[| F I N A L 《1.2》|]

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17/12/86

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17/12/86

—¡Código Azul! Habitación de William Byers— gritó una enfermera después de picar un botón.

La señora Byers y Jonathan observaron como muchas enfermeras y un médico entraban a la habitación para intentar salvar la vida de Will.

A pesar de que era algo que pasaba muy seguido, no lograban acostumbrarse. Ver la cara de Will después de despertarse, era igual o más doloroso que lo de antes.

El pecho del chico siempre estaba adolorido y sentían impotencia al no poder hacer nada. Su corazón cada vez era más débil.

—Me siento muy mal— sollozó Wil. 

—Está bien cariño, no será por mucho tiempo— susurró su madre y besó su frente en forma de consuelo.

Jonathan observó la escena detenidamente mientras pensaba las cosas que podría hacer para salvar a su hermano. Sin dar aviso de a donde iría, salió rápidamente de la habitación.

—Esto es algo muy apresurado, sinceramente no es algo que yo pueda decidir. Es poco ético, aunque tenga tu permiso, puedo ser despedido— dijo el doctor Peters ante la petición alocada de Jonathan.

—Yo estoy eligiendo ser el donador, es mi cuerpo y estoy decidiendo hacer algo positivo con él.

—El problema es que gozas de una excelente salud, y al yo hacer eso comprometo mi ética y razón— contestó el médico algo enfadado. Jonathan estaba colmando su paciencia.

—¿Y si me accidento o algo? Podría funcionar, ¿no es así?— preguntó esperando una respuesta positiva.

—No te ayudaré a suicidarte— contestó el doctor. — Conoces lo complicada que sería esa cirugía, tu hermano está muy débil y son nulas las posibilidades de que sobreviva. ¿Sabes el dolor que le causaría a tu madre si ambos mueren?

—Él lo hará bien, confío en usted y la fuerza de mi hermano.

—La respuesta es no—dijo Peters y se fue dejando a Jonathan solo. 

Las cosas que les habían dicho de llevar a Will a los lugares que anhelaba visitar, ya que le daban como máximo 3 meses de vida, no dejaban de rodar en su mente. Quería hacer algo, por lo que no se dio por vencido. Jamás esperó que un joven flacucho, pecoso y de cabello rizado llegara a facilitar un poco las cosas, le dejó el camino libre para acomodar la situación si él llegaba a sacrificarse.

Pudo notar como su hermano se veía feliz con ese tal Mike, por lo que no dudó ni un segundo en apoyar esa felicidad, incluso si eso significaba ganarse el desprecio de su madre. Todo eso lo estaba haciendo por amor a su familia.

''3:15'' [byler]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora