Capítulo 8👑

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—Majestades, tienen un mensaje y una audiencia —Hilal apareció en cuanto llegamos al salón del trono

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—Majestades, tienen un mensaje y una audiencia —Hilal apareció en cuanto llegamos al salón del trono.

—No te soporto Hilal, ¿lo sabías? —exclamó Agni, pasándole por un lado y siguiendo su camino hacia el trono.

Parecía ser una fuerte aclaración, sin embargo, lo decía a modo de broma. Todos sabíamos la amistad que ambos tenían, Hilal no se ofendería ni mucho menos por los comentarios despectivos que el rey le decía.

—Yo tampoco lo soporto, majestad —reí ante su comentario, mientras ambos seguíamos al rey.

—Empecemos por el mensaje, ¿qué sucedió? —exclamó Agni sentándose. Imité su acción, me senté acomodando la falda de mi vestido.

Una vez acabé de acomodarme, adopté una postura seria. El trabajo de reina no era lindo, al menos yo no lo veía así, acompañar a Agni en todo lo que hiciera era sumamente estresante. Siempre terminaba cansada, mi cabeza daba vueltas de tantas cosas a las que había que prestarles atención, no entendía como Agni parecía no cansarse nunca, o al menos, no lo demostraba.

—El reino de Diasdena —hice una mueca, ya sabía por dónde iría el asunto— han solicitado nuevas personas, pretenden subir el precio si es necesario. Al parecer, los vampiros tienen escasez de comida —hice otra mueca de desagrado ante esa última frase.

Como las palabras de Hilal habían dicho, Diasdena era un reino ocupado solo por vampiros. Ellos mantenían un comercio muy peculiar con todos los reinos humanos: dinero a cambio de personas. Cuando escuché eso por primera vez, quedé espantada, no sólo por el hecho de que hubiese personas capaces de alimentarse de la sangre de otros sino también por la idea de la existencia de un mercado humano.

Al final, una parte de mí, se tranquilizó cuando me explicaron que dicho comercio era voluntario. Cada cierto tiempo, a pedido de los seres infernales, se lanzaba un comunicado al reino para que las personas, que necesitasen o quisiesen una buena suma de dinero, optaran por viajar a Diasdena. Mi consuelo era saber que no sólo recibían una cantidad de dinero, que en muchas ocasiones eran las necesarias para que sus familias vivieran con comodidad, sino que una vez estando allí, cada uno pasaba a pertenecer a la nobleza.

En ese reino, todos eran de buenos recursos, y las personas eran tratadas como un tesoro, después de todo, eran las que permitían que ellos se alimentaran y en especial: que no haya masacres por parte de los vampiros.

—Manda un comunicado al pueblo, que todos los que quieran ir, vayan —dijo Agni.

—Muy bien, enseguida. Con respecto a lo de la audiencia, los están esperando —volvió a decir Hilal.

—Hazlos pasar —respondió él.

Coloqué mi antebrazo derecho sobre el respaldo del trono, acaricié mi frente con la misma mano. Por suerte, era un día liviano si de trabajo se trataba. Aunque no fuesen actividades pesadas, no veía el momento de salir de aquel lugar, lo antes posible.

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