Caminé por el pasillo de las habitaciones, decidí no mortificarme con las respuestas, era mejor continuar con lo que normalmente hacía. Aunque fuese demasiado complicado callar a la conciencia que exigía que corriese lejos de allí. ¿Qué tan difícil era aceptar una mentira?
Me detuve frente a un ventanal, que separaba las habitaciones. Antes de la ventana había un lugar para sentarse y admirar la vista, tuve el impulso de detenerme y quedarme ahí sentada, sin embargo, sentí como alguien colocaba el filo de una navaja con peligrosa cercanía a mi cuello.
No me moví, tampoco intuía quien podía ser, era un hombre, eso lo tenía por seguro, lo demás no. Sentí su pesada respiración invadiendo el hueco de mi cuello. Por un segundo, tuve una sensación de familiaridad.
—¿Quedaremos así todo el día? —solté luego de unos segundos, me estaba impacientando no conocer el rostro de quien estuviese ahí.
—Podríamos hacerlo, no tengo objeción contra ello —esa voz, sacó el filo de mi vista, llevándolo hacia atrás y se alejó— Pero, no he venido por eso. Hay algo más importante.
—¿Qué podría ser más importante que tu presencia aquí? —dije con burla.
No te esperaba aquí. Pero, de alguna forma, eso da un brinco a mi corazón.
—Algo que si te va a importar —pausó—, vinieron a buscarla, a estas alturas ya se la habrán llevado.
—¿Qué? —solté sin dar cabida a lo que decía. Vaya manera de arruinar el momento.
Sabía que se refería a Priscila, era la única persona que cabría en nuestras conversaciones. Ignoré su presencia, si lo que decía era cierto, debía encontrar a Agni o a Aryeh, antes que nada. Debía evitar que la sacaran.
¿Cómo se atrevían a tratar de llevársela? ¿Qué demonios había hecho esa mujer con ellos? Miento si dijera que no me afectaba, aún la herida estaba cicatrizando, pero no lo haría si volvía a abrirse con constancia.
Por más que intentara encontrar respuesta al porqué de sus actuaciones, no las encontraba. Es allí, en donde las dudas volvían a surgir, ¿qué tenía ella?, ¿hubiesen hecho lo mismo por mí?
La respuesta que mantenía mi escasa tranquilidad al límite, era pensar que ella era la causa de todo. Ella podría manipularlos con facilidad, cualquiera pudiese ser engañado de esa manera, pero debían ser demasiado frágiles para caer en su encanto. De ellos podría esperármelo, pero eso me llevaba a otra cuestión, en donde entraba Leila en la ecuación, ¿qué pasaba con ella?
Los pensamientos se disiparon a medida que entraba al salón del trono, allí estaban Agni y Aryeh hablando, parecían estar muy concentrados en la charla. Disminuí mi velocidad cuando comencé a acercarme más al lugar, había salido corriendo a penas escuchado la confesión y por el eco de sus pasos, sabía que me había perseguido.
Respiré con dificultad, tomándome con disimulo el abdomen. Correr no me hacía bien, es más, no recordaba cuando había sido la última vez que había corrido de esa manera.
Al llegar, Agni estaba sentado en el trono con una expresión filosa, mientras Aryeh estaba de espaldas a mí. Terminé de acercarme y me paré a un lado de Aryeh, consiguiendo una mirada de ambos.
—¿Qué hace él acá? —siseó Agni, clavando la mirada por sobre mi hombro. Lo miraba con odio, y no lo culpaba.
—Ellos vinieron a buscarla —ignoré lo que había dicho, centrándome en lo que más me importaba.
—Lo sabemos —exclamó con sarna Aryeh, miré a Agni a modo de pregunta y él asintió.
—Se la llevaron —agregó apenado Agni.
—¿Cómo que se la llevaron? —alcé la voz, mirando a Aryeh.
Se suponía que él estaba allí por ser el mejor hechicero de Klirale, no para estar de adorno. Si ellos habían logrado traspasarlo, que podríamos esperar de algún acontecimiento futuro.
—¿No se supone que tu magia es la mejor? —dije ante el silencio de la sala, Aryeh se encogió de hombros.
—Lo que preparé estaba capacitado para detener a humanos, no a mi hermano —bufé exasperada.
—¿No se te ocurrió la posibilidad de que también podrían usar magia? —exclamé con movimientos de manos, que acompañaban mi enojo.
—Pues no —soltó con ligereza, consiguiendo una mala mirada de mi parte.
—¿Qué haremos ahora entonces? —me agarré de la cabeza.
Con ella se iban todas mis esperanzas de vengarme, todas las ilusiones de acabar con todo el dolor.
—Se metieron en nuestro palacio y se llevaron a nuestra prisionera, no podemos dejar pasar esto —se levantó Agni con seriedad, sabía que querían decir sus palabras y no estaba dispuesta a aceptarlo.
—Ni se te ocurra querer iniciar una pelea ni mucho menos, una guerra —lo acusé con el dedo—, recuerda que nosotros dimos el primer paso en el juego —pausé— Esto es nuestro problema, no involucres más personas de lo necesario.
Si de algo estaba completamente segura, era de que no quería que hubiese problemas a grandes escalas. Por un lado, no quería que más personas que no tuviesen que ver con el conflicto pagaran las deudas, tal y como yo las había pagado antes, por otro lado, la simple idea de un problema grande desencadenaría aún más problemas en el sistema de los reinos.
—Aryeh —lo llamé— ¿Alguna sugerencia?
—No creo que Jamal los lleve tan pronto a Idront de regreso, buscará la manera de cobrar primero, sin contar que Priscila de seguro querrá iniciar algo en su contra, majestades. Dudo de que regresen enseguida —se cruzó de brazos.
—Buen punto —mencioné dándome la vuelta— ¿Sigues aquí? —cuestioné con interés al ver el hombre que estaba detrás de mí y que hasta entonces, se había mantenido tan callado que fácilmente pudo haber pasado desapercibido, cual sombra en la oscuridad.
—Aun no me dicen que hace él aquí —exclamó Agni, con una nota de enojo.
—Tendrás que acostumbrarte a verme por un largo tiempo —él le devolvió una sonrisa a Agni, mientras colocaba sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón, adoptando una postura relajada— Cambié de bando, planeo quedarme aquí por un tiempo.
—No te quedarás —rebatió Agni.
—¿Y desde cuándo es que decides eso? —le enfrentó.
—Basta —los interrumpí— Dejen las peleas para otro momento —me quejé.
Ya estaba demasiado estresada con tener que pensar en que haría para encontrar a Priscila de nuevo, que no quería tener que aguantar a dos hombres peleando y tratando de descifrar quien era mejor que el otro.
—Tenemos que resolver esto —dije, antes de caminar en la misma dirección por la cual había ingresado.
Una mano interceptó mi camino aferrándose alrededor de mi brazo, su agarre era fuerte, sin embargo, también cuidadoso al punto de que no llegara a lastimar. Lo miré, no pude evitar sonreír al ver la mirada que tenía, me recordaba tantas cosas. Trastabillé cuando me estiró rompiendo la lejanía que teníamos.
Rodeó mi cuerpo entre sus brazos. Tardé un segundo en corresponder, devolviéndole el abrazo, suspiré sintiéndolo por fin cerca.
—Te extrañé, Briony —susurró al mismo tiempo que acomodaba su cabeza en el hueco de mi cuello.
—Brais —murmuré, aferrándome a las emociones que una vez me invadieron y recordando como ellas se sentían tan bien.
Él había vuelto, eso quería decir una cosa: volveríamos a ser los tres contra el mundo.
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Polvo de Cristales
Fantasy•Segundo libro de la bilogía "Cristales" Cinco años pasaron desde que la profecía se llevó a Samira a un nuevo mundo. Cinco años en los que ella no ha dejado de buscar a quienes la dañaron, para tomar represalias. Sin embargo, la magia los mantenido...