Capítulo 11: WHY'D YOU ONLY CALL ME WHEN YOU HIGH

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𝗪𝗛𝗬'𝗗 𝗬𝗢𝗨 𝗢𝗡𝗟𝗬 𝗖𝗔𝗟𝗟 𝗠𝗘 𝗪𝗛𝗘𝗡 𝗬𝗢𝗨 𝗛𝗜𝗚𝗛

𝘕𝘰𝘸 𝘪𝘵'𝘴 𝘵𝘩𝘳𝘦𝘦 𝘪𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘮𝘰𝘳𝘯𝘪𝘯' 𝘢𝘯𝘥 𝘐'𝘮 𝘵𝘳𝘺𝘪𝘯' 𝘵𝘰 𝘤𝘩𝘢𝘯𝘨𝘦 𝘺𝘰𝘶𝘳 𝘮𝘪𝘯𝘥;
𝘓𝘦𝘧𝘵 𝘺𝘰𝘶 𝘮𝘶𝘭𝘵𝘪𝘱𝘭𝘦 𝘮𝘪𝘴𝘴𝘦𝘥 𝘤𝘢𝘭𝘭𝘴 𝘢𝘯𝘥 𝘵𝘰 𝘮𝘺 𝘮𝘦𝘴𝘴𝘢𝘨𝘦, 𝘺𝘰𝘶 𝘳𝘦𝘱𝘭𝘺;
"𝘞𝘩𝘺'𝘥 𝘺𝘰𝘶 𝘰𝘯𝘭𝘺 𝘤𝘢𝘭𝘭 𝘮𝘦 𝘸𝘩𝘦𝘯 𝘺𝘰𝘶'𝘳𝘦 𝘩𝘪𝘨𝘩?".
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Me lancé en el sofá agotada una vez llegué a casa. Acababa de acompañar a Eddie a su caravana y lo único que quería hacer era descansar y no hacer nada. Después de lo ocurrido en el centro comercial no sabía como sentirme respecto a Billy. Estaba muy cabreada con él, si, pero por otra parte tenía ganas de gritar y llorar por lo que me había dicho sobre esa chica. No tendría que importarme ya que las cosas con Eddie van muy bien, pero no podía evitarlo. En ese momento sonó el teléfono de casa.

—Layla, cogelo tú —me pidió mamá desde la cocina.

Resoplé, me levanté del sofá y cogí el teléfono.

—Casa de los Harmon, ¿diga? —pregunté.

—¿Eres tu, nena?

—¿Billy? —pregunté sorprendida.

—Si que eres tú —rió—. Tú voz es preciosa, ¿lo sabías?

—¿Has bebido? —le pregunté a la vez que me escondía detrás de la columna para que mamá no pudiera escuchar la conversación.

—Si, però ya sabes que tengo mucho aguante.

—¿Que quieres, Hargrove? —le pregunté para terminar la conversación de una vez por todas.

—Quiero hablar contigo sobre lo que a pasado hoy. Te he visto con Munson.

—Ya se que nos has visto y vaya pedazo de escena has montado.

—¿Te a gustado? Lo he hecho solo para ti, nena.

—Pues no, no me a gustado.

—Vamos, nena. Solo quiero hablar.

—Pues tu tiempo para hablar ya a pasado, así que déjame en paz de una vez. ¿A caso no querías que te dejara yo en paz? Pues decídete de una vez, Hargrove, porque no puedes tratar a las personas como una mierda y luego cuando te viene en gana, volver a tenerlas.

Le colgué automáticamente cabreada y cuando iba a subir a mi habitación, mamá me llamó.

—Cielo, ¿quién era? —me preguntó.

—Nadie importante, mamá —le respondí y subí las escaleras para ir a mi habitación.

[...]

Salí del baño una vez terminé de lavarme los dientes. Ya me había puesto el pijama, así que solamente me faltaba meterme en la cama. Fui a mi habitación y retiré las sábanas de la cama. Entonces, escuché unos golpes en la ventana. Fui hacia ella y vi que era Billy.

—No puede ser —dije para mí.

Desde dentro de la habitación le dije que no con la cabeza dándole a entender que no podía entrar, pero siguió golpeando la ventana. Si no le dejaba entrar, a este ritmo, despertaría a papá y mamá y lo último que quería era eso. Finalmente abrí la ventana y este entró a mi habitación de un salto.

—¿Que haces aquí? —le pregunté molesta mientras cerraba la ventana.

—Me has colgado el teléfono, así que he venido a hablar contigo —respondió con indiferencia.

—¿Sigues borracho?

Fui hasta la puerta de la habitación y la cerré.

—¿Y que si lo estoy? —me preguntó con indiferencia.

—Pues que no voy a hablar contigo en ese estado —le respondí y volví a acercarme a la ventana—. Y ahora vete.

Billy se acercó a la ventana, a mi lado, pero en vez de salir por ella, se giró de golpe y me abrazó por la espalda. No me esperaba para nada ese gesto, así que me quedé inmóvil sin saber que hacer.

—No me eches —me pidió—. Quiero estar contigo.

—Pero no puedes quedarte —le dije.

Conseguí deshacerme de su abrazo y este me miró frustrado. Entonces, cogió un cigarrillo de su chaqueta, lo encendió y le dió una calada. Volvió a mirarme fijamente.

—¿Que me estas haciendo, Layla?

Le miré sorprendida. Nunca me llamaba por mi nombre.

—¿De qué hablas? —le pregunté.

—Sabes de lo que hablo.

—Pues no —me acerqué a él y le quité el cigarrillo de la mano—. Y no fumes en mi casa.

Abrí la ventana y tiré el cigarrillo a fuera. Entonces, Billy me agarró de los hombros bruscamente.

—¿Que no sabes de lo que hablo? —me preguntó molesto—. Joder, nena. Te quiero.

—¿Entonces porque te alejaste de mi?—le empujé—. ¿Porque te liaste con esa chica?

—Porque contigo todo es muy difícil y se supone que debería ser fácil.

—¿Y crees que para mí tampoco lo es? Porque no sé si te habrás dado cuenta, Billy Hargorve, pero eres un hueso duro de roer.

Billy sonrió y eso me hizo sonreír también ligeramente.

—No tendrías que haber estado ese día en mi casa —me dijo.

—Pero estuve y no tienes que alejarme por ello —le dije y puse mi mano en su mejilla.

—Deberías hacerle caso a Harrington, porque no voy a hacer otra cosa que romperte el corazón.

Le miré fijamente, pero antes de que pudiera responderle, Billy se dejó caer hacia delante y le sostuve como pude.

—Billy —le llamé, pero no reaccionaba.

Entonces, lo tumbé en mi cama con algo de dificultad y vi que se había quedado dormido. Parecía que el alcohol le había afectado más de lo que pensaba y tampoco podía llevarlo a su casa de esa forma. Suspiré frustrada, le quité los zapatos y le tapé con las sábanas. Fui hacia la puerta y la cerré con pestillo, por si a mamá le daba por entrar a mi habitación y la verdad es que no quería que se encontrara con Billy en mi cama. Entonces, me dirigí a la cama y me tumbé a su lado. No podía hacer otra cosa que dormir junto a él. Me giré hacia Billy y le observé. Tenía unos cuantos mechones rubios que le caían por el rostro, así que se los aparté hacia atrás y le observé el rostro. No podía dejar de pensar en que en menos de cinco minutos me había dicho que me quería y que iba a romperme el corazón al mismo tiempo. Aunque supongo que algo así solo podía decirlo él. En ese momento, Billy se movió y me abrazó por la cintura. Seguía con los ojos cerrados e intenté apartarme, pero no pude. Finalmente decidí dejarlo estar y suspiré.

—¿Porque me haces esto, Hargrove?—le pregunté mientras este seguía dormido a mi lado—. Si sigues así nunca voy a poder deshacerme de lo que siento por ti.

Le miré por un par de segundos más y luego cerré los ojos para dormir.

𝑾𝒊𝒍𝒅𝒆𝒔𝒕 𝑫𝒓𝒆𝒂𝒎𝒔 | Bɪʟʟʏ HᴀʀɢʀᴏᴠᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora