Capítulo 7👑

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Samira

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Samira

—¿Jugando sin mí? —cuestioné entrando en una de las mazmorras.

—Claro que no, mi reina —dijo Agni con diversión.

El lugar era muy similar a las celdas de Ardclik. Estaba construido con bloques de piedras incapaces de ser atravesados, con una pequeña ventana al lado contrario de la puerta, esta contenía barrotes de hierro. No era muy grande, lo suficiente para que cupieran varias personas. Lo suficiente para mantenerla a ella ahí.

Una vez que llegamos a Klirale, Baruc se encargó de encerrar a Priscila en esta celda. Aryeh por su parte se encargó de protegerla, de modo que ella no pudiera salir de allí ni con un pacto del diablo.

No pensaba ensuciarme las manos con ella, aún no, al menos. Habíamos visitado ese lugar para ver la comodidad de la huésped, la misma había estado siendo tratada de la misma manera en que sus hombres habían tratado conmigo. Estaba siendo encadenada a una de las paredes, sin posibilidad de salida.

—¿Sabes qué harás con ella? —me paré a un lado de Agni, estábamos a unos metros de ella, él se cruzó de brazos mirándola.

—Tengo mis planes —pausé—, pienso dejarla con dos de los sicarios por las siguientes dos semanas, luego me encargaré yo misma.

Mi plan era simple. Agni tenía un grupo de sicarios, no sabía de donde los había juntado, nunca había cuestionado nada al respecto pero, intuía que eran de la peor calaña, así que usaría eso a mi favor, desde luego. Sin embargo, ellos solo se encargarían del trabajo sucio, yo misma planeaba encargarme de dejarle el último suspiro.

—Vendrán por mí —murmuró con la voz ronca, desde el suelo del lugar. La miré, su vestido estaba sucio, ya se había llenado de tierra y sus cabellos cubrían su rostro ocultándolo.

—¿De verdad lo crees? —inquirí con burla.

—Vendrán —la luz que entraba por la ventana me ayudó a ver su reacción: levantó la cabeza y sonrió con arrogancia. Me acerqué a ella imitando su actitud.

—Aunque lo hicieran, tú no saldrás de estas paredes —me crucé de brazos ladeando la cabeza, frente a ella.

—Te equivocas. Cuando ellos vengan, yo me iré de aquí —rio como una desquiciada.

—No estés tan segura —agregué dándome la vuelta, dispuesta a marcharme para dejar las órdenes a los dos que había escogido.

Agni se adelantó en el camino, salió antes y se quedó esperando frente a la puerta. No tenía especial porque seguir estando en ese lugar, no malgastaría mi tiempo quedándome.

—Duele, ¿no? —rio a mis espaldas— Ver cómo te reemplazan y pierdes todo lo que era tuyo.

No respondí, no caería en su juego, la ignoré y salí del lugar.

Polvo de CristalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora