Capítulo 13: Regalos de Navidad

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-Buenos días, buenos días. Levanta, dormilona.- dijo Katrerina saltando sobre la cama de Sibylla. Se la veía muy emocionada.
-Dejame dormir... ¡Vete, criatura insoportable!- respondió Sibylla protegiéndose la cabeza con la almohada.
-Venga, Sibyl. Es Navidad. Hay regalos para ti. Tenemos que abrirlos. Los gemelos ya están levantados. No nos hagas esperar más.- suplico Hazel desde el otro lado y tirando de las sabanas.
-Levántate y no nos hagas esperar.- dijeron mientras salían corriendo por el pasillo entre risas.

Sibylla se lo pensó un minuto antes de levantarse. Se vistió con lentitud y bajo las escaleras pasándose una mano por la cara, intentando desperezarse. Estaba bostezando cuando se topo con alguien.

-¿También te han obligado a levantarte?- pregunto Caleb bostezando. Estaba vestido de forma informal y llevaba el pelo despeinado.
-Sí.- le respondió con una sonrisa.- Por poco me empujan de la cama.

Los párpados le pesaban después de haber pasado casi toda la noche en vela. Había estado pensando en Eric y el beso, y por culpa de eso no había podido dormir. Decidió olvidar lo ocurrido y actuar como si nada.
Al entrar en la sala, se encontraron con todos los miembros de la familia reunida junto al árbol. Los saludo y se sentó junto a sus amigas. Al poco un paquete estaba sobre sus rodillas.
-Este regalo es de James.- dijo Katerina. Al abrirlo vio que era un manguito de piel de conejo. Hazel y Katerina también tenían uno.
-Toma, este regalo es de los dos.- dijo Damon señalando a su hermano y entregándole un paquete pequeño. Sibylla cogio el regalo y se sorprendió al ver lo que los pequeños le habían dado.
-Papa y mama nos ayudaron a escoger el libro.- dijo Ian señalando una edición especial de Orgullo y Prejuicio. Debajo del libro, había un dibujo que ambos habían echo donde habían dibujado a toda la familia y entre ellos estaba ella. Aquel regalo la emocionó mucho. Cogio al ambos y los abrazo con fuerza, reteniendo las lagrimas.
-Gracias, me ha encantado el regalo.- les dijo con alegría. Los niños sonrieron y se marcharon corriendo a abrir más regalos.

La mañana transcurrió lentamente. Sin haberlo planeado, las tres amigas se habían echo el mismo regalo, unas sombrillas de encaje y bordados al mano, lo que provocó las risas de todos. Sibylla había regalado a Jason un ejemplar especial de Atlas histórico y a Warren le había concedido la mitad del negocio de la crianza de caballos.
-Vaya, gracias. No me esperaba esto.- había dicho Warren sorprendido.
-Bueno... era algo que mi padre y tu siempre habíais hablado y planeado. Y aunque el no esté ahora, creo que aún podemos llevar ese cuerdo a buen puerto.- le había dicho ella.
Fiona y Alice le habían regalado un juego de escritura, alegando que así no tendría escusa para escribir cuando se tuviera que ir. Incluso Caleb le había traído un regalo.
-Yo esperaba encontrarte... por eso te traje algo de mis viajes.- dijo entregándole una cajita que contenía un guardapelo con un pequeño zafiro. Al abrirlo, había una ramita de lavanda y la inscripción "No te digo adiós nunca más. Siempre tuyo, Caleb". Sibylla sonrió al ver la inscripción,  recordando la frase que tanto habían repetido en su infancia.
-Yo también tengo un regalo para ti.- al final se había decidido por una bonita petaca de plata. Al verla, Caleb soltó una carcajada. Tenían la misma inscripción.

El grito de Caroline asustó a todos. Acababa de abrir un paquete muy grande y estaba llorando. La mujer poso sus ojos en Sibylla y extendió los brazos para acogerla.

-¿Por qué?- pregunto ella entre sollozos.
-Porque se que este cuadro te gustaba mucho. Yo ya tengo un retrato en mi casa de mis padres, y quiero que tu tengas algo de mi madre.- respondió Sibylla señalando el cuadro donde estaban retratadas las dos amigas.

Al poco, Eric se reunió con ellos. Sibylla había temido ese momento. Pero al entrar, el solo le había dirigido una leve sonrisa. Se había acercado a sus primos para recibir un par de regalos. Al ver las miradas inquisitivas de Katerina y Hazel,  decidió acercarse a el y darle el suyo. No sabia como reaccionaria el o el resto de los presentes. Pero era lo que debía hacer.

-Toma.- dijo Sibylla ofreciéndole un sobre lacrado. Eric lo tomo con curiosidad y al leer lo que había dentro la miro sin comprender.
-¿Me regalas un caballo?- pregunto extrañado. Todos se quedaron mirando.
-Sí. Bueno, tu perdiste el tuyo cuando me salvaste. Y quería agradecertelo regalandote uno. Te gustará. Es uno de los últimos caballos que mi padre domo. Un pura sangre negro. Se llama Alastor. En dos días estará aquí.- le explico con alegría.
-Yo... no se que decir.- dijo parpadeando varias veces.
-No digas nada.- respondió cogiendo una taza de té,  que acababan de servir. El resto siguió a lo suyo.
-Gracias.- murmuro sujetándolo del codo. Ella le devolvió la sonrisa y se alejó.

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-Creo que voy a reventar.- dijo Fiona pasándose las manos por la barriga.
-No me extraña.- respondió Warren. Todos rieron mientras el se acercaba a su esposa y la besaba.
-Mama... estaba todo buenísimo.- dijo Elijah felicitando a su madre.
-Estoy totalmente de acuerdo. Has echo mi plato favorito.- añadió Duncan.
-Ha echo el de todos.- rectifico Katerina.
-Ya que estaba toda la familia reunida, quería que fuera especial. La señora Tomks os conoce desde pequeños y a sido fácil para ella.- dijo Caroline con inmensa alegría.
-¡Nieve! ¡Papa! ¡Mama! ¡Fuera nieva!- gritaron los gemelos corriendo hasta sus padres. Agarraron a Warren y lo arrastraron hasta la ventana.
-Es cierto... esta nevando.

Todos corrieron a buscar sus abrigos y al poco todos estaban en el jardín jugando con la nieve. Los varones Knight empezaron una batalla de bolas de nieve mientras la mujeres hacían muñecos y reían a carcajadas. Se lo estaban pasando muy bien, hacia tiempo que no nevaba tanto ni tan pronto. En un sólo día, había bajado la temperatura considerablemente. Sibylla entro a buscar unos guantes y al regresar sintió que alguien la estiraba del codo.
-Aún no te he dado mi regalo de Navidad.- dijo Eric con su sonrisa más característica. Sin esperarlo, la agarro de la cintura y la nuca y la beso. Fue un beso corto, pero cargado de promesas, pasión y dulzura. La dejo con los ojos cerrados, la respiración acelerada y un paquete entre sus manos.
No sabia lo que habría en la caja, pero el adelanto... le había encantado.

La indomable Lady Sibylla (Saga por y para siempre #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora