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Molly
⚠️Capítulo Intenso⚠️

Escucho voces a lo lejos, ni siquiera sé de quienes son. Pestañeo adaptándome a la claridad y todo me da vueltas. Estoy en un lugar sucio, las paredes que me rodean están húmedas y en muy mal estado. Del techo se filtra agua.

Un punzante dolor de cabeza me hace arrugar el rostro. Vuelvo a abrir los ojos e intento desatar en vano  mis manos. Estoy amarrada a una silla obstétrica. Mis piernas reposan sobre la parte de poner los pies.

Los ojos se me acumulan del líquido salado que me hace hiperventilar en cuestión de segundos. Todo está solo a no ser por los murmullos que se escuchan a lo lejos.

—¡Ayuda por favor! —grito entre llantos.

Mi pulso está acelerado y siento que voy a desfallecer. No quiero adelantarme a los acontecimientos pero esto no apunta nada bueno.

Lloro.

Grito una y otra vez.

Jalo y jalo la soga y no cede. Mis muñecas duelen pero no me importa, sigo tirando hasta ver la sangre en ellas. En cambio es un nudo muy potente.

No dejo de llorar con el miedo recorrerme entera cuando siento pasos aproximarse. Son unos tacones al parecer.

Corren una cortina improvisada que divide la parte donde me tienen y veo tras ella a mi peor miedo volverse realidad.

Alara, con una bata de médico puesta. Su mirada muestra satisfacción cuando da pasos cortos hacia mí.

Está realmente diferente a la última vez que la vi, esta más delgada que antes y en sus ojos se ven las pronunciadas bolsas negras.

—Que jodida es la vida ¿a que sí? —empieza a hablar con sus manos metidas en la bata.

Mi cara húmeda por las lágrimas que no paran hace que idee más formas de huir. No hay siquiera ventanas. Y todo lo que veo aquí se resume en la butaca donde estoy recostada y ahora la demoníaca mujer.

La mujer se me acerca hasta quedarse frente a mí. Extiende una mano hacia mi cabello y me toca con lentitud el mismo.

No dejo de llorar negando una y otra vez. Pero su mano deja sus espeluznantes caricias para tirar de mi cabello haciendo que la vea a los ojos.

—No entiendo que mierdas les haces a ellos para ponerlos a tu merced —replica con la voz fina martillándome los tímpanos.

Sus ojos me reparan el rostro con detalle. El azul de los suyos se van poniendo más y más oscuros a medida que pasan los segundos.

Me suelta bruscamente el cabello.

—¿Sabes todo lo que tuve que hacer para efímeramente tenerlo en mi cama? —me grita ahora.

Trago grueso completamente aterrada. Mis ojos están acumulados de lágrimas a borbotones. Pienso una y otra vez en mis bebés. Mi desconsuelo es tanto que daría mi vida porque esto fuese solo una de esas horribles pesadillas que hace unos días vengo teniendo.

—Tuve que aguantar sus gilipolleces, tuve que dejar que me follara como si fuese una puta barata, que me denigrara mientras lo hacía, que encima se cogiera a otras para luego coger conmigo. A mí... —explaya fuera de sí y dándole golpes en el pecho—. A la única que estuvo en su peor momento.

AtándonosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora