—Qué sepan que tengo demasiadas preguntas acerca de esto —bromeé, mientras bajaba las escaleras del segundo piso.
Claro que tenía muchas preguntas, ¿por qué estaban tan apresurados por casarnos? ¿por qué sería una ceremonia fuera de lo normal? ¿por qué sería de noche?
Había tantas cuestiones que surcaban mi mente, que eran inevitables no pensar en ellas. Ellos decían que no había de que preocuparme, que me relajara y disfrutara, eso intentaba, pero mi mente no quería ejercer un papel colaborativo. Ella me forzaba a sobre pensarlo todo.
—No hay nada de preocuparse —sonrió con tranquilidad Agni.
Ambos me esperaban al final de las escaleras, vestían trajes iguales lo cual llamó mi atención enseguida. Brais estiró su mano para ayudarme a bajar los últimos escalones mientras que Agni mantenía sus manos detrás de su espalda, con una sonrisa que decía que allí ocultaba algo.
Una vez me coloqué a un lado de Brais, Agni se acercó unos pasos.
—Te falta esto —dijo, sacando aquello que escondía detrás de su espalda.
Sonreí. En sus manos traía una tiara, la miré tratando de detallarla, estaba construida con una mezcla del mismo cristal que adornaba el castillo, a su vez, tenía partes decoradas con lo que parecían diamantes.
El la colocó entre mi cabello. No pude evitar centrar mi mirada en su concentración.
Desde esa cercanía, sus ojos parecían tener un brillo especial que opacaba su similitud con el color de la piedra. Volví a sonreír mientras acababa de repasarlo, tenía la barba apenas crecida lo que ayudaba a darle un toque de seriedad. Sin embargo, unas hebras de su cabello cubrían su frente dándole un toque más juvenil.
—Listo —dijo alejándose, casi reproché. No quería que se alejara.
Brais se acercó, colocando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. Su acto aceleraba la emoción de mi corazón, esta vez fue él quien sonrió, sin embargo, compartía el brillo de su hermano en la mirada, solo que a diferencia de Agni, él tenía los ojos de color marrón, uno que se mimetizaba con facilidad en la penumbra.
Ambos eran muy parecidos, la diferencia entre ellos era muy poca, y se resumía en específico al color de sus ojos y cabello, puesto que Brais tenía el cabello más claro que Agni. Fuera de ello, también habían mantenido una diferencia evidente en sus personalidades, algo que ahora parecía estar muy lejos.
—¿Vamos? —preguntó Brais.
Me acerqué a Brais, a quien abracé de lado mientras entrelazaba mi mano izquierda con la de Agni. Dejé que ambos me guiaran en el camino, no sabía a donde iríamos, no tenía ni la más mínima idea. Pero, a decir verdad, a estas alturas lo último que me importaba era eso.
Fueron varios pasillos los que atravesamos, nos habíamos acercado al ala del castillo en donde mantenían las celdas. Aunque habíamos doblado e ingresado en una sala muy alejada a las mazmorras.
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Polvo de Cristales
Fantasía•Segundo libro de la bilogía "Cristales" Cinco años pasaron desde que la profecía se llevó a Samira a un nuevo mundo. Cinco años en los que ella no ha dejado de buscar a quienes la dañaron, para tomar represalias. Sin embargo, la magia los mantenido...