8.

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 —Mamá, tengo algo que decirte.

—Por la cara que traes, seguro están involucrados tu padre o tu hermano.

—Ambos —remarcó Minho.

—Quizás eso explique tu silencio inusual en la cena.

—¿Qué hicieron ahora?

—¿No estás muy cansada para escuchar mis penas, mamá?

—Hijo, sabes que para ti nunca lo estoy. Y si no nos sentamos tan seguido a conversar, es porque eres tú quien ya no quiere confiarme tus cosas a esta vieja.

—Mamá, no eres vieja.

—Sí que lo soy, hijo. Pero anda, cuéntame qué te tiene así con tu carita triste.

—Conocí a alguien desde hace tres meses. Es del internado de la Madre Corazón.

Los ojos de Victoria echaron destellos luminosos. —¿Lo conozco?

—No lo sé, mamá. No hemos hablado sobre eso. Se llama Lee Taemin, pero le gusta que le digan...

—¿Taem? —adelantó ella.

—¡Mamá, sí lo conoces! ¿Verdad que es un jovencito hermoso?

—Claro, hijo. Es un chico angelical, aunque es un poco joven para ti. Pero no importa, en el amor no hay edades. ¿Y dime, le gustas? ¿Te corresponde?

Victoria, emocionada, tomó las manos de Minho.

—Sí, a todo. Somos novios.

Minho le platicaba a su madre con gran pasión; parecía un adolescente en su primer noviazgo escolar. Le explicó absolutamente todo, desde cómo lo conoció hasta lo sucedido ese día con su hermano y su padre.

—Hijo, vamos a mi despacho.

Victoria tenía una especie de oficina en su casa, donde trabajaba en sus obras altruistas, ayudando a varias instituciones, sobre todo las que tenían que ver con niños rescatados de las calles.

—Quiero que veas este título de aquí.

Ella señaló con su dedo índice uno en específico; la pared estaba llena de todos los que le obsequiaban. Minho se acercó y leyó cuidadosamente. Pertenecía a Taemin; se había graduado con honores y abajo tenía la dedicatoria: "Con todo mi cariño, respeto y agradecimiento a la persona más buena de este mundo. Sin su ayuda, no habría podido salir de las calles. Usted me ofreció un hogar lleno de amor y hermanos. Dios la bendiga, señora Victoria."

Minho se sintió algo molesto consigo mismo. Había entrado a esa oficina toda su vida, y siempre que lo hacía, reconocía esa pared de honor, pero ciertamente lo hacía como vulgarmente se dice: miraba sin ver. En ese momento se preguntaba: "¿Desde cuándo se colgó ahí?" La vergüenza lo invadió. ¿Tan poco le interesaban las cosas de su madre?

—Taem me lo dio tiempo después de que se graduó. Quiso hacerlo antes, pero tu padre le impidió el acceso a la casa. Fue cuando tuve el accidente y estuve en cama. La hermana Yori venía seguido a visitarme y me traía los obsequios que los chicos elaboraban en el internado. Nunca me comentaron nada, hasta que me recuperé. Yung, el mayordomo, me lo dijo. Por supuesto, me molesté mucho, y tu padre solo se hizo el desentendido; ya lo conoces, siempre reacciona así cuando no quiere hablar más de un asunto en particular.

Minho se inclinó hacia Victoria y la besó en la mejilla. —Mamá, estoy muy enamorado. Taem es el amor de mi vida.

Ella lo abrazó con gran ternura; amaba a su hijo y ahora que, por primera vez, le confesaba que estaba enamorado, una inmensa felicidad invadió su corazón de madre.

O TÚ O NADA. (2MIN)🔞🌈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora