Más tarde ese día, con ropa normal, camino hacia el frente, a la casa de María, toco la puerta muy emocionado y a la vez asustado, el se le declaro meses atrás y supuestamente ella también lo amaba, aun así quería verla.
Espero unos segundos hasta que se escucharon unos zapatos femeninos acercarse a la puerta, al abrir era ella, tan hermosa como siempre, con su cabello rubio cayendo sobre sus hombros, esos hermosos ojos celestes mirando directamente a Guillermo. Ella lo mira unos instantes y lo abraza diciéndole "volviste", el responde la acción y le contesta "por supuesto". Entonces ella entusiasmada por la noticia de que su amigo y posiblemente pretendiente a llegado, lo toma de la mano y le dice "pasa" jalándolo hacia adentro, para suerte de ambos no estaban los padres de María, ella lo llevo al living y ambos se sentaron en el sofá e iniciaron una conversación, tal vez la más importante para Guillermo.
Como estas Guillermo-le dice sonriente María.
Mejor de lo que tú crees-contesta.
La guerra te ha cambiado-le dice ella.
Porque lo dices-contesto intrigado por tal oración.
Perdiste tu chispa, te siento más serio y un poco abrumado, pero tranquilo, yo sé cómo arreglarlo-entonces ella se le acerca, Guillermo mas quieto que una estatua espero a ver la acción de María. Ella cierra los ojos, lo toma del cuello y junto sus labios, provocando un beso que jamás olvidarian. Luego de varios momentos de pasión comienzan a charlar.
Sabes cuánto tiempo le queda a la guerra-le pregunta preocupada María.
No tengo ni idea, pero apuesto que falta mucho, te seré honesto y te contare exactamente como ve un soldado la guerra, no en forma sentimental, todo objetivo y neutral-le da un preámbulo a María.
Estoy dispuesta a escucharte y entender tu dolor diario-le responde ella posando su cabeza sobre su hombro.
He pasado casi 7 meses combatiendo, en todo ese tiempo me han relevado una vez al mes, te sacan del frente y te dejan ir a la retaguardia que no es una súper base en donde te puedes tomar un baño y comer comida caliente, es generalmente una iglesia que funciona como hospital, la única ventaja es que puedes dormir tranquilo porque el enemigo se encuentra a 5 km de tu posición. Todo el mundo que conoces es una zanga que se extiende por km que son trincheras, de 2 metros de alto por 1,5 m de ancho, son increíblemente mugrientas, cuando llueve se inundan, lo peor que te puede pasar durante el día es que te toque la ronda de centinela, en donde estas atento a un pequeño cuadrado que te permite ver hacia el campo, el problema es que ay muchísimos francotiradores atentos y si te ven cuando das un pequeño vistazo, estás muerto, muy pocos tienen la suerte de que solo les rosa una oreja o el cuello, muchos van al cráneo y se acabo la guerra para ellos. Los franceses e ingleses no son los únicos problemas allí, también ay muchísimas plagas por la falta de higiene, ratas y piojos a montones, en nuestro tiempo libre para no aburrirnos cazamos ratas y en los ataques lanzamos los cadáveres al enemigo, tal vez así se enferman y no tenemos que matarlos nosotros. Todo soldado tiene que quitarse el miedo a matar, pues la única forma de vivir es matar al contrario pues el enemigo intentara lo mismo- contaba su experiencia Guillermo.
Y cuantos hombres mataste-le pregunta María.
12 soldados enemigos, generalmente en defensas, jamás realice una baja mientras asaltábamos una trinchera, pues a mí me hacen salir después que mis compañeros para no morir y poder socorrer a los heridos, aunque... eso a veces me deprime, el pensar que a mi me salvan, pero dejan morir a tantos compañeros, todos tenemos derecho a vivir ¿Verdad?-reflexiona Guillermo tomándose las manos y observando el suelo, como intentando hallar una respuesta su angustia, sea como sea, el tiempo no se vuelve atrás, las vidas que se pierden no se recuperan.
Es horrible todo lo que me contas, ojala esto termine mañana y así podremos estar juntos para siempre-lo intentaba animar María.
Dios te oiga querida, ojala tengas razón, ojala esto termine pronto, ojala nadie más muera, ojala salgamos victoriosos-al acabar de decir esto suelta una pequeña risa, toma a María de los brazos y la besa.
Los días pasaron, el joven intentaba adaptarse al Múnich en épocas de guerra, pues sabía que esto era tan solo un vistazo de lo que viviría al final del conflicto y si es que sobrevivía. El dejar el ejército, volver a casa como vencedor o como vencido, el intentar independizarse de sus padres y formar una familia con María. Regresar a su trabajo, intentar sobrevivir a la crisis financiera que tendrá que sobrellevar su pais, convivir con la gente que obviamente no será igual, por ejemplo se entero que el hijo de la panadera falleció en octubre en Rusia, el creció junto a ese muchacho, iban juntos a la escuela, perdió a un amigo, todas las mañanas cuando iba a su trabajo pasaba, lo saludaba y le compraba un bollo, pero esa costumbre de viejos amigos se acabo, no se hará mas. Evidentemente Guillermo ya no era el de antes, veía el mundo de otra manera, antes creía en la humanidad, que una persona que llego sin nada podía tenerlo todo y ayudar a los demás, pero en la guerra vio cosas distintas, el tener la capacidad de quitarle la vida a una persona, de quitarle todo no solo a esa persona, si no a los que la rodean, es doloroso y lo corrompe por las noches, además estando en la enfermería del ejercito vio cosas horribles, sin importar que se halla graduado con honores, que halla trabajado por años como doctor, haber atendido miles de heridas y pacientes, sentía horror al ver cuerpos vivos mutilados por una bala, una explosión o por enfermedades, hubo un tipo que se desgarro la piel y las uñas por rascarse salvajemente durante semanas por los piojos, trataba infecciones increíbles por que las ratas llenas de enfermedades dormían cerca de los soldados o de la comida. Este muchacho, convertido en hombre a duras penas, solo vivía un pantallazo de cómo será su vida al volver de la guerra.
Los días pasaban, saludaba a todos sus conocidos, a sus amigos, a sus familiares, a todos. Hasta que el séptimo día llego, se puso su uniforme totalmente nuevo y sin uso en combate, agarro su fusil, saludo a su madre, a su padre y a su novia, les prometió que volvería para el final de la guerra y traería a Alger con el. Dio media vuelta, abrió la puerta y salió hacia la vereda, allí un colectivo lo esperaba y volvió a tener el mismo sentimiento que cuando se subió por primera vez, cruzando una puerta todo podría cambiar, pero miro las ventanas y estaban sus amigos, entonces pensó "si no me subo, quedare como un cobarde ante mis amigos que se animaron a seguir adelante, los estaría traicionando, si subo, puede que muera esta tarde, o mañana, o el mes que viene, pero la vida no está garantizada, ya me metí en esto, no ay vuelta atrás, además si no estoy con ellos no sobrevivirán más de 2 días" así que sonriendo subió al autobús y saludo a sus compañeros.
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Apocalipsis: El Comienzo del Fin
ActionÉsta es la historia del joven Von Kloff, aquel muchacho de veintitantos años con una vida feliz, un trabajo como Doctor bastante estable y una prometedora vida por delante. Todo ésto es cancelado por el destino, estalla la Guerra y este ferviente ap...