Tobhías
Los chillidos emocionados de mi hijo sumban en mis oídos, pero solamente estoy centrado en la sonrosada boca de la preciosa mujer que tengo enfrente. Sus labios entreabiertos y sus ojos me observan nerviosa. Siento su dulce aliento entrar por mi nariz, y sé que está expectante a lo que voy a hacer. No dilato más la situación, me inclino directamente a por sus suaves labios.
Me envuelven con delicadeza pero algo delicado es lo que menos deseo, increíblemente mi cuerpo reacciona a su cercanía de una forma inexplicable. Chupo su labio inferior metiendo mi lengua y recorriendo toda su boca desde dentro.
Es tan placentero escucharla gemir con satifacción cuando mis manos aprietan su cintura, exigiendo más de ella. Y me lo da, porque siento que ya no está rígida como al principio, me sigue el juego de lenguas y lamidas.
Literarlmente me como su boca y cada segundo que pasa en el acto, me adentro más a un abismo del cuál no quiero salir. ¿Qué rayos es lo que provoca en mi esta mujer? ¿Por qué mi cuerpo reacciona así de esta forma solo con besarla?
Ella es la que pone fin al beso separándose bruscamente. Mis ojos la detallan viendo lo roja que está. Sus mejillas las veo arder y su respiración está hecha un lío. Nuestro pequeño aplaude feliz ante nosotros, pero me es realmente imposible apartar la mirada de esta intensa mujer.
No han pasado ni veinticuatro horas junto a ella y ya tengo un empalme que me avergüenza, ni que fuese un crío con el libido a mil y así me estoy sintiendo ahora. Me golpeo mentalmente y desvío la mirada de ella, porque creo que si la sigo viendo me va a importar bien poco que nuestro hijo esté presente.
Aunque en verdad no la recuerde como tal, sí que cuando vi nuestras fotos juntos al despertar del coma, sentía algo cálido al verla. Al vernos tan felices juntos y esa vez, por primera vez, me sentí pleno.
Me sentí realizado y afortunado de pensar que no solo mi padre y parientes estaban ahí para mí, sino el hecho de que una preciosa mujer con nuestro hijo en su vientre también estuviesen ahí para mí. Me sentía afortunado de pensar que ella estaría esperando con ansias a que abriera los ojos.
Pero la realidad golpeo mi corazón con todo lo que tenía. A pesar de no recordarla, la idea de tenerla fue demasiado agradable, hasta me asombra pensar que cada día que no podía ni mover un músculo postrado en esa cama, la vería traspasar la puerta con esa sonrisa que veía en nuestras fotos juntos.
Pero jamás pasó, ella nunca vino y crudamente tuve que afrontar solo todo lo que siguió después. ¿Dónde quedó la hermosa familia que formé antes de operarme? ¿Dónde estaba la increíble mujer con la que me casé?
Cuando pude valerme por mí mismo, lo primero que hice fue venir hasta Canadá. Y ver a mi pequeño a lo lejos, verla a ella cuidándolo como pensé que haría conmigo. Sin embargo, no solo dolió el hecho de que ella jamás apareció, sino que acá en otro país estuviese todo el tiempo acompañada por ese hombre.
No pude soportar más verlos juntos y luego de ese mismo día nunca más regresé hasta ahora. Si ella que es mi esposa hizo otra vida dejándome postrado y enfermo en un hospital, ¿por qué diablos no lo haría yo de igual manera si no recuerdo siquiera nada suyo?
Estuve todos estos años lejos, pero a la vez cerca. Sabía todo lo que hacían, que comían y hasta dónde estudiaba mi hijo. Me ocupaba de darle dinero suficiente, porque al fin y al cabo ella tenía algo mío. Nada me importa más en la vida que mi hijo, por eso en contra de mi padre voy a divorciarme y llevarme a mi pequeño. Él tiene que estar conmigo, ella ya lo tuvo suficiente.
—Vamos cariño es hora de salir —habla su madre y se pone de pie dejando su cuerpo a mi vista.
¡Diablos!
ESTÁS LEYENDO
Atándonos
RomanceMolly decide hacerse la inseminación artificial para lograr su sueño, su sueño sin necesidad de un hombre. Debido a todo lo que le sucedió en el pasado ella quiere comenzar de cero con una criatura que la ame como nadie ha hecho. Tohbías McAdams un...