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Mira como siempre desde lejos. Anhelar aquello. YeonJun sigue mirando a los chicos que van todos los días a participar con sus tablas de skateboard. Puede verlos reír con tanta soltura. Es un ambiente agradable.

YeonJun anhela e imagina todas las noches tener amigos o solo uno, con quién pueda experimentar todo aquello que ve desde su soledad.

Recarga su barbilla sobre sus rodillas, juega distraídamente con el pasto. Es fin de semana y no hay problema con que llegue tarde a su casa. De todas formas es lo que menos quiere.

YeonJun mira hacia su izquierda y un grupo de amigos hablan sobre ir a un antro.

Dos chicas pasan cerca de donde está él, ambas hablan sobre hacer una pijamada.

YeonJun siente el frío recorrer todo su cuerpo, pero aun así no piensa ir sé. Los fines de semana es todo lo que no desea que llegue. Y no solo por ni tener con quien pasar su fin de semana.

Sus padres y sus amigos de ellos.

Es mejor estar fuera, lo más seguro es que sea como siempre y se quede en un albergue, es lo que hace desde que tiene doce años.

Decide irse de ahí, y deambular un rato por el centro. Mira a la gente y los grupos de amigos, mira a las familias que han decidido salir en familia.

YeonJun anhela todo aquello desde que tiene uso de razón. Creció y fue educado a base de los golpes de sus padres. YeonJun a diferencia de otros chicos de su edad, le tiene miedo a socializar, es por ello, que desde la primaria ha sido el blanco fácil de todos. Nadie se acerca con intenciones de amigar, solo para hacerle maldades.

Los profesores han dejado de tomarle importancia a su asunto. Prefieren hacerse los de la vista gorda.

Debería de dolerle, ¿no? Claro, pero dejo de dolerle cuando los golpes y el desinterés de sus padres fue aún más grande.

Después de aquel día, todo dejo de dolerle.

¿Qué más podría doler, cuando tus propios padres te han hecho lo peor? YeonJun no confía en nadie.

Sigue caminando y a lo lejos ve a varios de sus compañeros. Decide tomar otro camino.

El frío se sigue colándose por la prenda, tal vez debió tomar una chamarra.

Por fin llega al albergue, y con el fantasma de una sonrisa se adentró. Aquel lugar se ha convertido en su único refugio, un lugar donde los adultos lo incluyen.

YeonJun es en único lugar, donde puede sentirse en paz.

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La semana ha ido bien, no hay diferencia con otras. BeomGyu bosteza por cuarta vez, tal vez quedarse jugando hasta tarde no fue buena idea. Sus ojitos buscan a cierto chico, necesita desplomar todo su cuerpo sobre él. Una vez lo halla, no duda en acelerar su paso e ir detrás de aquella amplía espalda.

Pero claro que no mide su distancia con otro chico que hace que ambos tropiecen y caigan de bruces.

BeomGyu sisea ante el dolor en su trasero. Mira al otro chico, quien solo se levanta evitando mirarle a los ojos.

—Y-yo lo siento—Hace una reverencia casi de 90° que hace BeomGyu olvide el dolor y niega con cabeza con desespero.

—No, no pasa nada. Fue mi culpa—Ríe porque lo que más quiere es aligerar el ambiente.

El chico aun así vuelve a pedir disculpas. Su amigo, a quien buscaba lo ve acercarse hasta ellos, parece divertido con su pequeño accidente.

El chico con el que ha chocado se disculpa de nuevo, y vuele a retomar su camino, está vez más rápido.

The choi family  |SooJun|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora