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Irina

Llevaba días, sintiendo que estaba perseguida por alguien. Cada lugar al que iba, sentía una presencia oscura que me acechaba desde lejos. Pero a pesar de ello, intenté no pensar mucho en ese tema y me fui directamente a mi clase de arte.

Intenté comunicarle esto a mis padres, pero ambos siempre estaban ocupados, cuando se trataba de mi. Desde que tengo uso de razón, nunca me dieron el amor que necesitaba, ni tampoco estaban contentos con lo que hacía.

Soy consciente de que muchas veces, me encarado con ellos por el simple hecho de no aceptar matrimonios arreglados. Se perfectamente cómo funciona este mundo, pero jamas aceptaré esto. No van a joder mi vida, y me da igual que sean mis padres.

Si me van a odiar por no hacer lo que quieran, pues que lo sigan haciendo.

Mi hermana en cambio, es fácil de manipular. Haría cualquier cosa, solamente para que ellos estén orgullosos. Es una muñequita indefensa, y si acepta un matrimonio arreglado, le van a destrozar la vida. Pero no me está escuchando, piensa que estoy celosa, porque a ella si le dan suficiente atención y amor. En cambio a mi no.

Suelto un suspiro. Y vuelvo a concentrarme en lo que estaba haciendo, o eso es lo que intento hacer.

En estos momentos me encuentro agobiada, porque solamente me sale dibujar unos ojos negros como la noche. Ojos tan negros y brillantes como una noche oscura con lluvia y tormentas, me devolvieron la mirada. Eran ojos como agujeros negros, que no dejaban salir nada, ni tampoco transmitían nada.

Aún así continúo manejando el pincel de arriba a abajo, del lienzo. Y acabé los últimos detalles de esos ojos misteriosos; pestañas largas, a pesar de ser un dibujo le tuve envidia, porque son más largas que las mías.

Pase mi mano por mi cara con frustración e intento reprimir un gemido de cansancio. Estoy cansada de mi vida, por no sentirme querida entre mi familia, es como si fuera una persona extraña. Este sentimiento lleva creciendo dentro de mi, desde pequeña. Pero como era pequeña, tan solo cuando me regalaban una muñeca se me olvidaba mi tristeza.

Ojala pudiera volver a ser una niña inocente que no entendía nada de la vida. Ni tampoco el significado de los sentimientos.

—Señorita Ivanov, te veo estresada. ¿Deseas marcharte y descansar?—el profesor Luis se
pone a mi lado y observó el dibujo que hice—Bonitos ojos. Buen trabajo.

Levanté mis ojos hacia él, agradecida por su cumplido. A pesar de no entender porque dibuje esos ojos.

—Estoy un poco cansada, no se que me pasa hoy.—veo el dibujo que tengo enfrente—Debería irme a casa.

El profesor Luis asiente, dándome la razón.

—Tus deseos son órdenes señorita Ivanov, márchate a casa y descansa—me alentó a hacer—Nos vemos mañana.

—Gracias. Hasta mañana

—Es un placer.

Sonreí en su dirección e inmediatamente empecé a recoger mis cosas.

Al salir de clase, decido irme al baño para lavarme un poco la cara, para quitarme un poco de este estrés que llevaba encima.

Me pare enfrente del espejo y empecé a mirar mi reflejo por varios segundos. Si mi propia familia no me quería, ¿como iba a quererme a mi misma? Se me resbalo una lagrima, y me la limpie con furia.

—¡Os odio...os odio!—me deslice en el suelo, tapado mi cara con las manos, para llorar y llorar todo lo que mis ojos podían.

Al desahogarme, lo suficiente, me vuelvo a levantar y empiezo a lavar mi rostro con agua.

Vuelvo a mirar mi reflejo, por segunda vez. Esta vez, mis ojos negros estaban rojizos y sensibles por llorar y mi cabello pelirrojo estaba desordenado. Me lo empiezo a peinar un poco con los dedos, concentrada. Pero, dejo de hacerlo cuando veo de repente en el reflejo a alguien parado detrás de mi.

Mi cuerpo se quedo en shock, mis manos empezaron a temblar y sentí un sudor frío bajando por mi nuca. A pesar de ello, no quise mostrarme asustada. No puedes mostrarte asustada, cuando se trata de un peligro.

Mi bolso...

Al recordar eso, con rapidez saque mi pistola y me encaré con la persona que tenia enfrente. Mi garganta empezó a secarse al ver a este chico oscuro que tenia enfrente. Sus ojos me recordaban al dibujo que hice y me abofeteo mentalmente por pensar en eso. Es imposible que sean los mismos ojos.

—Tan rápido te has obsesionado conmigo, sin ni siquiera conocerme—su voz era firme, autoritaria y ronca. Haciéndome temblar de una manera que yo no sabia que existía—Por cierto, deberías darme ese dibujo que hiciste para mi, ¿no crees?

Levanté la pistola hacia el, sin pestañear.

¿Como es posible?

—No puede ser...eso es algo imposible.

—¿El que? Hackear las cámaras de clase. Eso no es imposible para mi. Cuando se trata de mi juguete.

—No. Dibujarte. Yo...—empecé a dar pasos hacia atrás—Vete. Si no quieres que te mate.

Sus ojos me escanean de arriba a abajo, pero sin mostrar nada. A pesar de mi advertencia, se acercó hacia mi, tapando todo mi espacio personal con su cuerpo alto y imponente. De cerca es mas atractivo, y sin poder evitarlo empecé a mirarlo mas de lo que quería. Todo de el, gritaba oscuridad, desde su pelo negro azabache hasta su ropa negra.

—Otro día sera, uccellinocurvó su boca con una sonrisa ladeada, haciendo resaltar su hoyuelo.

—No quiero volver a verte, ¡me escuchas!

Le puse la pistola en el corazón, pero el ni se inmuto.

—Respuesta incorrecta.—su ojo derecho empezó a hacer un tic y supe que algo bueno no iba a pasar.

Pasó todo tan rápido, que ni siquiera me dio tiempo a reaccionar. Su mano áspera y grande, me rodeó el cuello con fuerza y me estampó contra la pared, haciendo que mi pistola que se caiga al suelo.

—¿Que quieres de mi?—intenté no sonar nerviosa, porque su cuerpo estaba aplastando el mio y eso me estaba desconcentrando. De cierto modo, no se porque, pero no le tenia miedo.

Esa pregunta parece que no le ha hecho gracia. Porque esta vez, su agarre estaba en mi cabello, haciendo que mi cabeza se quede hacia atrás, con mi cuello al descubierto. Eso parece que le gusta, porque pasó su lengua en ese lugar, y pongo todas mis fuerzas para no rendirme en sus manos. Es la primera vez, que siento una lengua en ese lugar y no cualquier lengua, la suya estaba perforada con un piercing.

Era matarlo, no sentirte atraída por el.

—Quiero todo de ti, Irina Ivanov. Todo.

Después comencé a ver solo oscuridad, y era porque el me tapó la nariz con una tela blanca.


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uccellino
pajarito.

Rota por las manos de Marco [#1] NUEVA VERSIÓN MEJORADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora