Capítulo 2👑

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Lo que había dicho, se había vuelto realidad: no ocurrió nada

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Lo que había dicho, se había vuelto realidad: no ocurrió nada.

Luego de varias miradas, regaños de Baruc por mi escasa concentración y risas nerviosas, no sucedió nada, ni una mísera pizca de aire se había movido a nuestro alrededor. Era tan patético que daba pena.

—¿Qué haces ahí? —la voz de Agni perturbó mi silencio.

—Hablo con las flores, si en algún momento me responden, Baruc y tú serán los primeros en enterarse —dije con burla.

Me había sentado en las hierbas del jardín, necesitaba aire fresco, un respiro quizás. Tal vez conectar con otro tipo de cosas sería aquello que estaba impidiendo mi labor.

No me molestaba quedarme en el suelo, era refrescante sentir los pies descalzos amoldándose a la naturaleza. No había mucho a mi alrededor: unos cuantos árboles desconocidos a unos metros y extrañas plantas, que intuía eran flores pero, a la mayoría no las había visto florecer, en todo ese tiempo.

Me estiré con pereza, estaba cómoda ahí.

—Muy graciosa —él se acercó, quedando frente a mí.

—¿Sucede algo especial? o ¿A que se debe la vista extraoficial, majestad? —alcé mi mirada, permitiéndome recorrerlo con ella.

Conocía la seriedad de su postura, siempre se colocaba así cuando trataba con algún noble visitante, cuando hacía nuevos negocios o cuando recibía noticias importantes, malas en su mayoría. Tenía el cuerpo relajado, con las manos en los bolsillos de sus pantalones. Sin embargo, la seriedad aún permanecía intacta en su expresión, algo que contrastaba con su sosegada actitud.

—En realidad, si —lo esperaba—, venía a avisarte que Gerd vino a decir que los preparativos del casamiento de Eber ya están en marcha, al parecer se llevara a cabo en dos días.

Un escalofrío recorrió mi piel, yo habría estado ocupando el lugar de aquella joven. Lástima, porque ella no viviría lo suficiente para disfrutarlo.

—¿Cuándo iremos? —cuestioné intrigada.

—En el mismo día de la boda —fruncí el ceño. ¿Por qué?

—¿Qué cosas tienes en mente? —comencé a jugar con una planta, dirigiéndole toda mi atención a ella.

—Planeo irrumpir en una boda —dijo con diversión. Lo miré asombrada

—¿Qué? —fue lo único que se me ocurrió decir.

—Bueno, verás. —Fingió inocencia— Cabe la posibilidad de que tengo ganas de armar un desastre, o quizás, hacerles saber con quienes no deben meterse.

—No, eso traerá problemas. Lo sabes bien —agregué con seriedad.

No me gustaba la idea de crear un revuelo, eso no estaba en mis planes. Seguir lo que Agni decía conllevaría lanzar una amenaza de guerra, que seguro responderían.

Polvo de CristalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora