Capítulo 30

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-No, Jay, algo hiciste mal.

-Por supuesto que no. Seguí los pasos al pie de la letra.

-Estoy segura de que te saltaste alguno.- Kate se rió y negó con la cabeza.

Cuando Jay apareció en la puerta de su departamento con la excusa de estar aburrido y querer pasar tiempo con ella, Kate lo invitó a ayudarla a preparar galletas.

Ninguno de los dos tenía idea de cómo era que se preparaban las galletas, pero tras buscar una receta en internet y conseguir los ingredientes necesarios en un supermercado cercano al edificio, comenzaron a experimentar.

A Jay se le ocurrió que compitieran por hacer las mejores galletas y aunque Kate no quería, terminó por aceptar. En definitiva, la cocina de convertiría en un desastre.

-Servirá, yo lo sé.

-Es demasiado líquida, eso no sirve para hornear galletas.- Kate le mostró su recipiente-. Debió quedarte así.

-Confía en mí, Katie.

-No permitiré que metas eso en el horno- volvió a reírse.

-Es porque tienes miedo de que te gane.- Jay le sonrió con superioridad. Tenía la mejilla izquierda manchada de harina y no se había dado cuenta.

Kate decidió no decirle y burlarse en silencio.

-Es porque tengo miedo de que explotemos o algo así- bromeó ella.

Jay puso los ojos en blanco y dejó de discutir. Sabía perfectamente que había omitido alguna parte de la receta, aunque no supiera cuál, pero no lo admitiría. Porque no quería perder. Y le gustaba molestar a Kate.

Un celular sonó. Kate se limpió las manos con un trapo de cocina al reparar en que era el suyo.

-Sí, diga- contestó.

-¿Kate? ¿Eres tú?

Kate se fijó en el número del que la llamaban. Era desconocido, pero la voz no lo era.

-¿Mamá?

-¡Sí! ¿Estás ocupada?

La pelirroja observó a Jay, quien trataba de arreglar su mezcla para galletas de alguna manera.

-No, podría decirse que estoy jugando. ¿Sucede algo? No es que no me alegre que me llames, pero nunca lo haces.

-Oh, basta, me harás sentir culpable- su madre soltó una risa extraña.

-¿Estás bien? Sueñas un tanto... rara.

-Es sólo que había olvidado lo frío que era el clima aquí en Inglaterra. Tu padre incluso está temblando.

-Lo sé, lo mismo me pasó las primeras semanas que...- de pronto, procesó lo que su madre había dicho. Se giró hacia Jay, que ya la estaba observando y abrió los ojos con exageración-. Espera... ¿dijiste Inglaterra? ¡¿Están aquí?!

-En el aeropuerto- confirmó su madre-. Esperábamos que pudieras venir a recogernos y quizá llevarnos a casa. Si tienes tiempo, claro.

-¿Bromeas? Por supuesto que tengo tiempo. Salgo para allá, espérenme.

-De acuerdo, hija.

La llamada de cortó.

Kate no podía contener su emoción. Fue hacia donde estaba Jay y lo abrazó tan fuerte como pudo. Él ya se imaginaba lo que sucedía y entendía la alegría de su amiga. Le devolvió el abrazo y la elevó unos centímetros del suelo.

-¿Todo bien, pequeña pelirroja?

-Todo perfecto, Jay. Mis padres están aquí.

-Eso es excelente.

Volver a Verte (The WANTED)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora