Un Momento en Casa

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Al día siguiente, alrededor de las 9 de la mañana se ven tropas aliadas marchando desde el norte, ósea que venían desde la retaguardia.
En cuanto llegaron comenzaron a instalarse y el Oficial que comandaba la Compañía G y H, debido a que el otro oficial murió en un bombardeo, ordeno a sus tropas transportar muertos y heridos y dirigirse hacia la zona de reunión. Guillermo toma su mochila, su fusil y su casco, observa a su hermano y le susurra al oído, "por favor no seas estúpido, no mueras, enséñales a los novatos que hacer para que no mueran", luego lo abrazo y se fue con sus amigos.
Los jóvenes recién llegados, con uniformes limpios y moral alta veían a hombres sucios y destrozados retirarse de la zona de combate y dirigirse a unas merecidas vacaciones.
Muchachos, no espero por poder ver a mi familia-dice feliz Conrado con una sonrisa, algo muy inusual en el frente.
Yo tampoco, lo primero que hare cuando llegue será ver a mama, debe estar tan preocupada por nosotros, nos quedamos sin papel y no le pudimos escribir desde navidad-decía Alfred.
Yo quiero ver a Beethoven, nuestro perro, espero que no haya muerto de soledad-decía Johan preocupado por su mascota.
Llegare y saludare a mi madre, se pondrá muy alegre, luego a mi padre, el es ex combatiente así que me interrogara y para no corromper su felicidad tendré que mentirle, diré que estamos bien, que no tenemos problemas, el estado nos mantiene, etc.-dice Guillermo.
Tienes razón, yo creo que todos debemos hacer eso, decir que estamos bien, que el estado nos da todo lo que puede y que estamos ganando esta guerra, que a mi parecer, es verdad, desde que llegamos hemos avanzado-dice Alfred.
Estoy de acuerdo, aun así seguimos todos vivos, pero lo que no hare es promover a otros chicos a enlistarse, no podría dormir sabiendo que mande a unos pequeños ilusos a un horror como este- dice Conrado.
Sabes, creo que el ejercito debería de dejar de enviar tropas inexpertas después de todo son ellos los que mueren más, además los pocos que no mueren, se corrompen de por vida, tendrían que dar como orden suprema, que los Generales busquen la forma de ganar esta guerra con nosotros, los más viejos y dejar de llevar muchachos jóvenes para que mueran-dice Johan.
Tienes toda la razón-coordinaron todos.
Al fin la marcha habia cesado, los hombres tomaron un pequeño descanso, Guillermo aprovecho el tiempo libre y socorrío algunos soldados, sus amigos por bondad o por aburrimiento lo ayudaban lo mas que podían.
Más tarde ese día, como al mediodía llegaron muchos camiones, algunos vacios, otros con montones de ataúdes, para los verdaderos héroes de esta guerra, el Oficial proclama que la Compañía H se quedara a enterrar a los caídos y la Compañía G se marchara temprano, un alivio para los muchachos.
Fueron en camión hasta la retaguardia, una base bonita y pintoresca, no parecía haber sido afectada por el enemigo. Allí los soldados se formaban en filas, les daban una comida caliente, algo soñado para los combatiente, luego se les daba instrucciones, debían bañarse lo mejor posible, entregar todas sus ropas y el equipo otorgado por el ejército, luego del baño después de meses sin uno, les dieron ropa nueva, nuevas botas, un casco nuevo, hasta un fusil nuevo, todo esto para que vayan a casa bien arreglados, luego de un par de días, por que debían esperar a los heridos que también se bañaron, algunos no soportaron y murieron allí, todos se subieron a los trenes y emprendieron un viaje de 2 días.
Porque será que nos miman tanto y no se les dio el mismo servicio a los combatientes que vimos antes de subir al tren-dio como tema de discusión Alfred.
Tienes razón, a nosotros nos dieron un baño y ropa limpia, además de una comida caliente-decía Johan.
Es por la moral, recuerdas como nos sentimos nosotros cuando los vimos, antes de verlos estábamos con ansias de ir a la guerra, emocionados y alegres, después, no queríamos ni pensar en el combate, ahora imagínate que un muchacho de 18 años yendo a la base para reclutarse mire un soldado volviendo a su hogar así, destruido, sucio como la guerra la dejo, lleno de piojos y mal alimentado, ese tipo automáticamente volverá a casa y buscara la forma de escapar de esta locura, el estado aprendió de su error y nos cuidan mas en casa que en la guerra por esa razón, sin hombres no se puede pelear una guerra-da fundamento Conrado, un muchacho muy entendido de la ciencias militares.
El tiempo paso y cuando los muchachos llegaron a Múnich, se bajaron y se dijeron entre ellos "compañeros, durante 7 días no los veré, ni pensare en ustedes, ni si quiera los extrañare por que se que luego de esos 7 días, pasare otros 7 meses a su lado" en forma de broma, se despidieron.

Múnich, Alemania-1 de enero de 1916

Guillermo se dirigió a su hogar en los barrios más acomodados de Múnich, caminaba alegre después de tanto tiempo de sufrir y sobrevivir, tiene un merecido descanso en su casa. Lleva un uniforme limpio con olor a perfume varonil, una mochila nueva con equipo militar además de sus recuerdos de combate, un casco lustrado y una gran sonrisa en su cara. Al pasar por la esquina puede ver su casa a media cuadra, llega y se posa sobre la puertita de entrada del patio frontal, se oye el característico chillido de las puertitas de hierro, hace unos cuantos pasos y en un momento de emoción toma la puerta con cortesía, espera unos instante y su madre grita desde adentro "un momento por favor", él risueño soldado suelta una pequeña risa. Su madre entonces abre el cerrojo y tira de la puerta y en el momento dice "buen día", ella era una mujer un poco baja en comparación de su hijo, al ver al frente ve el pecho de un joven soldado que traia el uniforme gris puesto, cuando alza lentamente la cabeza reconoce el rostro que ella misma esculpió en su vientre, quedo atónita se tapo la boca y soltó un par de lagrimas seguidas de un sollozo, Guillermo emocionado por la escena familiar la abraza y le susurra en el oído "mama, ya soltaste muchas lagrimas, es momento de una pausa" y ella le contesta "sabes, tienes razón". Ambos pasaron a la sala principal de la casa su padre estaba bajando las escaleras mientras fumaba una pipa, al ver abajo nota que era Guillermo hablando con su madre, el se apresura para bajar y lo abraza diciéndole "hijo mío" y el muchacho siguió el abrazo, posteriormente los 3 se sentaron a almorzar ya que eran las 12, hora normal para comer en Alemania.
Luego de la usual interrogación, intentar saber como la pasó en un lugar desolado y lúgubre, temiendo por su vida constantemente, viendo hombres morir a montones, como una persona soporta tanto, bueno, Guillermo y sus amigos lo lograron, al menos hasta ahora.

Apocalipsis: El Comienzo del FinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora