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—Jisoo...—El pelinegro volvió a pronunciar su nombre, dejándola paralizada en el lugar.

La menor tragó saliva, sin palabras dentro de su garganta. Nada salía de allí, ni siquiera una simple silaba.

Nada podía salir de sus labios al ver a la persona que quería en ese horrible estado.

Dio un brinco, sacándola de su trance, una vez entraron varios enfermeros y el doctor, quienes se encaminaron con rapidez hacia el jovencito pelinegro.

—Señorita, le voy a tener que pedir que se retire—Una mujer de baja estatura le susurró cordialmente y posó una de sus manos sobre la espalda de la adolescente, dirigiéndola hacia la puerta—Yo le avisaré cuando pueda pasar a verlo.

Jisoo se limitó a asentir, perdida y nerviosa. Salió por completo de la habitación, empezando a caminar por el ancho pasillo, alejándose de aquel lugar en donde se encontraba SeokJin.

El chico que quería su corazón pero, que a la vez, logró romperlo en mil pedazos.

Cerró sus ojos y expulsó muchísimo aire, retenido en sus pulmones. Eso lograría contener las lágrimas que abundaban en todo su interior.

Aunque dicen que llorar no es malo, ni tonto. Las personas muchas veces logran liberar dolor llorando.

Pero, no era el momento. Taehyung y Rosé se encontraban en el hospital, lo que menos quería lograr era llamar aún más la atención en toda esta trágica situación que estaban viviendo.

— ¡Jisoo!—El castaño corrió hacia ella, muy preocupado—Dios, no sabía que estabas por aquí. Pensé que simplemente habías ido a tomar agua—Jadeó— ¿Viste a Jin? ¿Cómo se encontraba?

—O-Oh... bueno, sí. Estaba... uh, despierto cuando llegué—El más alto tragó saliva—Pero, los enfermeros me pidieron que salga. Ellos me avisarán cuando... cuando podríamos pasar a verlo.

Taehyung asintió. Sus ojos brillaban y sus mejillas estaban enrojecidas hasta casi tocar su nariz.

— ¿Y Rosé?—Decidió preguntar al no verla a su lado.

—Está allá, en la entrada. No quiero hablar de eso—Tronó su cuello—Ven, vamos. Mi mamá no tarda en llegar y compró un poco de comida. Seguramente tienen hambre.

Taehyung rodeó el cuello de Jisoo, pasando su brazo por ambos hombros, y la alejó de aquella pesada habitación.

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SeokJin observaba todo el pequeño lugar en donde se encontraba arrecostado. Éste era tan blanco, había tanta luz que lograba marearlo.

Lastimaba sus manos, enterrando sus uñas sobre las palmas. Su labio superior e inferior rotos ante tantas mordidas y su corazón ya se cansaba de latir tanto.

Quería tomarse un descanso.

Se asustó cuando escuchó la puerta abrirse lentamente. Su cuerpecito empezó a temblar, había muchas personas que tenía miedo de verles la cara.

Sus padres.

Taehyung.

Jisoo.

Mordió fuertemente el interior de su mejilla, pasando dificultosamente saliva al ver a su castaño amigo del otro lado.

—Hey...—Tae agarró la silla y se sentó al lado de la camilla— ¿Cómo te encuentras ahora? ¿Mejor?

Jin asintió, sin mirarlo.

— ¿Comiste lo que te dieron?—Ahora negó— ¿Por qué no?

—Es feo...—Susurró cansado, cerrando sus ojitos por unos segundos—Pero, al final... comí... comí un poco. La... la enfermera me dijo que... uh, que debía hacerlo. No me encuentro tan... tan débil ahora...—Sorbió de su nariz— ¿Puedo irme a mi casa?

Detrás de la pantalla [Jinsoo]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora