𝑾𝒊𝒍𝒅𝒆𝒔𝒕 𝑫𝒓𝒆𝒂𝒎𝒔 | Bɪʟʟʏ Hᴀʀɢʀᴏᴠᴇ

Capítulo 6: SEX, DRUGS, ETC

➪ 𝗦𝗘𝗫, 𝗗𝗥𝗨𝗚𝗦, 𝗘𝗧𝗖

𝐻𝑎𝑙𝑓 𝑙𝑜𝑣𝑒, ℎ𝑎𝑙𝑓 𝑟𝑒𝑔𝑟𝑒𝑡;
𝐷𝑟𝑒𝑠𝑠𝑖𝑛' 𝑢𝑝 𝑓𝑜𝑟 𝑃𝑜𝑙𝑎𝑟𝑜𝑖𝑑𝑠 𝑎𝑛𝑑 𝑐𝑖𝑔𝑎𝑟𝑒𝑡𝑡𝑒𝑠;
𝑆𝑜𝑐𝑖𝑎𝑙𝑖𝑧𝑒, 𝑟𝑜𝑚𝑎𝑛𝑡𝑖𝑐𝑖𝑧𝑒 𝑡ℎ𝑒 𝑙𝑖𝑓𝑒.
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No sabía a donde ir, así que me adentre en el bosque para buscar un poco de tranquilidad. En ese momento no me apetecía nada volver al instituto y mucho menos tener que encontrarme con Steve o Billy. Ojalá pudiera hablar con Robin. En ese instante, empecé a escuchar ruidos entre los árboles e hizo que me pusiera alerta. Entonces, sentí cómo había alguien detrás de mí y me giré de golpe.

—Hola, Harmon —me saludó Eddie como si nada.

—Munson, me has dado un susto de muerte —le dije a la vez que ponía mi mano en mi pecho para intentar calmarme.

—Al menos esta vez no nos hemos chocado.

—Eso es cierto —sonreí de medio lado.

—¿Te pasa algo, Harmon? —me preguntó mientras me observaba fijamente.

—¿Porque los chicos son tan imbéciles?

Eso fue lo único que pude responderle porque era lo único en lo que podía pensar, pero entonces, Eddie se tiró en el suelo hacia atrás y colocó su mano en su pecho. Seguidamente se levantó como si nada.

—Auch, eso me a dolido —me dijo con la mano aún en su corazón.

—Lo siento, no lo decía por ti —reí.

—No se quien te habrá hecho daño, pero al menos he podido hacerte reír.

—Muchas gracias, Eddie. La verdad es que lo necesitaba.

—Y bueno, cuéntame —se sentó en una mesa que había entre unos árboles y yo me senté delante de él—.
¿Que te ha pasado, Harmon?

—Preferiria no hablar del tema —admití—. Aunque me gustaría saber que haces por aquí.

—Bueno, me he reunido aquí con un comprador, así que lo estaba esperando.

—Así que tu...

—Si.

—Ya veo —dije al darme cuenta de a lo que se refería.

—Espero que sepas guardar el secreto. Aunque si sabes de alguien que quiera, ya sabes a quien puedes recomendarle.

—Claro. Tu secreto está a salvo conmigo.

—¿No querrás comprarme tu también?

—Bueno, nunca he probado esas mierdas, pero admito que siempre he tenido curiosidad.

—Si quieres puedo darte algo suave. Solo para probar.

—No lo sé... —dije no muy convencida.

—Mira, pásate esta noche por mi caravana. Allí tengo exactamente lo que buscas y si no estás convencida, me tienes a mi a tu lado.

—No se si eso me convence.

Eddie rió y me miró fijamente a la vez que apoyaba sus brazos en la mesa.

—Eres más graciosa de lo que creía, Layla Harmon.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí, Eddie Munson.

—Entonces déjame averiguarlas esta noche en mi caravana. ¿Vendrás?

—Lo pensaré.

—Estupendo. Te esperaré allí.