Capítulo 8

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Ese hombre aun les veía con superioridad, dando un aire magestuoso, caminó lentamente hacia los tres jovenes pero deteniendo sus pasos cuando Chace se paró frente a ambas chicas mirándole con el ceño fruncido

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Ese hombre aun les veía con superioridad, dando un aire magestuoso, caminó lentamente hacia los tres jovenes pero deteniendo sus pasos cuando Chace se paró frente a ambas chicas mirándole con el ceño fruncido.

—No se quien seas— le desafío Chace, mirando algo que pudiera usar como arma —pero dejanos...

—¡Silencio!— escucharon la voz de una mujer venir desde otra calle.

Ella tenía ropas rojas, comodas, como las de la milicia, el cabello negro y corto sobre los hombros, avanzaba hacia ellos sujetando una lanza en su mano derecha. La mujer chasqueo los dedos y escucharon el sonido de campanillas de viento, viendo como el guardia que había entrado al teatro cayó dormido al suelo.

—Asquerosas sabandijas, se ocultaron bien por tantos años...— la mujer extendió su lanza, la giró en su mano y en un ágil movimiento se las lanzó a los tres.

—¡Cuidado!— Selene tiró de la mano de Alizah y Chace para lanzarse al suelo y esquivar por los pelos la lanza.

La misma dejó de avanzar en el aire, deteniéndose de forma abrupta y volviendo a la mano de la mujer en un segundo. Selene metió la mano a su bolso sacando la hoja que había usado con anterioridad.

—Se salvaron por poco, pero no será asi de nuevo.— la mujer se preparó una vez mas para lanzarles la lanza una vez mas.

—Oengi orum...— pronunció Selene, su magia salió disparada por el suelo avanzando rápidamente frente a esas dos personas y levantando un muro de fuego púrpura frente a ellos. —¿Alizah estas bien?

—S-si...— balbuceó la chica intentando controlar su respiración. —¿U-ustedes? ¿Qu-que son e-ellos?

—No lo sé...— respondió Selene en voz baja, se veían como humanos normales, no parecían monstruos que los buscaran. Aunque la chica tenía una ligera sospecha de quienes podrían ser no quería aceptar esa terrible posibilidad.

—Pues no importa que sean, debemos irnos de una vez— les dijo Chace queriendo levantarse del suelo. —Tal vez son compañeros del tipo de la biblioteca.

La lanza se abrió pasó entre el suelo clavándose en el suelo, solo a un metro frente a ellos, la mujer dio un gran salto pasando el muro de fuego, extendió la mano y la lanza volvió a salir flotando hacia su mano.

—Hécate... si... será mejor detenerte antes de que causes mas problemas.— La mujer sujetó la lanza con fiereza

—Cálmate Karina...— le dijo el hombre colocándose frente a ella —son solo unos niños, ellos no podrán hacer nada más.

—Pero señor, tenemos ordenes de no...

—Silencio— silabeo el hombre con calma, aunque su voz pareció resonar como si hubiera hablado por un megáfono. —Hécate y Hades, de quien la otra, recuerda que no dañamos a inocentes.

El Pacto de la Noche || Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora