Prólogo

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El duro suelo entraba en contacto con sus descalzos pies, el suelo ardía como grava misma, solo pisarla era un dolor insoportable, pero correr sobre ella lo era aún más. Su respiración acelerada, casi no sentía el oxígeno, pero cada que miraba atrás mayor era su deseo de correr, ¿A que le huía? No lograba describir.

¿Que era peor? ¿Ser perseguido por quienes creíste eran tus amigos? ¿O por aquello que te quitaron tu única amistad? La respuesta era simple para mi, ambos, ninguno de los dos tendría perdón, al menos no el mío .

Crecer en el cielo, un paraíso codiciado por muchos y alabado por otros, todos desean el paraíso, yo deseaba nunca volver a pisar ese lugar lleno de traidores, aún si mis únicos leales amigos seguían ahí, no volvería, nunca.
Por el contrario, el infierno, aquel lugar donde la basura humana se reúne, los demonios nacen, y el pecado se desata, el lugar por si solo decía mucho, sin importar que circuló fuera no esperaba nada, pero que sorpresas me llevó cuando conocí más afondó ese lugar.

Demonios y ángeles, enemigos por naturaleza, ahora me parecía una estupidez. Los Ángeles son buenos dicen unos, aprendí de mano propia que tan crueles y proferidos pueden estar Los Ángeles en el fondo. Demonios, seres nacidos del pecado, su naturaleza malvada y pecadora los hacía inmundos, otra superstición infundada, no todos son malos, algunos tiene un corazón bondadoso, más que Los Ángeles mismo.

Pero incluso al final me volví enemigo de ambos, un ángel no encaja entre demonios, un demonio no encaja entre Ángeles.

Entonces ¿Donde terminará esto?.

Al final solo llegué a un callejón sin salida, un callejón al que se refleja la desesperación y la culpa en cada esquina, en cada sombra. Estaba atrapado en este laberinto al cual no podía escapar; las miradas, las voces, la oscuridad... ¿eh? Un cielo carmín... ¿de que estaba huyendo?...

Traición celestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora