♱14: Simple y puro amor

198 34 23
                                    

Dejar que todo fluyera, era justamente a aquello a lo que Mikey se refería.

El brujo sólo podía ver detrás de sus párpados la personificación de los sentimientos que había estado albergando los últimos días mientras su pecho se deshacía en explosiones de fuegos artificiales.

No podía encontrar las palabras para definir lo que estaba sintiendo pero si podía compararlo con el cosquilleo que sentían sus manos cada vez que realizaba un hechizo. Todo era magia pura y se debía únicamente al ser del que seguía prendado de sus labios.

Eran unos labios tan suaves, pequeños y húmedos que encajaban a la perfección entre los suyos. Eran dulces y adictivos, sentía que no quería dejar de probarlos nunca; pero, sabía que de ahora en adelante se marcaba entre Frank y él un antes y un después, y que pronto debía conversar con él y explicarle muchas cosas; muchas de las cuales el tampoco tenía muy en claro pues en ese preciso momento estaba siguiendo sus instintos.

Sin embargo, por el momento las manos cálidas de Frank sobre sus mejillas terminaron de nublar su juicio. El brujo dejó que sus propias manos se dirigieran a la espalda de Frank para después bajar con lentas caricias por todo el largo hasta ubicarse sobre su cintura.

—Gee —suspiró Frank en medio del beso.

El castaño se separó un poco pero plantó muchos besos de mariposa sobre los labios de Gerard, desplazándose también a la comisura de sus labios y su mentón. Aspiró el aroma a menta que estaba impregnado en los labios del brujo y dejó que su cuerpo se deshiciera en sus brazos, en un ágil movimiento se colocó a horcadas sobre él y se apoyó de sus hombros, abrazándolo.

—Dime por favor que esto no es ningún hechizo —dijo como un niño pequeño y Gerard sonrió.

—Yo creo que sí, y es el más peligroso de todos...

—¿Qué...? —trató de preguntar pero los labios de Gerard lo interrumpieron robando otro pequeño beso.

—Es el hechizo más antiguo de todos los tiempos, es casi indestructible y cuando se realiza ya nada más importa en la vida de la persona más que ese ser especial. Es el hechizo del amor —susurró mientras dejaba apoyada su frente con la de Frank.

Frank no podía dar crédito a lo que escuchaba. Su brujo callado, reservado y odioso estaba hablando con él más que nunca en todo aquel tiempo, estaba siendo gentil y le estaba confesando ¿Qué? ¿Sus sentimientos? Por qué de ser así Frank estaba más que feliz ya que todo lo que Gerard estaba diciendo era lo que él sentía en su pecho.

Una llama pura, fuerte y eterna que se había encendido dentro de él y la cual no planeaba extinguirse pronto. Por el contrario cada vez que sus labios tocaban los ajenos parecía que el calor crecía más, intensificándose a tao grado que iba a acabar con todo a su paso.

¿Amor? Una palabra demasiado fuerte pero que a Frank ya no le sorprendía en lo más mínimo. Si él era un semidiós, seguramente capaz de controlar los océanos con sus manos, era el portador del arma más poderosa del mundo; entonces, nada le prohibía dejarse envolver por las flamas del amor y entregarse al brujo con mirada pétrea pero poseedor de los ojos más cautivadores del mundo.

Después de todo el sentimiento de seguridad y paz que Frank sintió en medio de todo aquel dolor que estaba sufriendo por la pérdida de Anthony, tenía su explicación en la simple presencia de Gerard. Quizás su corazón lo había sabido desde siempre y solo había necesitado experimentar una situación así para descubrirlo.

Y vaya que lo agradecía enormemente, porque lo mejor de todo era que Gerard había sido quien tomó la iniciativa.

Frank... —murmuró Gerard contra la piel de su cuello al momento en que dejaron de besarse para fundirse en un apretado abrazo.

El Protector ➛FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora