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Molly

Dolor, intenso y fuerte es todo lo que siento ahora mismo.

Lágrimas, muchas lágrimas corren mis mejillas.

Pero ahora mismo no estoy preocupada por el maldito dolor ni por siquiera el estado en que me encuentre, ya que ando desnuda solo con una mísera manta encima y debo estar más roja que un tomate de tanto llorar.

Solo tengo miedo, temor, ansiedad, nervios. Un conjunto atómico de características explosivas en mi persona. Cuando se juntan esas cuatro me pongo en este estado. O sea ¿quién rayos no estaría preocupado?

Estoy embarazada y solo llevo tres miseras semanas de gestación y fue un gran tropezón el que di. Esta etapa del embarazo es la más riesgosa, la de más cuidado y atención. Y después de tanta psicoterapia mental que me di para tener este bebé, lloro porque no pase nada malo.

Siento que me lleva fuera de la habitación y sigue recto hasta la entrada principal conmigo aún en brazos. Al salir de la residencia veo a todos sus guardaespaldas rodearlo y seguirlos hasta el auto.

Entra en la parte trasera del auto conmigo encima y arrancan sus hombres a la velocidad de la luz.

El trayecto se hace largo, yo solo me retuerzo del dolor en el vientre bajo, hundiendo mi cabeza en su cálido pecho y él me acaricia lentamente el cabello, aún debe estar húmedo. A pesar de estar en una situación dolorosa me tranquiliza un poco su calor y delicadeza.

Sé que llegamos al lugar porque siento el auto detenerse, la puerta la abren y salimos.

Entramos a lo que parece ser la clínica de fertilidad y embarazos y yo solo lloro desconsoladamente, rezando porque no vaya a perder a mi bebé.

Él sigue recto hacia una sala y sus hombres se quedan fuera. Al entrar escucho lo que parece ser la voz de Mesly allí que dice:

—Solo han pasado cinco minutos desde que llamaste vine lo más rápido que pude.

Le indica que me ponga en la camilla.

Me destapa completamente y comienza a palparme el vientre, me pregunta si me duele y yo solo asiento en respuesta con lágrimas causadas por el dolor.

—Por lo que veo no hay sangrado, gracias a dios. —Suspira aliviada— tranquila Molly, ya verás que no pasó nada, no tienes sangrado hasta ahora, —expone para tranquilizarme pero sé muy bien que una de las obvias muestras de que sufriste un aborto es el sangrado, pero hay muchas otras.

Enciende el equipo de ultrasonidos y me hecha el gel frío en el lugar donde debería estar mi pequeño. Mira hacia la pantalla con expectación y yo solo rezo por escuchar a su diminuto corazón latiendo. Noto la tensión en el ambiente y cómo los tres miramos fijo al aparato.

Lo que se escucha ahora son sus latidos por toda la sala y tanto Mesly, como su padre y yo con él, suspiramos de alivio. Ahora sí lloro con más fuerza mirando la pantalla y aferrada a la almohada de la camilla.

Siento la mano masculina de él que toma fuertemente la mía mientras voy llorando.

—Gracias a Dios todo está en orden por aquí —suspira—. Mañana era tu consulta para escuchar sus latidos pero como ya estamos aquí, debo decir que será un bebé saludable por esa parte.

—Debes de tener mucho mas cuidado Molly —escucho detrás que habla Tohbías.

—No fue mi culpa, solo resbalé con el gel que estaba en el piso —digo aún a sollozos más débiles ahora.

—Bueno en vista de que todo esta bien por aquí con este campeón y que no fue más grave que una caída, repito lo dicho por Tohbías ya que esta estapa es la más difícil —dirige su atención a mí ahora—. Debes ser cuidadosa cielo y hacer reposo por lo menos una semana, nada de esfuerzos físicos, ni andar caminando mucho pues veo una leve manchita —me manifiesta Mesly señalándome la pantalla y asiento con la cabeza.

AtándonosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora