-¿Qué es este lugar? -preguntó Cavan con confusión.
Luego de haber salido del palacio, fueron conducidos por Iker hasta una mansión, muy cercana al lugar. Estaban entrando en una sala cuando Cavan se animó a cuestionar, todos se preguntaban lo mismo, pero, nadie se atrevía a decirlo en voz alta.
Todos estaban en completa duda, sentían que algo más había escondido detrás de todo ese desastre, en especial desde que Iker había aparecido para enterarse de la noticia. Era evidente sus actuaciones sospechosas, algo no andaba bien, ¿cómo era posible que conociera todo ese mundo? ¿Cómo tenía conocimientos sobre cómo llegar allí?
-Pasen, siéntense -Iker señaló los sillones repartidos por la sala.
El grupo se dispersó, inspeccionaban el lugar con extrañeza. A un lado de la puerta principal, se hallaba una oscura escalera que parecía ser la que llevaba al segundo piso, Eber estaba unos metros más adelante mirando las decoraciones que yacían en uno de los aparadores de vidrio, del lado contrario de la habitación, estaba Brais haciendo lo mismo, que Eber, con otro aparador.
Cavan y Leila fueron a acomodarse en un sillón en medio de la sala, Wild por su parte fue un poco más lejos, a investigar el final de la habitación en donde se hallaban grandes ventanales escondidos por cortinas blancas y un gran piano a su frente, él fijó especialmente su atención en la puerta de salida que se extendía a unos metros del piano. No llegaba a ver a donde llegaba, así que prefirió regresar e imitar a la pareja.
Cuando todos se sentaron, Iker soltó lo que sería una bomba de confusión para todos:
-Bienvenidos a mi casa -dijo para luego sentarse con comodidad.
Reposó sus antebrazos por el respaldo de la silla, y se recostó por ella, intentaba aliviar la frustración de esa manera. Pero no dejaría que los demás vieran como le afectaba el no haber conseguido que ellos sacaran a Priscila de allí, ahora debía encontrar otra manera y, hacer el trabajo sucio que podrían haber hecho ellos.
-¿Cómo que tu casa? ¿Cómo es que es tu casa? -soltó Cavan, él era el único capaz de demostrar abiertamente su confusión.
-Es mi casa, sí, o lo fue una vez. -suspiró- Antes de que Agni tomara posesión de estas tierras, la isla mantenía la paz entre dos reinos. Priscila era reina de Canbla, una nación menos poderosa que Klirale, Agni engañó a Priscila, se iban a casar para hacer un reino más próspero, sin embargo, Agni se aprovechó y se quedó con toda Canbla. Desde ahí, no nos dejan pisar el palacio.
Eber estaba convencido de esa versión, había conocido a Agni en otros tiempos, sabía cómo era, tal vez incluso más de lo que su mismo hermano sabía. El asintió, Iker decía la verdad, Agni era capaz de eso y más.
-¿El palacio es de ustedes? -preguntó Leila sorprendida. ¿Cómo alguien era capaz de hacer tanto daño?
-No es nuestro -respondió Iker, luego de negar- El nuestro estaba al oeste, pero, lo extinguieron. Agni mandó a sus hombres para que lo derrumbaran.
-Que feo -murmuró Leila con pena.
-¿Ahora qué haremos? -cuestionó Wild, interrumpiendo la conversación. A él no le interesaba demasiado la situación, solo quería volver a casa.
-Volveré a buscar a Jamal -respondió Iker.
-¿Para qué? -interpeló Leila.
-Debemos entrar y sacarla de allá -contestó con seriedad.
Samira
-¿Te sientes mejor? -Agni se acercó hasta mí.
-Eso creo -formulé con desgano. No, no estaba bien.
-¿Fuiste a verla? -caminó hasta quedar en frente, sonreí cuando sentí como pasaba sus manos alrededor de mi cintura, atrayéndome hacia él.
-Lo hice -articulé mientras recostaba mi cabeza en su pecho, abrazándolo- Se ve muy mal, y aún no ha pasado el día.
Había desquitado parte de mi dolor con ella, me encargué de que ser la parte expectante de su tortura por unas horas. ¿Me sentía culpable por eso? Aún no, ¿Me sentía mejor? Tampoco, pero pronto lo estaría, cuando su cuerpo fuese enterrado junto a todos los recuerdos que me ataban.
-¿Qué haremos después? -hacía referencia a cuando acabáramos con ella.
-Lo que desees -respondió comenzando a acariciar mi espalda.
Suspiré al sentir sus toques, eran suaves y lentas, tranquilizaban cada parte de mi cuerpo y, aunque no quería admitirlo, me transportaba al pasado, a ese bucle de recuerdos infinitos.
-¿Qué haremos luego? -pasé una mano por su rostro, acariciándolo, tenía la piel suave.
-¿Molestar a Brais? -rebatió con diversión.
-Jmm -murmuré dándome vuelta, rehusándome a levantarme de la cama. Sin embargo, tendría que hacerlo, de seguro ya era tarde.
Bostecé mirando hacia la ventana, debían de ser alrededor de las siete de la tarde, el verano hacía que el sol se pusiera más tarde. Líneas naranjas y rojizas teñían el hueco en donde las cortinas se corrían. Me senté en la cama, arrastrando las telas de las mantas para que cubrieran mi torso descubierto.
Mala idea.
Sentí como las manos de Agni se enroscaban por mi abdomen arrastrándome de nuevo a su lado.
-Quedémonos un rato más -dijo a la vez que encerraba sus brazos a mi alrededor, evitando que saliera.
Lo abracé dejándolo ganar, mientras acomodaba mi cabeza en su pecho, tampoco tenía ganas de levantarme.
-Tendremos que levantarnos en algún momento -murmuré sin ganas.
-¿Segura? -su mano recorrió mi espalda desnuda, bajando por ella. Me removí ante su tacto, no quería que jugara sucio.
-No me convencerás de lo contrario -dije aprovechando su concentración para alejarme de él, riendo.
-Descuida -rechistó sentándose, se recostó por el respaldo de la cama y se cruzó de brazos- Tenemos todo el tiempo del mundo.
-Levántense sabandijas -interrumpió Brais abriendo la puerta, sobresaltándome.
"Tenemos todo el tiempo del mundo", esa frase resonó con mucha sospecha. Separé mi cabeza, alejándola de Agni para poder mirarlo a los ojos y conocer su expresión.
-¿Siempre lo supiste? -frunció ligeramente el ceño ante mi declaración.
-¿Saber qué? -no separó sus manos de mí, mientras lo decía.
Si siempre lo había conocido, ¿por qué no decirlo antes?
-¿Siempre supiste que acabaríamos aquí y aun así no lo dijiste? -reformulé mi pregunta.
El torció el rostro, no era una buena reacción, pero, no me esperaba menos ante la interrogativa.
-Si -me separé ante su respuesta tan concisa. No esperaba que fuera tan directo al decirlo.
-¿Desde cuándo me has mentido? -solté.
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Polvo de Cristales
Fantasy•Segundo libro de la bilogía "Cristales" Cinco años pasaron desde que la profecía se llevó a Samira a un nuevo mundo. Cinco años en los que ella no ha dejado de buscar a quienes la dañaron, para tomar represalias. Sin embargo, la magia los mantenido...