⚠️Daddy Issues r18⚠️

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-Mi mente está muy mal
-Rayleigh x Luffy
-Omegaverse
-segundo final de 'silencio'
-Rayleigh solo tiene 43 años

Sus grandes ojos negros se cierran en una cortina transparente de lágrimas, la luz de la noche es insuficiente para alumbrar su cuarto, pero suficiente para hacer brillar el rojo que cae en gotas de lluvia, tan suaves y apreciables, un pequeño espectáculo para la vista, deslizándose por la suave piel del Omega, decorando la piel canela y pulcra.

El rojo y el trasparente en su rostro se convinan y cuagulan la perfección rojiza que nunca detiene su trayecto de su cabeza a su barbilla, hasta perderse en el piso.

El suave 'plop' en su habitación es un gran contraste con el silencio de la casa.

Sus sollozos son tan silenciosos como el lamento de las hojas secas cayendo de las ramas de grande y bellos árboles que en algún momento solo serán un viejo y seco tronco.

Nadie lo llama, nadie se preocupa o piensan en su seguridad, todos decidieron callar e irse cuando sus gritos comenzaron.

Nadie pensó en su seguridad, en su vida en sus clases, solo pensaron en ellos y sus vergüenzas.

Por primera vez en años Luffy chilla ruidosamente, sin tratar de ocultar los desgarradores sonidos de su garganta adolorida luego de todo tipo de abuso, su orgullo que siempre desaparecía y dejaba de carcomerse en sus entrañas se desvaneció y se convirtió en ira.

Sus lágrimas ya no eran de miedo o de dolor, estaba cansado de ser acusado de mentiroso por su propia familia, cansado de ser manipulado una y otra vez.

Cansado de ser un Omega sumiso.

Enredo sus delgados dedos en las brillantes hebras azules y las jalo gritando despavorido por la ira, porque nadie hizo nada, solo voltearon la mirada y siguieron con su vida.

Nadie iba a rescatarlo y él ya lo aprendió.

Esa noche tomó su mochila y empacó ropa y cosas de higiene personal.

Huyó de allí por la ventana que permitía que la luz del sol que se refleja en la luna iluminando la noche y el charco de sangre y semen, desapareciendo entre las silenciosas calles solitarias.

Pequeñas y apenas perceptibles gotas de sangre mancharon su camino, no lo suficiente para dejar un rastro pero si para alarmarse.

Sus piernas con moratones tan fuertes y magullados que parecían casi negros, estiraron sus tendones velozmente hiriendo sus músculos, comprimiendolos en el agotamiento, carcomiendo cada pedazo de piel, incendiado cada movimiento de sus caderas que gritaban al ser abusadas durante horas, días, semanas, meses, años.

Su mente iba en una sola dirección, lejos de su casa, lejos de Fuusha, era un pequeño y bonito barrio lejos de su casa, hacia Drum.

Una casa pequeña pero cálida se visualizó y las 4 de la mañana se reemplazaban por las 5.

Sus piernas temblaron y amenazaron con derrumbarse cuando se detuvo frente la puerta de madera.

Su pecho golpeó con fuerza, no sabía si era su corazón acelerado por la falta de aire o por la esperanza que comenzaba a crecer, pequeña pero presente.

Sus ojos brillaron en lágrimas y sus puños golpearon una y otra vez con fuerza la puerta, su garganta se desgarró gritando el nombre de uno de sus amigos más cercanos.

Sus heridas sangraban más y dolían, torturadas a través de su piel hasta sus huesos.

La puerta se abrió por una enojada anciana, que se sorprendió luego de verlo, sin decir mucho lo dejo pasar y le indico que fuera a su oficina.

¡𝓤𝓷 𝓣𝓻𝓪𝓰𝓸 𝓟𝓪𝓻𝓪 𝓥𝓲𝓿𝓲𝓻!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora