|Arvin Russell|
Desde lo alto de las Fíats, me quedé mirando hacia el sur. Ahora la espesura del margen del bosque era más frondosa, pero no tardé más que un par de minutos en encontrar el sendero de ciervos que tomaba con papá para ir al tronco de rezar. Vi el tejado metálico del cobertizo y apuré el paso. La casa ya no estaba, tal como me había dicho el dependiente de la tienda.
Entonces pensé en aún así quedarme allí a verla, pero sabía que resultaría más doloroso de lo que era ahora. Así que simplemente seguí el camino.
Al llegar me di cuenta de que casi todo estaba invadido de hierba negra y de helechos silvestres.
El corazón se me detuvo un segundo cuando vi que, de la cruz que mi padre había levantado, todavía colgaban algunos restos del perro, a lo que instintivamente me apoyé en un árbol y me acordé de los días previos a la muerte de mi madre. En cómo papá deseaba tanto que ella viviera. Él habría hecho cualquier cosa por salvarla.
A la mierda la sangre y el hedor, el calor y los insectos.
—Cualquier cosa.
Me arrodillé y comencé a bajar los huesos uno a uno, para comenzar a cavar un hoyo en la tierra y así darle lo que tanto había querido desde niño.
Un funeral.
Y después fue como darme cuenta, ahí de rodillas en la iglesia de mi padre, que no había tenido otra opción. Que él había tenido que ir dondequiera que fuera mamá.
Y tal vez yo también, tal vez estaba condenado a repetir la historia. Pero está vez lo había estropeado por que hasta ahora me daba cuenta de eso y de que la había dejado millones de kilómetros atrás. Y que muy seguramente tampoco podría vivir sin ella.
¿Cómo haría entonces?
—¿Arvin Russell? — oí que me llamaba una voz estridente.
Me agaché detrás de un nogal y me puse de pie muy despacio. Conteniendo la respiración, me asomé al otro lado del tronco y vi a un oficial con una escopeta en las manos. Al principio solamente pude verle una parte de la camisa marrón y de las botas.
Luego el agente de la ley dio unos cuantos pasos más y pude distinguir buena parte de su cara roja.
—¡Arvin Russell, sé que estás ahí abajo en alguna parte! ¡Es el sheriff Bodecker, hijo! ¡Solo quiero hacerte unas preguntas!
Entonces escuché un disparo que me hizo volver al suelo y alistar la Luger.
—¡Lo lamento! El maldito pájaro me asustó. ¡No estoy aquí para lastimarte! ¡Y sé que no quieres lastimarme! ¡Sal para que podamos tener una charla!
Recosté la cabeza en el césped intentando hacer el menor ruido posible.
—Me imaginaba que vendrías aquí — continuó — ¿Te acuerdas de la noche que me trajiste? Fue horrible lo que hizo tu padre.
Cogí un trozo de leña seca que tenía a mis pies y lo tiré bien alto por una obertura que había entre las ramas. Cuando rebotó en un árbol más abajo del tronco de rezar, Bodecker hizo dos disparos más en rápida sucesión.
—¡Maldita sea, muchacho, no juegues conmigo!
—¡Baje el arma, sheriff! — grité entonces — ¡Tengo una apuntándole!
—¡No puedo hacer eso, hijo!
—¡Solo déjela en el suelo y aléjese!
Guardó silencio un momento y continuó.
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El Castigo Divino (Arvin Russell y tú)
FanfictionUn joven se dedica a proteger a sus seres queridos en un pueblo lleno de corrupción y personajes siniestros. Dos chicos envueltos en miseria, unen sus historias.