" El cielo es el paraíso más deseado del hombre "
Me levanté exaltado, la brisa que entró en la habitación como de costumbre golpeo mi rostro empapado de sudor, la frescura caló dentro de mis huesos y me permitió despabilarme mejor. Aún así la calma no llego y como si el aire se estuviera por acabar tome grandes bocanadas de aire.
Mi mente estaba hecho un lió. No podía pensar con claridad y me perdí en el débil sonido de mi respiración regulandose. Un sonido que me perturbó hasta que mi mente fue invadida por recuerdos vagos del sueño.
Ahí estaba yo.
Tendido sobre una superficie desconocida. La frialdad que está otorgo me quedó grabada en la piel junto a la escalofriante sensación que el cielo carmín frente a mí me trasmitía desde lo alto.
Su cercanía me aterraba, pero cuando notaba que más lejos estaba me desesperaba y anhelaba llegar a el. La bruma del miedo y el deseo habían golpeado mi cuerpo, pero apesar de eso no me moví en ningún momento.
Me quedé acostado, admirando en silencio las tonalidades rojas mezclarse bajo nubes turbulentas.
Tan hermoso.
Salí del trance al escuchar una trompeta, la alarma matutina para dar comienzo al día laboral me ayudo a regresar de golpe a la realidad.
Mire a mi alrededor con cautela. Sin extrañas estructuras para acostarse ni cielos anormales. Frente a mi estaba el mismo cuarto de todos los días, de un blanco inmaculado que relucía bajo los finos rayos de sol que lograban filtrarse atraves de la ventana.
Con pesadez retiré las cobijas, note mis extremidades entumecidas, pero ignore la sensación lo mejor que pude y me levanté de la cama. Comprobando que la frialdad bajo mis pies no era la misma que la del suelo de mi sueño.
Aunque nisiquiera sabía si estaba acostado sobre un piso en primer lugar.
Me estire un poco y caminé despacio hacia la ventana, en donde los rayos del sol se esforzaban por invadir la habitación atraves de la blanca cortina que bailaba de forma sutil con el viento. La moví con delicadeza hacia un lado y buscando tranquilidad observe el exterior.
La intensa luz del sol era cegadora, pero una vez me acostumbre visualice aquel hermoso cielo bajo el cual crecí. Su tono azul con algunos toques anaranjados era muy diferente al que mi mente fabricó en sueños. Pero aún así me parecía hermoso y me deje envolver por la tranquilidad que emanaba.
Era un gran día, tanto para pasear por las calles blancas con una pareja como para simplemente salir solo. Desvíe la mirada del cielo, para admirar como los Ángeles caminaban por las calles de mármol y saludaban con una sonrisa a algunas cuantas almas que pasaban con pequeñas canastas de frutas y pan, fruto de su bondad en la tierra.
La mayoría de estas almas son niños y personas mayores. Al cielo entran almas puras que no hicieron nada malo en su vida pasada, creyeron en Dios hasta el ultimo suspiro antes de su muerte.
Reconocí las almas infantiles que brillaban como pequeñas estrellas, y como todas las mañanas me entristecía recordando que esas almas abundaban por aquí y que lamentablemente pertenecían a niños que murieron en una edad muy temprana.
Nisiquiera se puede decir que vivieron realmente.
Después de mirar unos minutos, me arrodille a los pies de la ventana, juntando mis manos y escondiendo mi rostro en ellas para iniciar la primera oración del día.
Murmuré a lo bajo, en un tono tan ligero que el viento se llevo mis palabras. Los agradecimientos por un día más de vida y la hermosa vista que se me permite ver todas las mañanas fluyeron naturalmente y como en todas las oraciones termine pidiendo piedad por las almas en la tierra, el perdón de sus pecados y la salvación de sus almas.
ESTÁS LEYENDO
Traición celestial
Science FictionJuan Pablo Levy es un ángel Serafín como los demás, un día le es otorgada una misión para su futuro. Su popularidad crece al pasar el tiempo, haciendo amigos y visitando lugares, un día toda su felicidad fue destruida al ocurrir un accidente que man...