Sueño con poder soñar

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¡¡¡Advertencia!!!
Este capítulo contiene escenas violentas de bullying y lenguaje vulgar, se recomienda discreción.


Llegaron a la nueva escuela, el campus era inmensamente amplio, había canchas de fútbol, béisbol, voleibol y atletismo. Para las aulas constaba de 4 edificios de 3 plantas con diversos colores para distinguir los grados. El primer edificio color blanco era coordinación, el segundo de color negruzco era primaria, el tercero era beige para los alumnos que cursaban la secundaria y por último el cuatro edificio de color gris para los de preparatoria.

Ninguna construcción estaba demasiado cerca de la otra, todas tenían su respectiva distancia y diferentes horarios para que no hubiera conflictos con los alumnos y así evitar que se mezclaran. En los únicos lugares donde podrían convivir primaria, secundaria y preparatoria eran en los clubes y toparse al intercambiar el único salón de informática que se encontraba en coordinación.

Tenían uniformes diferentes para no confundirse el de primaria era el más infantil designado especialmente para niños, portaban shorts cortos para los hombres y falda para las mujeres, calcetas hasta mitad de la pantorrilla, zapatillas cafe o negras de charol, camiseta blanca de botones con mangas, un chaleco de marinero todo negro y un sombrero. El de secundaria era un poco más formal hombres pantalón de vestir y mujeres falda beige, calcetas negras altas hasta los muslos para las chicas y zapatos de charol negros o cafés para ambos géneros, camiseta blanca de botones con mangas, corbata negra para hombres y moño negro para mujeres y por último una gabardina color beige.
Para los de preparatoria era un traje formal todo negro sin contar la camiseta blanca, de ahí en fuera todo era negro tanto los zapatos, pantalones, traje y corbata.

Instituto Leviatán, reconocido por el orden y la disciplina que incorporaban en los alumnos. Las reglas eran sumamente estrictas, al igual que el código de vestimenta. Quienes se atrevían a romper alguna orden que contenía el reglamento, estaban obligados a realizar trabajo social en la escuela ya fuera limpiando los alrededores por 1 mes, lavar los baños de cada edificio por un cierto periodo de tiempo, vetarlos de las actividades del club en el que estuvieran entre otros. Lo que no sabían era que entre más reglas haya que obedecer nace la necesidad de irrumpir el orden y quebrantar las normas.

El Instituto Leviatán era mayormente conocido por sus alumnos rebeldes e incorregibles, por ello mismo los padres decidían inscribirlos en aquella escuela para reformarlos y pudieran infringir su famosa disciplina, orden y obediencia en los muchachos.











Ben bajó primero del auto llevando consigo la mochila del rubio, recorrió el otro lado del la camioneta abriéndole la puerta a Andy ayudándole a bajar.

Caminaron juntos a la entrada de la escuela, podía verse que dentro de esta estaban muchos niños y niñas de diferentes edades, algunos corriendo, otros hablando entre ellos y otros jugando entre bromas.

—Adiós puñi, vendré por ti más tarde, pórtate bien.— removió sus duros cabellos llenos de gel quitándole la suavidad que lo caracterizaba. El pequeño saco le lengua con un ligero sonrojo en modo de juego. —Y por favor, no muerdas a nadie.—

—Está bien, bye mami, repara muchos autos.— abrazo fuertemente la cadera del alfa de forma cariñosa restregando su carita inhalando su aroma.

—Hey ya tienes que irte puñetin.— siguió acariciando su cabecilla tratando de separar un poco la goma, parecía como que una vaca lo había lambido, no tenía idea de que fue lo que había hecho el chico para dejarse el cabello tan mal. Tal vez eran los nervios de ser su primer día e intentó verse presentable.

—Mmm no quiero.— una de las maestras vio la escena acercándose a ellos.

—Hola, eres el chico nuevo ¿verdad?, ¿Cuál es tu nombre?— inclinó su cuerpo a la altura del nene.

El jardín de las delicias Donde viven las historias. Descúbrelo ahora