Capítulo 2; Empezamos bien el día

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Llegamos al instituto y vemos como la gente está esperando a que los conserjes abran la puerta. Me apoyo en la pared de ladrillo del insti y mi hermana se pone delante de mí.

- Buenos días, hermosas- escucho que dice Oscar, el cual está caminando hacia nosotras.
- Buenos días, Oscar- dice mi hermana dándole dos besos. Yo me limito a saludarlo con la cabeza y una pequeña sonrisa, junto con dos besos.

Oscar es el mejor amigo de mi hermana. Es un chico de ojos marrones, pelo rubio oscuro y piel normal; ni muy pálida ni muy bronceada. Tiene un cuerpo de muerte y es capaz de derretirte con solo una de sus sonrisas torcidas. Sí, está bien bueno pero... es gay.

Soy incapaz de dejar de pensar en el bombón Nestlé que he visto hace como cinco minutos. A veces, el instituto es incluso necesario. ¡Ja! No cuela ¿no? Bueno, el caso es que a veces por el camino veo a tíos buenorros y pierdo la cabeza (y las bragas, para qué mentir).

Abren la puerta y me separo de la pared, sonrío a Oscar y empiezo a caminar hacia la entrada. Subimos las escaleras hasta llegar a la clase de mi hermana, que va al A; yo voy al B. Oscar también va a su clase.
Me despiedo de ellos con dos besos a cada uno. Les sonrío y subo el último tramo de escaleras para llegar a mi clase.

Entro y noto como la mirada de los pocos chicos y chicas que llegan puntuales de mi clase me miran. Yo no sé por qué, pero siempre me miran cuando entro por la puta puerta. Putos cotillas a los que adoro.

- Buenos días, Liv- me saluda Brian con dos besos, uno de los chicos que está más bueno de mi clase. Es popular, al igual que yo. Y es mi mejor amigo desde que tengo uso de razón.

Si te digo la verdad, no tengo ni puta idea de porqué soy popular. En serio, no tengo ni la más mínima idea. Es cómo que de la noche a la mañana te conoce todo el jodido instituto, y es en plan: ¿qué cojones acaba de pasar? Ser popu es... a veces práctico y otras... estresante y agotador. A veces, que se enteren de todo estresa de tal forma que acabas huyendo unas horas a dónde sabes que no te van a encontrar, y así puedes descansar de todo. Te puedo asegurar que qué se enteren de todo en absoluto de tu vida no es bueno. Hazme caso.

Un día estaba caminando tranquilamente por el pasillo del instituto hacia el laboratorio de Naturales y de repente todos los de cuarto curso se giraron y me miraron con sonrisas emocionadas porque resulta que se había enterado de que mi hermana mayor había tenido un hijo. Y te quedas a lo ¿WTF?, porque no es normal que se enteren así porque sí de algo que tú no has dicho. Eso no le pasa a cualquiera, digo yo.

Pero bueno, ahora estoy en bachillerato. Aun no sé que carrera haré, pero ya lo pensaré cuando llegue el momento.

- ¿Liv? ¿Estás aquí?- oigo entonces que me pregunta Brian y parpadeo, dándome cuenta de que me había quedado empanada.
- No, lo siento Brian- digo, mirándolo con una sonrisa tímida.
- No pasa nada, gatita- me dice y le sonrío.

El mote "gatita" tiene una historia detrás. Y es que cuando una noche me quedé a dormir a su casa completamente borracha al irnos a dormir, me abracé a él como si fuese un peluche (rodeándole la cintura con mis piernas y todo). Cerré mis ojos y apoyé mi cabeza en su pecho y de tan borracha que iba, ronroneé frotando mi cabeza contra su pecho. Y por eso mismo me llama gatita, solo fue una vez, pero le hizo tanta gracia que me he quedado con ese mote.

Entonces mi tutor entra por la puerta y me despido de Brian, me siento en mi sitio al lado de la ventana que da al patio del insti. Me apoyo en la pared y pongo los pies en la silla de Johnny, mi compañero de mesa. Miro a mi tutor, ahora toca tutoría y me mal digo por haberme despertado pronto. Se me había olvidado que era viernes y que me toca tutoría a primera hora.

Junto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora