a reír con esa risa culia de delfín que tanto me gustaba, y después me miró serio de nuevo. Los cambios de ánimo tan repentinos de este cabro me daban wiwi.

Se acercó despacio y yo ya sabía a lo que iba, le sonreí y me dio el sendo calugazo mierda. Tenía su manito en mi nuca y me estaba haciendo cariñito, en cualquier segundo me moría de amor.

— Te amo, chanchito.


yeta | chenji chilensisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora