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Molly

Escucho lo que dice y me congelo en el lugar, de mis ojos comienzan a saltar pequeñas y húmedas lágrimas. Y todo tiene sentido ahora, la importancia de su legado y el porque de hacerlo todo deprisa.

Me indica con una de sus manos los medicamentos que hay esparcidos por el piso y se lo tiendo, sin esperar saca uno y se lo traga. Cierra los ojos y pone las manos en su cabeza como si le doliera muchísimo, yo solo lloro a su lado. Estudié medicina y lo hice porque odio ver a las personas enfermas.

Yo aprendí todo lo que pude para siempre poder hacer algo y no quedarme de brazos cruzados viendo el dolor de otras personas.

Pero con Tohbías aún estoy en shock, se que esto va más allá que un simple dolor de barriga, hace meses lo noto delgado para como él estaba antes ha bajado muchísimo, pero no le di importancia ya que como siempre él nunca me cuenta nada.

Me quedo todo el rato sentada con Tohbías en el piso hasta que veo que sus ojos me miran, veo que fuerza la vista y vuelve a cerrarlos. Ahora toco su mano para que sepa que estoy aquí con él porque creo que no puede verme.

—Vete —ordena serio.

—¿Qué?...

—Qué te vayas joder, no quiero que me veas así.

—¿Qué es lo que te sucede Tohbías? —pregunto en un hilo de voz y él no responde se queda callado.

Sus ojos ahora fijos en el piso parecen perderse en otra dimensión, su mente no está aquí ahora mismo. Le tomo la cara con mis manos y sus ojos encuentras los míos.

—¿Por qué estas así amor? —susurro triste.

—Tengo cáncer cerebral —responde luego de un rato largo.

Mis ojos se abren con sorpresa y las lágrimas ahora si no se detienen.

¡No puede marcharse lo único bueno que he tenido en mi vida!

—¿Desde cuando?

—Hace casi seis meses ya —su mirada está perdida en el piso.

—¿De qué tipo Tohbías?

—Astrocitoma —admite él.

—¿Realizaste la biopsia?

—Sí, es maligno, el doctor me dijo que me quedaban tres meses de vida y lo dijo hace tres meses —responde y me mira a los ojos con tristeza.

Trato de dejar de llorar, tengo que ser fuerte por él verme en este estado solo lo alterará.

¡Inhalo y Exalo!

—Lo siento pequeña. —Agacha su cabeza al decir eso.

Y yo vuelvo a tomarsela con mis manos y a que me observe.

—No es tu culpa Tohbías, jamás pidas perdón por algo así.

—Mi madre también murió de esto —admite y me paralizo.

La mayoría de los tumores cerebrales son hereditarios y no todos los cuerpos reaccionan igual a las quimios, las radiaciones y las cirugías

Tomo el pomo de medicamentos en mis manos y veo que es un fuerte calmante.

Mis ojos van a los suyos.

—¿Qué tratamiento le estás dando?

—Los primeros meses me di quimio, pero no soporté los efectos secundarios.

—¿Quieres decir entonces que no le estás dando tratamiento? —digo sin alterarme.

—En tres semanas es la operación, muy arriesgada pero quiero luchar por nosotros, por nuestro hijo. Cuando me lo diagnosticaron empece el tratamiento pero a los meses, dejé las quimios y metí el esperma en el banco, me iba a casar con Ellie y si moría pues ahí quedaba mi legado. Ella ni mi hijo tendrían que preocuparse por nada.

AtándonosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora