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Molly

Que absurdo, no me considero una persona celosa. Ni siquiera estando con Dereck.

—Claro y el cielo es violeta —digo con sarcasmo, él solo se comienza a reír de mis pesadeces.

—¿Vamos al restaurante amor? —pregunta casi en burla imitando mi tonito.

—Tú comenzaste y debemos hablar sobre eso. Sé que quieres que finja que somos una pareja y demás, pero quiero tener un nulo contacto físico contigo —comento ya hablando bastante seria.

Él al escucharme cambia la cara, antes estaba relajado y ahora tiene cara de pocos amigos.

—Lo intentaré —manifiesta Tohbías y ahora si abro los ojos sorprendida.

—¿De qué rayos hablas Tohbías? Recuerda que no soy tu maldita mujer, me voy a casar contigo porque cumplo mi palabra y entiendo perfectamente que nuestro hijo lo necesita, pero hasta ahí las clases. No voy a permitir que me toques sin mi consentimiento, te recuerdo que ahora mismo puedo marcharme y hacer todo por mi cuenta —expongo rápido elevando el tono, casi amenazante.

Tengo que ponerle un límite sino esto se saldrá de mis manos y no voy a seguir tomando pastillas. Él para nada esperaba mi respuesta desafiante y ahora sí que puedo ver furia en su rostro muy claramente.

—No te preocupes, tu solita vas a pedirme que te toque y cuando lo hagas, solo estaré ahí para deleitarme con verte gritar mi nombre toda la noche. Yo también quiero recordarte que ya estas subida en este barco y no puedes bajar cuando se te de la gana. Los paparazzis saben quien eres...— dice Tohbías muy pero muy cabreado, aunque no me intimida su tono—,  anda, vete si lo vas a hacer ahora, porque si te quedas aquí pequeña, no hay marcha atrás.

Termina de decir airoso igual que yo hace unos instantes y sale caminado de la saleta para dirigirse al parecer a la cocina.

Me quedo procesando lo que acaba de decir. Entonces mis padres, la familia de Dereck, mis amigos de la universidad, o sea todo el mundo, todo el MALDITO MUNDO sabe que me voy a casar en CINCO días.

Corro a mi habitación y voy hasta mi móvil, veo la cantidad de llamadas perdidas que tengo, pero la mayoría son de mi madre.

¡Mierda!

Vale, no lo esperaba así, pero debo admitir que como fuese al final se iban a enterar, suspiro frustrada. Si me marcho ahora prácticamente no tendré vida los nueve meses que estaré embarazada y luego cuando nazca mi pequeño bebé, no me quiero ver en la necesidad de luchar por la custodia del niño. Quiero que se crie en un hogar, que reciba amor, a pesar de que mis planes eran que solo yo iba a ser su familia, no quiero que crezca viendo como yo y su padre nos peleamos, sé que no lo haría felíz.

Salgo de la habitación dejando el móvil sobre la cama puesto en modo avión. El olor a gloria me llega casi de inmediato. Voy directo a la cocina super emocionada por lo que está sirviendo Maddison.

Camarón, no sé como lo supo, pero tengo un super antojo por comer eso. Me siento en la isla con una sonrisa en mis labios y la boca que se me hace agua.

Maddison me sonríe al verme tan ansiosamente emocionada y me sirve un plato.

Rápidamente comienzo a comerlo como si mi vida dependiera de eso.

¡Joder! ¡Delicioso!

Casi terminado mi plato llega Tohbías, con otra ropa, una más de estar por casa. Una sencilla camisa sin mangas y pantalones cortos. Su cuerpo obviamente trabajado en un gym se marca perfectamente bajo esa camisa.

AtándonosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora