Aventuras de Fairborn

Capítulo 14: Superados en número, no en armas

14 de febrero de 1976

Harry dejó las Tres Escobas y se dirigió por el camino empedrado cubierto de nieve hacia la Lechucería de Hogsmeade. Tenía lista una carta para Gringotts, sin embargo, la razón principal para dejar el pub era otra: Harry no confiaba completamente en sí mismo para no caminar hacia Lestrange y golpear al imbécil en la cara por la forma en que estaba tratando a Marlene. fecha. La pobre chica definitivamente merecía algo mejor y verla sufrir así solo lo volvía más agresivo cuanto más miraba.

La forma en que Lestrange la miraba lascivamente mientras se jactaba como si hubiera hecho algo significativo para merecerla. Harry solo podía rezar para que llegara pronto el día en que Marlene ya no estuviera ligada al bastardo endogámico por el enfurecido acuerdo de cortejo que su padre había firmado para ella. Si las cosas hubieran ido un poco mejor con Lord McKinnon, entonces Harry podría haberse presentado personalmente después de su juicio.

Por otra parte, hasta ahora, todos simplemente asumieron que Harry era un sangre pura, debido a su apellido. Solo los Potter sabían que era un mestizo ya que su madre era una hija de muggles. No estaba seguro de la reacción de Marlene, pero si ella tenía su estatus de sangre en contra de él, o comenzaba a escupir tonterías intolerantes, entonces ella no era la chica adecuada de todos modos.

Su padre, sin embargo, era un asunto diferente. Lord McKinnon probablemente nunca lo aceptaría como un compañero de cortejo adecuado para su hija, simplemente debido a su estado de sangre. Al final del día, Harry podría tener un gran nombre y ser mágicamente poderoso. Sin embargo, no tenía influencia política real, estaba virtualmente arruinado, incluso si comenzó a vender chatarra de la Sala de las Cosas Ocultas, y su estado de sangre probablemente saldría a la luz tarde o temprano...

Su frustración por la situación solo creció mientras pisoteaba a través de la nieve hasta la pequeña colina en la que se encontraba la lechucería. Como estudiante, enviar un sobre de tamaño regular era gratis o estaba cubierto por su matrícula, por lo que simplemente tomó la siguiente mejor lechuza y ató la carta a Gringotts en su pierna. Volvió a regañadientes hacia la salida, solo para que la puerta se abriera. La Varita de Saúco estuvo instantáneamente en su palma, dirigida hacia la cara ligeramente roja de una de las pocas personas que menos hubiera esperado encontrar aquí.

Dicha persona gritó de sorpresa al verlo justo detrás de la puerta y casi tropezó en un intento de no chocar de cara con su varita. Largos rizos rubios como la miel se arremolinaron en el aire frío cuando se detuvo abruptamente, con su nariz rosada casi tocando la punta de la madera delgada y pálida.

"¿Marlene?" preguntó Harry francamente perturbado y bajando su varita después de reconocerla: "¿Qué haces aquí?"

"¡Harry!" Ella jadeó de alivio mientras ponía cada mano en sus caderas y jadeaba pesadamente. Debió haber corrido un maratón o haber subido la colina a través de la nieve en un tiempo récord. Sus mejillas y nariz estaban rosadas por el clima frío y el viento. La linda boina que había visto en ella esta mañana estaba metida en su bata. Su bufanda gruesa estaba atada holgadamente alrededor de su cuello. Sólo se habían puesto sus mitones a juego. Debe haberse ido con bastante prisa...

"Tómate un tiempo y respira, Marlene". Harry cerró la distancia que quedaba entre ellos y le dio unas palmaditas en la espalda cariñosamente: "Dime qué está pasando tan pronto como te sientas mejor, ¿de acuerdo?"

Ella asintió y respiró hondo unas cuantas veces más: "Vine a advertirte, Harry. Vienen por ti..."

"¿Quién viene por mí, Marlene?" Harry se puso alerta al instante y entrecerró los ojos. Puso ambas manos sobre sus hombros mientras la miraba fijamente: "¿Quién?"